(J. Calleja)
Fuente: Revista de Feria 1989
Beppo fue una mujer que gustaba alterna con los hombres en las tabernas. Esa es la imagen que cualquier persona podría sacar de esta mujer la primera vez. Pero, después, cuando de forma metódica, cotidiana y diariamente se producían estas escenas, ya no se podía pensar lo mismo, había algo más, porque se veía como disfrutaba horas y horas estando de tertulia, tomando vino con la gente llana del pueblo. No le importaba lo que pudieran pensar los demás, ella estaba liberada de todos los condicionantes subyugantes de sexo. Era una mujer que casi odiaba a las mujeres, por el propio hecho de que la mayoría de las mujeres, decía ella, "asumieran de forma cómoda y sumisa el papel de ama de casa, sin intervenir en las demás actividades que el hombre realiza. Que fueran conformes con esta desigualdad sin revelarse". Era una defensora de los derechos de la mujer, a su manera, pero no le gustaba que la llamaran "feminista". Decía: "No me confundas con esas tías amachorras que no saben ni hacer el amor". Era incansable en su charla, e inevitablemente disfrutar de su compañía tenía que ser entre "tinto y tinto". Pero qué cultura tan vaga tenía, sabía de todo, no solo de arte, leía mucho, sobre todo literatura francesa y española. Le encantaba el flamenco, y no sólo sabía escuchar este cante, sino que sabía diferenciarlos. Había conocido a casi todos los cantaores conocidos desde los años cuarenta hasta ahora. Fue muy amiga de Pepe de la Matrona.
Beppo, yo creo que conseguía ser feliz con muy poco, no tenía lujos de ningún tipo, todo lo contrario, vivía casi de forma mísera, por lo menos ante los ojos de todos los que estábamos dominados por el consumismo. Sin embargo, ella era feliz así, viviendo de forma bohemia, disfrutaba y pasaba las horas muertas pintando y contemplando un paisaje de olivos, o recostada sobre el mostrador de una taberna, con su cigarrillo negro, su boina aterciopelada y un vaso de tinto.
Quería mucho a Villa del Río y a sus gentes, me decía "me gusta tu pueblo, porque la gente es muy simpática y no me miran como persona rara. Allí tengo muy buenos amigos, mencionaba a Sebastián y Jesús Montes, Juan Solís, José L. Mañas (que la llevaba a ver peleas de gallos) y a Elvira, son todos formidables".
Beppo, murió el día 5 de febrero pasado en Madrid (1989), esta mujer inglesa de nacimiento y andaluza por adopción, ha demostrado con hechos el gran cariño que sentía por nuestro pueblo: ha donado su obra pictórica a Villa del Río, con la única condición de que sea expuesta al público y de forma permanente. La citada obra se me fue entregada personalmente por la artista, para su custodia y conservación y dar cumplimiento a sus deseos. Se compone de ciento catorce obras entre acuarelas y dibujos. También en esta misma colección existe un dibujo de Amadeus Modigliani (famoso pintor impresionista amigo de Beppo).
No soy la persona más indicada para hacer una crítica sobre el valor de esta donación, pero remitiéndome a las muchas críticas aparecidas en periódicos y revistas nacionales, que con motivo de su muerte han elogiado su vida artística, no cabe duda que tiene un apreciable valor económico y sobre todo cultural. Recientemente, con motivo del homenaje que el Ayuntamiento de Villa del Río le rindió a Beppo, Francisco Zueras, crítico de arte, desarrolló una elocuente e interesante conferencia sobre su vida y obra.
La obra de Beppo, siguiendo los deseos de la artista será entregada al pueblo de Villa del Río, realizándose la donación con documento público ante notario, en el momento en que se tenga designado el lugar donde será expuesta de forma permanente. Creo que un lugar o marco idóneo sería la sala que existe en el nuevo Ayuntamiento destinada para museo. Aunque pienso que no sería mala inversión cultural construir una Casa Museo de Villa del Río en un futuro no muy lejano; no sólo para albergar esta donación, sino las de otros pintores villarrenses o de otros lugares, ya que como es sabido nuestra tierra es "rica en artistas".
Considero y ya termino, que el pueblo de Villa del Río le debe tributar un merecido homenaje a esta excepcional y simpática mujer, que si bien sus acuarelas y dibujos tienen un valor incalculable, su mejor y gran obra de arte fue "su propia vida". Villa del Río le debe un museo.
Fuente: Revista de Feria 1989
Beppo fue una mujer que gustaba alterna con los hombres en las tabernas. Esa es la imagen que cualquier persona podría sacar de esta mujer la primera vez. Pero, después, cuando de forma metódica, cotidiana y diariamente se producían estas escenas, ya no se podía pensar lo mismo, había algo más, porque se veía como disfrutaba horas y horas estando de tertulia, tomando vino con la gente llana del pueblo. No le importaba lo que pudieran pensar los demás, ella estaba liberada de todos los condicionantes subyugantes de sexo. Era una mujer que casi odiaba a las mujeres, por el propio hecho de que la mayoría de las mujeres, decía ella, "asumieran de forma cómoda y sumisa el papel de ama de casa, sin intervenir en las demás actividades que el hombre realiza. Que fueran conformes con esta desigualdad sin revelarse". Era una defensora de los derechos de la mujer, a su manera, pero no le gustaba que la llamaran "feminista". Decía: "No me confundas con esas tías amachorras que no saben ni hacer el amor". Era incansable en su charla, e inevitablemente disfrutar de su compañía tenía que ser entre "tinto y tinto". Pero qué cultura tan vaga tenía, sabía de todo, no solo de arte, leía mucho, sobre todo literatura francesa y española. Le encantaba el flamenco, y no sólo sabía escuchar este cante, sino que sabía diferenciarlos. Había conocido a casi todos los cantaores conocidos desde los años cuarenta hasta ahora. Fue muy amiga de Pepe de la Matrona.
Beppo, yo creo que conseguía ser feliz con muy poco, no tenía lujos de ningún tipo, todo lo contrario, vivía casi de forma mísera, por lo menos ante los ojos de todos los que estábamos dominados por el consumismo. Sin embargo, ella era feliz así, viviendo de forma bohemia, disfrutaba y pasaba las horas muertas pintando y contemplando un paisaje de olivos, o recostada sobre el mostrador de una taberna, con su cigarrillo negro, su boina aterciopelada y un vaso de tinto.
Quería mucho a Villa del Río y a sus gentes, me decía "me gusta tu pueblo, porque la gente es muy simpática y no me miran como persona rara. Allí tengo muy buenos amigos, mencionaba a Sebastián y Jesús Montes, Juan Solís, José L. Mañas (que la llevaba a ver peleas de gallos) y a Elvira, son todos formidables".
Beppo, murió el día 5 de febrero pasado en Madrid (1989), esta mujer inglesa de nacimiento y andaluza por adopción, ha demostrado con hechos el gran cariño que sentía por nuestro pueblo: ha donado su obra pictórica a Villa del Río, con la única condición de que sea expuesta al público y de forma permanente. La citada obra se me fue entregada personalmente por la artista, para su custodia y conservación y dar cumplimiento a sus deseos. Se compone de ciento catorce obras entre acuarelas y dibujos. También en esta misma colección existe un dibujo de Amadeus Modigliani (famoso pintor impresionista amigo de Beppo).
No soy la persona más indicada para hacer una crítica sobre el valor de esta donación, pero remitiéndome a las muchas críticas aparecidas en periódicos y revistas nacionales, que con motivo de su muerte han elogiado su vida artística, no cabe duda que tiene un apreciable valor económico y sobre todo cultural. Recientemente, con motivo del homenaje que el Ayuntamiento de Villa del Río le rindió a Beppo, Francisco Zueras, crítico de arte, desarrolló una elocuente e interesante conferencia sobre su vida y obra.
La obra de Beppo, siguiendo los deseos de la artista será entregada al pueblo de Villa del Río, realizándose la donación con documento público ante notario, en el momento en que se tenga designado el lugar donde será expuesta de forma permanente. Creo que un lugar o marco idóneo sería la sala que existe en el nuevo Ayuntamiento destinada para museo. Aunque pienso que no sería mala inversión cultural construir una Casa Museo de Villa del Río en un futuro no muy lejano; no sólo para albergar esta donación, sino las de otros pintores villarrenses o de otros lugares, ya que como es sabido nuestra tierra es "rica en artistas".
Considero y ya termino, que el pueblo de Villa del Río le debe tributar un merecido homenaje a esta excepcional y simpática mujer, que si bien sus acuarelas y dibujos tienen un valor incalculable, su mejor y gran obra de arte fue "su propia vida". Villa del Río le debe un museo.