Gastronomía - Maimones, gachas dulces y azarillo.

Uno de los platos más destacados de la cocina de Villa del Río son los populares maimones o sopa de hortalizas, de origen árabe, que se prepara con aceite, pan, cebolla, canela en rama, leche y azúcar. La elaboración es así: en el aceite caliente se fríe el pan en rodajas muy finas, extraido el pan, en el mismo aceite se fríen cascos de cebolla; una vez macerada la cebolla, en el aceite se vuelve a echar el pan, se revuelve todo con leche, azúcar y canela, al gusto, y se deja hervir. Este plato se suele tomar en invierno como postre, pero también es una comida muy adecuada para personas desmejoradas.

Un postre de esta tierra en cualquier época del año es la crema de nueces, en la que se emplea 1 l de leche crecido, un cuenco de nueces machacadas y un cuenco de azúcar no muy lleno. La leche se pone al fuego con la nuez y el azúcar, y se deja hervir hasta que espese; se distribuyen cuencos y se deja enfriar.

En las vísperas de fiestas era habitual elaborar las gachas dulces, una especialidad única para estos contornos. Se rehoga en aceite de oliva templado, flor de hinojo y cortezas de limón, y luego se les añade harina, unas veces con leche y otras con agua. Finalmente, se incorporan frutos secos y se sirven con miel.

Otro plato tradicional de Villa del Río es el azarillo, una especie de aperitivo muy peculiar. Se elabora pasando en las brasas unos pimientos colorados troceados, con ajos, y un bacalao a tiras; se mezclaba todo con huevos troceados por encima. Perdura asimismo la caldereta, un guiso de cordero muy sabroso. En una cazuela de barro se prepara una salsa con cebolla, laurel, tomillo y pimentón; se mueve todo a fuego lento y se le añaden las tajadas de cordero no muy grandes; en un mortero se machaca el hígado, que se adiciona a la carne.

En los antiguos mesones se cocinaba a menudo la llamada hoya de la venta, un estofado de carne con alubias blancas, que constituía un plató casi ligado en estos lugares de paso. La carne podía ser de toros o de ternera, nunca de cerdo; una vez rehogada, se le añadía las judías blancas, patatas y trozos de chorizo y jamón; se dejaba hervir y se servía en platos individuales. Destaca esta zona por su buen aceite de oliva, el elaborado en las diversas cooperativas del municipio.

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Orfebrería. La Custodia de Damian de Castro

El siglo XVIII fue el momento culminante de la platería cordobesa, y de sus artífices, Damián de Castro, la figura más destacada. El barroco, con sus formas onduladas, de gran dinamismo y relieve, adquiere, en las manos de este maestro, una nueva dimensión, que alcanzaba su cenit en la estética de rococó. Todo ello es fácilmente constatable en las dos custodias que realizó para la parroquia de Villa del Río; una, de mayor tamaño y más profusamente decorada, y la otra más sencilla y de reducidas dimensiones.

(CSP)

Artesanía - UNA GENERACION DE ARTESANOS

Villa del Río es un pueblo donde la arte-sanía tiene una tradición, que en algunos casos se remonta a muchas décadas. Sin embargo, de un tiempo a ésta parte, desde la gran emigración habida por los años 60 a los 70 y el abandono del uso de muchos objetos, los artesanos han ido decayendo.
Tanto es así, que hace pocos anos, apenas quedan algunos artífices en la población. Los artesanos que quedan en Villa del Río pasan hoy día por una indudable crisis económica y profe-sional. Las causas son varias: el envejecimiento de los profesionales en las diferentes ramas, sin que tengan sucesores jóvenes, la cada vez más difícil integración de personal nuevo a estas vie-jas actividades, la falta de unos mercados en los que se comercialice rectamente y un valor renta-ble la producción artesana.
Muchas ramas artesanas villarrenses se vieron definitivamente en extinción , algunos de los artesanos que por suerte nos quedan se ven gravemente amenazados de extinción de aquí a pocos años. Y hay que tomar conciencia de ello, pues con su perdida se acabaría un trozo de la historia de Villa del Río.
Es pues el momento de trabajar para conseguir una estabilidad presente que conduzca una proyección futura de nuestros artesanos.
Hemos de partir del principio de que la mayoría de los trabajos que hoy realizan estos auténticos artistas, y que en tiempos pasados eran de uso común en la sociedad, en la actualidad son meramente exorno, salvo en raras excepciones. Es decir: que proteger la artesanía no es potenciar una industria productora de artículos de uso general de primera necesidad. Muy al contrario, es proteger una serie de producciones que solamente sirven, en la inmensa mayoría de los casos, para exorno. Pero ¡ojo!, es asimismo proteger unas actividades y unas obras que forman parte esencial de nuestra cultura y que suponen una contribución en nuestros hogares o en lugares públicos, a la humanización de los mismos con tales exornos, evitando ese progresivo deterioro del bienestar humano, que hoy aplana a nuestra sociedad convirtiéndola, en muchos casos, de estar compuesta por hombres a ir camino de ser robots.

Por todo ello es una obligación de los organismos relacionados con la economía y el turismo, así como los de tipo local, el trabajar por recuperar y estabilizar nuestros artesanos, para que se cumpla un programa de salvación de nuestra artesanía, que sin duda es la salvación de una buena parte de nuestra cultura.

R.M.

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En la actualidad quedan pocos tallistas, si bien sus realizaciones siguen teniendo gran interés. En la fotografía podernos ver uno de los pocos artesanos villarrenses, Pedro Torralbo Mármol trabajando en su taller, que sigue la tradición de AntonioTorralbo Rojas su padre y maestro que contemplamos a través de la foto junto a otro compañero y un aprendiz.

ARTESANÍA - Alfarería, madera y hierro.

Juan Cantero Moreno es, por ahora, el último alfarero de Villa del Río, a la tradición artesanal que se remonta, al parecer, a finales del siglo XVIII. Tiene su alfar junto al Guadalquivir, cerca del Paso de las Aceñas, donde dispone de tres hornos para conocer sus cacharros, principalmente macetines para gazpacho, botijas de cabrero, macetas, botijos y huchas. Cantero aprendió su noble oficio de un alfarero bujalanceño, Manuel García, que se estableció en Villa del Río en 1926, donde trabajó hasta su muerte, en 1947. Miguel Pérez es unos de los nuevos artesanos del barro y la cerámica, sobre todo en esta última actividad, destacando sus hermosos azulejos pintados con imágenes típicas de Villa del Río, recibiendo numerosos encargos de todo el país.

No escasean los artesanos en Villa del Río, que aportan variedad de especialidades. Así, en un pueblo de tan pujante industria y mobiliaria no podían faltar los buenos ebanistas detallistas, como Pedro Torralba, Rafael Machado. Relacionado con la artesanía de la madera está también José Muñoz Menor, carpintero con tanta destreza como paciencia al realizar reproducciones en miniatura de carros antiguos; la veintena de modelos ultimados hasta ahora despiertan admiración allí donde los expone.

Bernardo Menor es un herrero artesano que realiza por encargo toda clase de objetos para uso y decoración, como artísticas rejas y lámparas (de su taller salieron, por ejemplo, las del nuevo ayuntamiento, muy indicadas para iluminar el viejo castillo recuperando como casa consistorial).

Miguel Pérez y Sebastián Centella realizan pequeñas esculturas de cerámica; el primero, además, diseña rótulos callejeros, y el segundo practica el bajorrelieve en barro. La nómina de artesanos la completa Juana Luisa Navarro, una excelente bordadora ya fallecida, dejándonos obras como la saya de la Virgen de la Paz y la Esperanza de este pueblo.

FSM

Castillo y casas señoriales.

Dentro de la arquitectura civil de Villa del Río hay que destacar en los restos del antiguo castillo medieval. Esta fortaleza de asistí en época musulmana, siendo conquistada por Fernando III antes de la toma de Córdoba. Quedó sujeta a la jurisdicción de esta ciudad, aunque en la 2ª mitad del siglo XV y pasa poder de Fernán Pérez de monte mayor, realizando entonces importantes obras que le dieron su configuración definitiva. Después volvió a la ciudad de Córdoba, hasta que 1531 se formó en ella la parroquia de San Pedro, perteneciendo en este uso durante cuatro siglos. Hoy, según quedó indicado (ver arquitectura religiosa), alojan dependencias municipales, denotando su primitiva función de fortaleza los dos grandes torreones prismáticos de piedra que quedan ambos extremos del edificio. La torre occidental conserva una portadita gótica, arco apuntado de marcadas dovelas, arrancando de molduras góticas. Junto al castillo se localiza el antiguo Ayuntamiento, erigido para 1889.

Además de estos edificios principales, hay que reseñar diversas casas señoriales de los siglos XVII, XVIII y XIX, todas ellas emplazadas en las principales vías de la población. Así, en la calle Blas Infante, el número 9 se corresponde con una casa enriquecida comporta de piedra del Seiscientos, que ofrece el característico el esquema adintelado con fragmentos de frotón recto que hacen de asiento a unos escudos, también del siglo XVII. Más adelante, en esta misma calle y en la de Pablo Picasso, se conservan otras casas blasonadas, pero con escudos de decoración rococó del siglo XVIII. De esta misma centuria es un inmueble de la plaza de la Constitución (foto izq), frente al Ayuntamiento. Se trata de una bella muestra de arquitectura popular, balcón central encuadrado por fragmentos de frontón y otro en esquina, muy curioso por su pilar de sostén y los herrajes curvos que posee.

A continuación, pasada ya la parroquia nueva de la Inmaculada Concepción, se emplaza la más monumental casa señorial de Villa del Río, que se fecha en 1817. Pertenece al marqués del Valle de Sidueñas (foto drc) y presenta dos cuerpos y pretil de remate, ofreciendo paramentos enlucidos y elementos arquitectónicos en ladrillo visto. Ennoblece su fachada parejas de pilastras almohadilladas, que articulan los salientes de los extremos. La portada de piedra, algo descentrada, es una bella muestra de arquitectura neoclásica, con arcos de medio punto flanqueado por columnas dóricas, entablamento con triglifos y balcón superior provisto de pilastras y columnas jónicas. En relación con esta portada hay otra más sencilla en la calle Alta. Deben reseñarse, además, diversas mansiones del siglo XIX, de noble y bien compuesta fachada, que se localizan igualmente en las calles principales, particularmente en los alrededores de la plaza de la Constitución y en las calles que parten de ella.

J.R.C.