(Autor: Francisco López López. Revista Feria de 1998)
Cuando este escrito llegue a las páginas de nuestra revista de feria, ya habrá acontecido un acto hermosísimo de reconocimiento a la labor cultural, desarrollada durante toda su longeva vida, por uno de nuestros ilustres hijos de Villa del Río.
Me refiero, al homenajeado Blas Moyano. Todo un pueblo agradecido (como no podía ser menos), hizo acto de presencia, para significar su agradecimiento, a quien tanto bien hizo por su pueblo, elevándolo a la categoría de pueblo culto.
¡Por fin!, hoy podemos contar en Villa del Río con una calle que se llama Blas Moyano. De verdad que me siento muy orgulloso de haber contribuido, en mi modestia, a plasmar el nombre de esa calle. Me siento verdaderamente villarense cuando al andar por mi pueblo, leo el nombre de varias calles que ya tienen nombres de significados villarenses. Es que así es fácil reconocer que el camino se hace al andar, y que nuestro pueblo ha entrado en la dinámica de merecer ser reconocido como uno de los que se incorporan a la importante labor de dar a conocer a sus hijos a través de la cultura de sus calles.
La historia tenemos que crearla nosotros mismos, sin ambigüedades, y plasmado para próximas generaciones el bien hacer de nuestras propias raíces.
Dar nombre a una calle, también significa un derroche de amor hacia sus propios habitantes, colabora a mantener las raíces firmes y a sentir aún más viva la llama de ser villarense. Es como alimentarse, más amor hacia uno mismo, también es como estar más firme y seguro, por esto creo que deberíamos proliferar mucho más en este tipo de acontecimientos.
Sólo pido a las autoridades de hoy y del mañana que continúen con esta labor que engrandece a los pueblos y los identifican con sus propias raíces.
Cuando este escrito llegue a las páginas de nuestra revista de feria, ya habrá acontecido un acto hermosísimo de reconocimiento a la labor cultural, desarrollada durante toda su longeva vida, por uno de nuestros ilustres hijos de Villa del Río.
Me refiero, al homenajeado Blas Moyano. Todo un pueblo agradecido (como no podía ser menos), hizo acto de presencia, para significar su agradecimiento, a quien tanto bien hizo por su pueblo, elevándolo a la categoría de pueblo culto.
¡Por fin!, hoy podemos contar en Villa del Río con una calle que se llama Blas Moyano. De verdad que me siento muy orgulloso de haber contribuido, en mi modestia, a plasmar el nombre de esa calle. Me siento verdaderamente villarense cuando al andar por mi pueblo, leo el nombre de varias calles que ya tienen nombres de significados villarenses. Es que así es fácil reconocer que el camino se hace al andar, y que nuestro pueblo ha entrado en la dinámica de merecer ser reconocido como uno de los que se incorporan a la importante labor de dar a conocer a sus hijos a través de la cultura de sus calles.
La historia tenemos que crearla nosotros mismos, sin ambigüedades, y plasmado para próximas generaciones el bien hacer de nuestras propias raíces.
Dar nombre a una calle, también significa un derroche de amor hacia sus propios habitantes, colabora a mantener las raíces firmes y a sentir aún más viva la llama de ser villarense. Es como alimentarse, más amor hacia uno mismo, también es como estar más firme y seguro, por esto creo que deberíamos proliferar mucho más en este tipo de acontecimientos.
Sólo pido a las autoridades de hoy y del mañana que continúen con esta labor que engrandece a los pueblos y los identifican con sus propias raíces.