(Bartolomé Delgado Cerrillo)
Fuente: Revista de Feria de 1991.
La historia de Villa del Río remonta a las más remotas culturas béticas; de los tartesios y de los túrdulos, ubicándose una de estas tribus en el antiguo poblado de Sissia, actual Villa del Río, y en la finca llamada de "Las Viñas", tal como lo atestiguan los restos arqueológicos encontrados, típicos de culturas ibéricas; leones ibéricos, ruedas de carro esculpidas en piedra, etc,.
Sobre el antiguo poblado de Sissia, los romanos siguieron construyendo, cambiándole el nombre por el de Ripa (ribera); de la época romana se conserva ese magnifico puente sobre el arroyo Salado, en la antigua Vía Romana, así como las aceñas o molinos hidráulicos de harina- que más tarde utilizarían también los árabes -sobre el Guadalquivir, en el noroeste del pueblo, y una fortificación en la margen izquierda del río sobre la que los árabes edificaron el castillo, hoy actual ayuntamiento.
Ahora la evocación histórica nos lleva hasta le época visigoda, de la que se conservan restos aislados, como capiteles, lápidas, etc. Son sin embargo, los árabes los que mejor potencian la zona, estableciendo los primeros canales de riego y huertas alrededor del poblado, ampliando la fortaleza, que tenía dos torreones llamados de "Poniente" y de "Saliente", y construyeron en embarcadero bajo la misma.
Reconquistada esta zona por los cristianos, el rey Fernando el Santo cede esta fortaleza al capitán Diego Fernández Aguayo. Son pocos los datos históricos que podemos ofrecer con cierta seguridad a partir de esta época, dad la escasez de documentos escritos, que nos informen sobre las costumbres y la forma de vida de los antiguos habitantes de nuestro pueblo.
Dando un salto gigante en la historia de Villa del Río, llegamos a la época del rey Carlos III, con quien comienza la colonización de Andalucía, y este lugar, por su situación, se convierte en importante apeadero. A partir de entonces surgen las primeras casas de postas, donde e hacían los cambios de caballerías de refresco y se pernoctaba. Junto a estas posadas fueron surgiendo las primeras casas, formando, a lo largo del camino real de Sevilla, una verdadera aldea lineal. Era el primer embrión de Aldea del Río.
En el siglo XVIII, concretamente en 1749, se construye la ermita de nuestra Patrona, reedificada sobre el antiguo santuario que se construyó con los recursos del municipio y con los donativos de los fieles. En este siglo se edifica también la capilla de Jesús Nazareno, y en su último tercio un puente sobre el arroyo del diablo.
En el siglo XIX surge una floreciente industria textil y aceitera. Se construye un pósito o tercia decimal de grano y aceite, edificación singular de la arquitectura civil, así como la casa del Marqués del Valle de Sidueñas, de portada Neoclásica en piedra, la casa de los Marqueses de Monterreal, la casa de los Marqueses de Aguayo y otras tantas que aún hoy lucen en su fachada los escudos nobiliarios de sus antiguos propietarios.
A principios del siglo XX seconstruye la iglesia de la Inmaculada Concepción, con tres naves e influencias de diversos estilos de transición, y también el puente de hierro sobre el río Guadalquivir.
El conjunto urbano constituye aún un original ejemplo típico de la arquitectura popular de la comarca del Alto Guadalquivir.
Estas líneas sólo pretenden ser una modesta contribución a la historia de nuestro pueblo, falta de una redacción más amplia y documentada, amén de colaborar en el famoso dicho del genial historiador Salvador de Madariaga: "Solo los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla".
No olvidemos, además, que somos nosotros, los villarenses, los que forjamos día a día los eslabones de esa historia. En definitiva, podemos terminar diciendo que se trata de conocer el pasado, vivir el presente y programar el futuro, admitiendo los avances que nos trae el progreso económico e industrial, pero sin perder de vista nuestras tradiciones y, por supuesto, respetando y velando por el medio ambiente en que se desenvuelve nuestra cotidiana labor. Quién sabe si dentro de no sé cuantos años podremos volver a ver nuestro pueblo dentro de esas coordenadas y quién sabe si haremos ciertas las palabras de José María de la Vega, quien, al hablar del arroyo Salado - por poner un ejemplo práctico - se refiere a éste como un arroyo "...cuyas aguas están muy recomendadas por los facultativos de esta villa, para uso de baños medicinales en el estío; habiendo obtenido los enfermos muy buenos resultados en cierta clase de enfermedades produciendo los mismos efectos que los baños de mar ..."
Quién sabe...
Fuente: Revista de Feria de 1991.
La historia de Villa del Río remonta a las más remotas culturas béticas; de los tartesios y de los túrdulos, ubicándose una de estas tribus en el antiguo poblado de Sissia, actual Villa del Río, y en la finca llamada de "Las Viñas", tal como lo atestiguan los restos arqueológicos encontrados, típicos de culturas ibéricas; leones ibéricos, ruedas de carro esculpidas en piedra, etc,.
Sobre el antiguo poblado de Sissia, los romanos siguieron construyendo, cambiándole el nombre por el de Ripa (ribera); de la época romana se conserva ese magnifico puente sobre el arroyo Salado, en la antigua Vía Romana, así como las aceñas o molinos hidráulicos de harina- que más tarde utilizarían también los árabes -sobre el Guadalquivir, en el noroeste del pueblo, y una fortificación en la margen izquierda del río sobre la que los árabes edificaron el castillo, hoy actual ayuntamiento.
Ahora la evocación histórica nos lleva hasta le época visigoda, de la que se conservan restos aislados, como capiteles, lápidas, etc. Son sin embargo, los árabes los que mejor potencian la zona, estableciendo los primeros canales de riego y huertas alrededor del poblado, ampliando la fortaleza, que tenía dos torreones llamados de "Poniente" y de "Saliente", y construyeron en embarcadero bajo la misma.
Reconquistada esta zona por los cristianos, el rey Fernando el Santo cede esta fortaleza al capitán Diego Fernández Aguayo. Son pocos los datos históricos que podemos ofrecer con cierta seguridad a partir de esta época, dad la escasez de documentos escritos, que nos informen sobre las costumbres y la forma de vida de los antiguos habitantes de nuestro pueblo.
Dando un salto gigante en la historia de Villa del Río, llegamos a la época del rey Carlos III, con quien comienza la colonización de Andalucía, y este lugar, por su situación, se convierte en importante apeadero. A partir de entonces surgen las primeras casas de postas, donde e hacían los cambios de caballerías de refresco y se pernoctaba. Junto a estas posadas fueron surgiendo las primeras casas, formando, a lo largo del camino real de Sevilla, una verdadera aldea lineal. Era el primer embrión de Aldea del Río.
En el siglo XVIII, concretamente en 1749, se construye la ermita de nuestra Patrona, reedificada sobre el antiguo santuario que se construyó con los recursos del municipio y con los donativos de los fieles. En este siglo se edifica también la capilla de Jesús Nazareno, y en su último tercio un puente sobre el arroyo del diablo.
En el siglo XIX surge una floreciente industria textil y aceitera. Se construye un pósito o tercia decimal de grano y aceite, edificación singular de la arquitectura civil, así como la casa del Marqués del Valle de Sidueñas, de portada Neoclásica en piedra, la casa de los Marqueses de Monterreal, la casa de los Marqueses de Aguayo y otras tantas que aún hoy lucen en su fachada los escudos nobiliarios de sus antiguos propietarios.
A principios del siglo XX seconstruye la iglesia de la Inmaculada Concepción, con tres naves e influencias de diversos estilos de transición, y también el puente de hierro sobre el río Guadalquivir.
El conjunto urbano constituye aún un original ejemplo típico de la arquitectura popular de la comarca del Alto Guadalquivir.
Estas líneas sólo pretenden ser una modesta contribución a la historia de nuestro pueblo, falta de una redacción más amplia y documentada, amén de colaborar en el famoso dicho del genial historiador Salvador de Madariaga: "Solo los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla".
No olvidemos, además, que somos nosotros, los villarenses, los que forjamos día a día los eslabones de esa historia. En definitiva, podemos terminar diciendo que se trata de conocer el pasado, vivir el presente y programar el futuro, admitiendo los avances que nos trae el progreso económico e industrial, pero sin perder de vista nuestras tradiciones y, por supuesto, respetando y velando por el medio ambiente en que se desenvuelve nuestra cotidiana labor. Quién sabe si dentro de no sé cuantos años podremos volver a ver nuestro pueblo dentro de esas coordenadas y quién sabe si haremos ciertas las palabras de José María de la Vega, quien, al hablar del arroyo Salado - por poner un ejemplo práctico - se refiere a éste como un arroyo "...cuyas aguas están muy recomendadas por los facultativos de esta villa, para uso de baños medicinales en el estío; habiendo obtenido los enfermos muy buenos resultados en cierta clase de enfermedades produciendo los mismos efectos que los baños de mar ..."
Quién sabe...