(Mª Ángeles Clementson Lope)
Fuente: Revista de Feria de 1997
Con el fin de no dejar en el olvido una serie de construcciones que, por desgracia, han ido desapareciendo de nuestro entorno vital y que eran testigos mudos de lo realizado en otros tiempos, es por lo que pensé que sería interesante hacerlo perdurar en la mente de todos nosotros; y así, de esta manera, hacer partícipes del recuerdo a unos y mostrar lo que no han conocido a otros.
El día 8 de julio de 1894, en una sesión del Pleno de la Corporación Municipal, el alcalde D. Bernardo Enrique Cerezo Castro habló de la conveniencia de iniciar las obras del puente en el camino vecinal de que va desde Villa del Río a Lopera, con el objeto de salvar el paso sobre el arroyo de la Cañada, por ser, como él mismo aclara, la época más propicia para este tipo de trabajos. Con el asesoramiento del perito D, Manuel Navarro Criado, los miembros de la corporación estudiaron conjuntamente el tipo de puente a construir, así como de las condiciones económicas y facultativas, y se acordó que la forma de contratación para la ejecución de las obras fuera por subasta pública, mediante el sistema de pujas a la llana y en la baja, y por un presupuesto máximo de 2.073 pesetas. Las obras debían ser supervisadas por el perito del Ayuntamiento y estar concluidas el 30 de septiembre del año en curso. Las condiciones facultativas y económicas fueron comunicadas por medio de bandos y edictos, fijados en los sitios de costumbre por el agualcil del ayuntamiento D. José Moreno Rael, para que pudieran ser consultadas en la Secretaria Municipal por todo aquel que lo estimara conveniente.
El día 19 de agosto de ese mismo año se reunieron en la casa consistorial los miembros de la comisión del ayuntamiento que presidían la subasta de las obras del puente. Esta comisión estaba formada por las siguientes personas: Segundo Teniente de Alcalde D. Pedro Molleja González, el Regidor Sindico D. Juan Cerezo Gutiérrez y los Concejales D. Pedro Borrego Castro, D. Idelfonso Benítez Linueza, D. Antonio Navarro Criado, D. Manuel Polo Relaño y D. Manuel Cerezo Gutiérrez, actuando como Secretario D. Salvador Muñoz Cabezas. Durante su transcurso se leyeron las condiciones facultativas y económicas y quedaron abiertas las licitaciones, previo depósito de 200 pesetas en la mesa de la presidencia, condición indispensable para parte en la subasta. Acto seguido se hicieron proposiciones en baja, por espacio de treinta minutos, por parte de D. Manuel Navarro Criado, D. Juan Navarro Sevilla, y D. Antonio Cerrillo Gutiérrez, siendo la más ventajosa la de D. Juan Navarro Sevilla, que ascendía a un montaje total de 1.998 Ptas. Esta proposición se dio a conocer por el Voz Publica por tres veces y, después de preguntar la presidencia si había quien la mejorase, recayó a favor del rematante antes citado. El acta fue firmada por todos los concurrentes al acto.
Las condiciones facultativas que se expresan en el expediente correspondiente nos sirven de guía y referencia para describir arquitectónicamente el puente. Trascritas literalmente, son las siguientes:
Puente del Arroyo de la Cañada. Dibujo a pluma de 1894.
- Primera: La longitud total del puente será de cincuenta metros de los cuales dos serán el hueco del puente y los restantes lo ocuparán las estribaciones o machones y su ancho será de seis metros, cinco de ellos que ocupará el camino y cincuenta centímetros cada uno de prestiles.
- Segunda: En toda la extensión del puente se practicará una cimentación de siete metros de ancho y un metro veinte y cinco centímetros de hondo medido desde el centro de la caja del arroyo y se construirá un muro de sillarejos con un metro veinte y cinco centímetros de espesor en cada una de las líneas laterales y otro len cada uno de los lados cortando el huevo que se deja para paso de las aguas: estos dos últimos tendrán la altura de un metro hasta el arranque del arco y los otros hasta la imposta que se detallará oportunamente. Los huecos que queden al ir construyendo estos muros se rellenarán de guijarros y mezcla fina edificando el relleno según vayan levantándose los muros.
- Tercera: El arco será de medio punto y se arrancará a la altura de un metro; la parte exterior de ambos lados se construirá con dovelas de piedra asperón limpia y labrada cuyas dimensiones serán sesenta centímetros de altura y cincuenta y cinco de tizón y el resto de rosca de ladrillo.
- Cuarta: Los muros de cimentación se han de elevar a la altura de dos metros sesenta centímetros y sobre esto correrá una imposta de cinco metros de longitud construida con piedra de asperón labrada, cada una de sesenta centímetros de ancho por quince de grueso cubriéndose de pretil -que será de ladrillo con cincuenta centímetros de alto y otros cincuenta de grueso- con loza de sesenta centímetros de ancho por veinte de grueso.
- Quinta: El cimiento abierto en la caja del arroyo se rellenará con guijarro y hormigón bien pisado y empedrado después perfectamente...
Este modesto ejemplo de las obras públicas municipales de la época, a la vez que favoreció las comunicaciones salvando el paso del arroyo de la Cañada, fue punto de encuentro de paseantes y zona de tertulia de nuestros mayores durante casi cien años que duró su existencia.
Fuente: Revista de Feria de 1997
Con el fin de no dejar en el olvido una serie de construcciones que, por desgracia, han ido desapareciendo de nuestro entorno vital y que eran testigos mudos de lo realizado en otros tiempos, es por lo que pensé que sería interesante hacerlo perdurar en la mente de todos nosotros; y así, de esta manera, hacer partícipes del recuerdo a unos y mostrar lo que no han conocido a otros.
El día 8 de julio de 1894, en una sesión del Pleno de la Corporación Municipal, el alcalde D. Bernardo Enrique Cerezo Castro habló de la conveniencia de iniciar las obras del puente en el camino vecinal de que va desde Villa del Río a Lopera, con el objeto de salvar el paso sobre el arroyo de la Cañada, por ser, como él mismo aclara, la época más propicia para este tipo de trabajos. Con el asesoramiento del perito D, Manuel Navarro Criado, los miembros de la corporación estudiaron conjuntamente el tipo de puente a construir, así como de las condiciones económicas y facultativas, y se acordó que la forma de contratación para la ejecución de las obras fuera por subasta pública, mediante el sistema de pujas a la llana y en la baja, y por un presupuesto máximo de 2.073 pesetas. Las obras debían ser supervisadas por el perito del Ayuntamiento y estar concluidas el 30 de septiembre del año en curso. Las condiciones facultativas y económicas fueron comunicadas por medio de bandos y edictos, fijados en los sitios de costumbre por el agualcil del ayuntamiento D. José Moreno Rael, para que pudieran ser consultadas en la Secretaria Municipal por todo aquel que lo estimara conveniente.
El día 19 de agosto de ese mismo año se reunieron en la casa consistorial los miembros de la comisión del ayuntamiento que presidían la subasta de las obras del puente. Esta comisión estaba formada por las siguientes personas: Segundo Teniente de Alcalde D. Pedro Molleja González, el Regidor Sindico D. Juan Cerezo Gutiérrez y los Concejales D. Pedro Borrego Castro, D. Idelfonso Benítez Linueza, D. Antonio Navarro Criado, D. Manuel Polo Relaño y D. Manuel Cerezo Gutiérrez, actuando como Secretario D. Salvador Muñoz Cabezas. Durante su transcurso se leyeron las condiciones facultativas y económicas y quedaron abiertas las licitaciones, previo depósito de 200 pesetas en la mesa de la presidencia, condición indispensable para parte en la subasta. Acto seguido se hicieron proposiciones en baja, por espacio de treinta minutos, por parte de D. Manuel Navarro Criado, D. Juan Navarro Sevilla, y D. Antonio Cerrillo Gutiérrez, siendo la más ventajosa la de D. Juan Navarro Sevilla, que ascendía a un montaje total de 1.998 Ptas. Esta proposición se dio a conocer por el Voz Publica por tres veces y, después de preguntar la presidencia si había quien la mejorase, recayó a favor del rematante antes citado. El acta fue firmada por todos los concurrentes al acto.
Las condiciones facultativas que se expresan en el expediente correspondiente nos sirven de guía y referencia para describir arquitectónicamente el puente. Trascritas literalmente, son las siguientes:
Puente del Arroyo de la Cañada. Dibujo a pluma de 1894.
- Primera: La longitud total del puente será de cincuenta metros de los cuales dos serán el hueco del puente y los restantes lo ocuparán las estribaciones o machones y su ancho será de seis metros, cinco de ellos que ocupará el camino y cincuenta centímetros cada uno de prestiles.
- Segunda: En toda la extensión del puente se practicará una cimentación de siete metros de ancho y un metro veinte y cinco centímetros de hondo medido desde el centro de la caja del arroyo y se construirá un muro de sillarejos con un metro veinte y cinco centímetros de espesor en cada una de las líneas laterales y otro len cada uno de los lados cortando el huevo que se deja para paso de las aguas: estos dos últimos tendrán la altura de un metro hasta el arranque del arco y los otros hasta la imposta que se detallará oportunamente. Los huecos que queden al ir construyendo estos muros se rellenarán de guijarros y mezcla fina edificando el relleno según vayan levantándose los muros.
- Tercera: El arco será de medio punto y se arrancará a la altura de un metro; la parte exterior de ambos lados se construirá con dovelas de piedra asperón limpia y labrada cuyas dimensiones serán sesenta centímetros de altura y cincuenta y cinco de tizón y el resto de rosca de ladrillo.
- Cuarta: Los muros de cimentación se han de elevar a la altura de dos metros sesenta centímetros y sobre esto correrá una imposta de cinco metros de longitud construida con piedra de asperón labrada, cada una de sesenta centímetros de ancho por quince de grueso cubriéndose de pretil -que será de ladrillo con cincuenta centímetros de alto y otros cincuenta de grueso- con loza de sesenta centímetros de ancho por veinte de grueso.
- Quinta: El cimiento abierto en la caja del arroyo se rellenará con guijarro y hormigón bien pisado y empedrado después perfectamente...
Este modesto ejemplo de las obras públicas municipales de la época, a la vez que favoreció las comunicaciones salvando el paso del arroyo de la Cañada, fue punto de encuentro de paseantes y zona de tertulia de nuestros mayores durante casi cien años que duró su existencia.