(Sebastián Centella Pérez)
Fuente: Revista de Feria de 1994
Apenas unas cuantas líneas para recordar algunas de las tantas cosas buenas, que nuestro amigo y paisano Idelfonso Romero Cerezo (Alfonsito) acometió a lo largo de su vida por este pueblo y su juventud, un póstumo y pequeño atributo a la obra desinteresada de un hombre que dedico su tiempo e ilusiones (incluso en perjuicio de sus intereses privados) a trabajar por una localidad, no siempre agradecida.
Justo es, al menos, que se reconozca su esfuerzo y dedicación.
Alfonsito, ese pintoresco personaje al que recordamos tras un mostrador o paseando renqueante tras su vieja perra, alma de peroles y excursiones, nace en Villa del Río en abril de 1927. Su origen humilde y el ser el mayor de seis hermanos condiciona que a los trece años comience a trabajar como aprendiz de droguería. Es por este tiempo cuando trabaja también de pintor con un curioso personaje muy conocido y querido por el pueblo al que llaman "el pintorcillo" y que por desgracia acabaría sus días no de manera mucho más afortunada que nuestro amigo Alfonso. Al contrario de lo que pudiera parecer Alfonsito era un hombre de una gran inteligencia y una extrema sensibilidad. Sin posibilidad de cursar estudios, su afición por la lectura y, sobre todo, un constante ejercicio de entrega y sacrifico en incontables ocupaciones cubrieron su aprendizaje rico en conocimientos y experiencias que le llevaron a destacar como un excelente emprendedor; quíen no recuerda como con un puñado de arroz y cuatro aliños era capaz de aderezar cualquier celebración o cómo, en una etapa oscura de nuestro fútbol, se hizo cargo de la presidencia del Villa del Río reflotándolo y haciendo posible su continuidad.
De todos los quehaceres de este hombre dos ocuparon sus prioridades su labor en el Diario Córdoba y, por supuesto, la pesca. A principios de los setenta comenzaba su labor de corresponsalía como Cronista Oficial de la Villa. Desde entonces hasta hace bien poco la fiel rúbrica de Idelfonso Romero Cerezo ha aparecido en infinidad de columnas del Córdoba relatando los pormenores locales. Pero si más de veinte años al servicio del buen nombre de su ciudad no bastan para rebajo en el ámbito del bello deporte de la pesca, le coloca a la par de otros insignes paisanos que como él han sabido dar renombre a este humilde pueblo. Si esto no se reconoce, al menos, el nutrido número de aficionados si han de estarle infinitamente agradecidos.
Sin mucho más recurso que la ilusión, Alfonso fundó y presidió la Peña Cultural y Deportiva Matías Prats que tanto éxito alcanzara incluso fuera de nuestras fronteras, pues sus cañas estuvieron siempre entre las mejores en los concursos provinciales y regionales, con destacadísimas participaciones a nivel nacional e internacional. El trabajo de Alfonso en el terreno de la pesca deportiva aún iría más lejos logrando que Villa del Río acogiera los distintos certámenes del Trofeo Ibérico, cita a la que concurrían representantes de todo el país y del extranjero. En este momento la Peña Matías Prats se convertía en la sociedad recreativa más importante que jamás haya tenido este pueblo, reuniendo en sus competiciones a más de 550 deportistas y ofreciendo un interesante ramillete de actividades entre las que, al margen de la pesca, cabe destacar sus concursos literarios o las distintas ediciones de los "Famosos". En este sentido, recordar lo que Alfonso fue para la Peña y con ello para la proyección de este pueblo podría llevarme páginas enteras. Basta mencionar que la organización de un concurso de la categoría del Ibérico representaba un esfuerzo enorme de financiación con un importe de aproximadamente medio millón de pesetas y de casi un centenar de trofeos que el propio Alfonso se encargaba de obtener personalmente a base de mucho esfuerzo e insistencia y el trabajo desinteresado de un grupo de amigos a sus órdenes.
Fue sin duda esa capacidad de organización y e empresa la que motivaron el que se le propusiese para la Alcaldía de Villa del Río, ofrecimiento que humildemente rechazó. Los que le conocimos sabemos que su forma de ver la vida apuntaba precisamente en otras direcciones. Sus artículos, la cocina (con sus magnificas recetas), la pesca y la juventud, sobre todo la juventud a la que dedicó tantas horas organizándoles campamentos y excursiones, posiblemente colmaban sus anhelos.
Este año (1994) la Asociación Deportiva Pedro Bueno, sección de pesca, a la cabeza de sus numerosos amigos, ha querido rendir homenaje al entrañable Alfonsito con la edición de la 13ª edición del Trofeo Ibérico, su más tangible legado.
Tan sólo espero que estos breves párrafos sirvan para que todos, villarenses, sepáis que aquel hombre de sonrisa bonachona, amante de la naturaleza, amigo de sus amigos, también lo era de nuestro pueblo que era el suyo. Por eso me gustaría concluir, Alfonso, dándote en nombre de este pueblo y del mío propio, recordándote siempre como lo que fuiste, un amigo.
Fuente: Revista de Feria de 1994
Apenas unas cuantas líneas para recordar algunas de las tantas cosas buenas, que nuestro amigo y paisano Idelfonso Romero Cerezo (Alfonsito) acometió a lo largo de su vida por este pueblo y su juventud, un póstumo y pequeño atributo a la obra desinteresada de un hombre que dedico su tiempo e ilusiones (incluso en perjuicio de sus intereses privados) a trabajar por una localidad, no siempre agradecida.
Justo es, al menos, que se reconozca su esfuerzo y dedicación.
Alfonsito, ese pintoresco personaje al que recordamos tras un mostrador o paseando renqueante tras su vieja perra, alma de peroles y excursiones, nace en Villa del Río en abril de 1927. Su origen humilde y el ser el mayor de seis hermanos condiciona que a los trece años comience a trabajar como aprendiz de droguería. Es por este tiempo cuando trabaja también de pintor con un curioso personaje muy conocido y querido por el pueblo al que llaman "el pintorcillo" y que por desgracia acabaría sus días no de manera mucho más afortunada que nuestro amigo Alfonso. Al contrario de lo que pudiera parecer Alfonsito era un hombre de una gran inteligencia y una extrema sensibilidad. Sin posibilidad de cursar estudios, su afición por la lectura y, sobre todo, un constante ejercicio de entrega y sacrifico en incontables ocupaciones cubrieron su aprendizaje rico en conocimientos y experiencias que le llevaron a destacar como un excelente emprendedor; quíen no recuerda como con un puñado de arroz y cuatro aliños era capaz de aderezar cualquier celebración o cómo, en una etapa oscura de nuestro fútbol, se hizo cargo de la presidencia del Villa del Río reflotándolo y haciendo posible su continuidad.
De todos los quehaceres de este hombre dos ocuparon sus prioridades su labor en el Diario Córdoba y, por supuesto, la pesca. A principios de los setenta comenzaba su labor de corresponsalía como Cronista Oficial de la Villa. Desde entonces hasta hace bien poco la fiel rúbrica de Idelfonso Romero Cerezo ha aparecido en infinidad de columnas del Córdoba relatando los pormenores locales. Pero si más de veinte años al servicio del buen nombre de su ciudad no bastan para rebajo en el ámbito del bello deporte de la pesca, le coloca a la par de otros insignes paisanos que como él han sabido dar renombre a este humilde pueblo. Si esto no se reconoce, al menos, el nutrido número de aficionados si han de estarle infinitamente agradecidos.
Sin mucho más recurso que la ilusión, Alfonso fundó y presidió la Peña Cultural y Deportiva Matías Prats que tanto éxito alcanzara incluso fuera de nuestras fronteras, pues sus cañas estuvieron siempre entre las mejores en los concursos provinciales y regionales, con destacadísimas participaciones a nivel nacional e internacional. El trabajo de Alfonso en el terreno de la pesca deportiva aún iría más lejos logrando que Villa del Río acogiera los distintos certámenes del Trofeo Ibérico, cita a la que concurrían representantes de todo el país y del extranjero. En este momento la Peña Matías Prats se convertía en la sociedad recreativa más importante que jamás haya tenido este pueblo, reuniendo en sus competiciones a más de 550 deportistas y ofreciendo un interesante ramillete de actividades entre las que, al margen de la pesca, cabe destacar sus concursos literarios o las distintas ediciones de los "Famosos". En este sentido, recordar lo que Alfonso fue para la Peña y con ello para la proyección de este pueblo podría llevarme páginas enteras. Basta mencionar que la organización de un concurso de la categoría del Ibérico representaba un esfuerzo enorme de financiación con un importe de aproximadamente medio millón de pesetas y de casi un centenar de trofeos que el propio Alfonso se encargaba de obtener personalmente a base de mucho esfuerzo e insistencia y el trabajo desinteresado de un grupo de amigos a sus órdenes.
Fue sin duda esa capacidad de organización y e empresa la que motivaron el que se le propusiese para la Alcaldía de Villa del Río, ofrecimiento que humildemente rechazó. Los que le conocimos sabemos que su forma de ver la vida apuntaba precisamente en otras direcciones. Sus artículos, la cocina (con sus magnificas recetas), la pesca y la juventud, sobre todo la juventud a la que dedicó tantas horas organizándoles campamentos y excursiones, posiblemente colmaban sus anhelos.
Este año (1994) la Asociación Deportiva Pedro Bueno, sección de pesca, a la cabeza de sus numerosos amigos, ha querido rendir homenaje al entrañable Alfonsito con la edición de la 13ª edición del Trofeo Ibérico, su más tangible legado.
Tan sólo espero que estos breves párrafos sirvan para que todos, villarenses, sepáis que aquel hombre de sonrisa bonachona, amante de la naturaleza, amigo de sus amigos, también lo era de nuestro pueblo que era el suyo. Por eso me gustaría concluir, Alfonso, dándote en nombre de este pueblo y del mío propio, recordándote siempre como lo que fuiste, un amigo.