Beppo

(Camilo José Cela)
Fuente: Revista de Feria de 1991

Esta inglesa pasada por el Mediterráneo y por los olivares andaluces, aficionada al cante jondo y espectadora atónita, cuando no actriz apasionada, de la más negra España de los curas vestidos de enterradores o de huertanos levantinos, de los banderilleros con cara de apóstol burro -¡y que burro cumplido!- de los verdugos que todavía no han perdido la afición al oficio, como quería verlos don Pepe Solana, resulta que pinta, a la acuarela y delicadamente, la otra España, la de los árboles y graciosos, los almendros y los avellanos de una mar, los castaños y los robles de la otra y, en medio, las sierras de pocos pinos y anchos horizontes de los que borran los hombres y las arquitecturas, esas dos manchas, no siempre artísticas ni habitables, pero ¡ay¡ inevitables y amargas.
La pintura de Beppo es la espontánea y más inmediata imagen de Beppo esa mujer hecha de violencia y ternura, a partes iguales, llevada al cuadro sin más preocupación que la de vaciar su espíritu de posos malignos y contaminadores; en ello se respira aire libre, pero no del todo, aire de colmado que se quedó -nadie sabe por qué- con una ventana abierta sobre el mundo en que los pájaros vuelan y se aman, los lagartos toman el sol y se aman y las flores se mecen al vientecillo fresco de la mañana y, sin que nadie lo sepa, se aman también y muy apasionadamente: la rosa que ama en francés, la amapola que arma en portugués, el clavel de aire que ama en griego, la adelfa que ama en italiano, y así hasta el fin de los amores y de las flores.
Beppo aprendió a pintar en tres manantiales de muy claras aguas (no cito por orden): París -y sus amigos Pascin, Léger, Derain, Soutine, el escultor Brancusi..."-, su circunstancia personal, ¡qué bien hubiera estado Beppo de favorita del último emir de Almería!, y el ritmo de la naturaleza que no se cansa de mirar, del agua y del vino de esas fuentes bebe y se nutre la pintura de Beppo, sus acuarelas y sus vinorelas por las que corre el luminoso instante que va tejiendo la hebra de la túnica de la vida, leve como una nubecilla, un suspiro o un mal pensamiento.
Beppo es pintora que no se prodiga, que no hace demasiadas Exposiciones; yo creo que acierto, porque los pintores que se pasan la vida pintando y exponiendo, suelen ser muy latosos y grandilocuentes, muy chinchorreros y tecnócratas. Cada cual se gana la vida como puede.