(Jacinto Mañas)
Fuente: Revista de Feria de 1991
La última vez que bajó del tren en Montoro fue inolvidable. Se presentaba de improviso, con su típica indumentaria (boína y gabardina incluidas) con sus juveniles faldas, según la época del año. Marchamos a la fonda y le ayudé a deshacer el equipaje; aparte de ropa, los útiles de su profesión y libros, siempre libros. Llevaba la célebre biografía de Mazarinos, las memorias del Cardenal de Retz (todo en francés), así como las poesías completas de Fernando Pesoa y un ensayo sobre la Princesa Palatina titulado: Una alemana en la corte de Luis XIV. Me pregunto de seguido si conocía la revista granadina Selene, que dirigía José Lupiáñez, donde habían salido los Poemas del Cuerpo.. toda esta inquietud y apresuramientos a sus 82 años, así era Beppo.
Su cultura era prodigiosa sin alardear de ello... Horacio, Virgilio, los moralistas franceses, Montaigne en especial... Samuel Jonson: Ella era superconservadora en arte y feroz antifeminista, de una femineidad, elegancia y belleza muy británicas, a pesar suyo. Copn voracidad de tigresa marcaba su territorio, allí no entraba mujer alguna, teníamos problemas por ello; sólo sus amigos. En lo moderno Sthedal, Prouts y Joyce, a quién conoció, lo demás como ha dicho acertadamente Rubén Caba, confusión y tururú. Participaba de la inteligencia de un Newton, de la sensibilidad de un Shakespeare, compatriotas suyos, a fin de cuentas.
Se cubría de una máscara de malhumor y lenguaje altisonante. Tras ella la delicadeza, la dulzura más entrañable; la terrible soledad y timidez del ser humano, del animal herido, tembloroso, esperando que lo rematen. Era contradictoria, la imagen viva del vitalismo y la alegría. Nos enseñó cómo pasar la vida sin un puto duro pero buscando la felicidad y consiguiéndola, a base del más elemental ascetismo, no desear nada, no tener nada, sólo amigos (ya es bastante). Era el emblema, el victorioso paradigma de la libertad, más aún que el divino Marqués. Todo esto representaba Beppo para sus amigos.
Murió un cinco de febrero, lo que referido a ella, ya es mucho decir. Su alma retozará transmigrada por una arboleda de olivos, en alguna gacela de sus bosques andalusíes "cierva del alba, luz de mi persona", recordando al poeta. Como la gran diosa hindú de innumerables brazos, pero sin su crueldad, tendía un puente hacia sus amigos-adoradores, abrazándolos. De aquella impasibilidad, de aquella esfinge sobre humana emanaban la belleza, la libertad, la cultura, la vitalidad y la alegría ya referidas que nos transfundían, enalteciéndonos, sublimándonos. Yo fui uno de ellos: ¿Cómo no quererla? ¿Cómo no recordarla?.
Fuente: Revista de Feria de 1991
La última vez que bajó del tren en Montoro fue inolvidable. Se presentaba de improviso, con su típica indumentaria (boína y gabardina incluidas) con sus juveniles faldas, según la época del año. Marchamos a la fonda y le ayudé a deshacer el equipaje; aparte de ropa, los útiles de su profesión y libros, siempre libros. Llevaba la célebre biografía de Mazarinos, las memorias del Cardenal de Retz (todo en francés), así como las poesías completas de Fernando Pesoa y un ensayo sobre la Princesa Palatina titulado: Una alemana en la corte de Luis XIV. Me pregunto de seguido si conocía la revista granadina Selene, que dirigía José Lupiáñez, donde habían salido los Poemas del Cuerpo.. toda esta inquietud y apresuramientos a sus 82 años, así era Beppo.
Su cultura era prodigiosa sin alardear de ello... Horacio, Virgilio, los moralistas franceses, Montaigne en especial... Samuel Jonson: Ella era superconservadora en arte y feroz antifeminista, de una femineidad, elegancia y belleza muy británicas, a pesar suyo. Copn voracidad de tigresa marcaba su territorio, allí no entraba mujer alguna, teníamos problemas por ello; sólo sus amigos. En lo moderno Sthedal, Prouts y Joyce, a quién conoció, lo demás como ha dicho acertadamente Rubén Caba, confusión y tururú. Participaba de la inteligencia de un Newton, de la sensibilidad de un Shakespeare, compatriotas suyos, a fin de cuentas.
Se cubría de una máscara de malhumor y lenguaje altisonante. Tras ella la delicadeza, la dulzura más entrañable; la terrible soledad y timidez del ser humano, del animal herido, tembloroso, esperando que lo rematen. Era contradictoria, la imagen viva del vitalismo y la alegría. Nos enseñó cómo pasar la vida sin un puto duro pero buscando la felicidad y consiguiéndola, a base del más elemental ascetismo, no desear nada, no tener nada, sólo amigos (ya es bastante). Era el emblema, el victorioso paradigma de la libertad, más aún que el divino Marqués. Todo esto representaba Beppo para sus amigos.
Murió un cinco de febrero, lo que referido a ella, ya es mucho decir. Su alma retozará transmigrada por una arboleda de olivos, en alguna gacela de sus bosques andalusíes "cierva del alba, luz de mi persona", recordando al poeta. Como la gran diosa hindú de innumerables brazos, pero sin su crueldad, tendía un puente hacia sus amigos-adoradores, abrazándolos. De aquella impasibilidad, de aquella esfinge sobre humana emanaban la belleza, la libertad, la cultura, la vitalidad y la alegría ya referidas que nos transfundían, enalteciéndonos, sublimándonos. Yo fui uno de ellos: ¿Cómo no quererla? ¿Cómo no recordarla?.