ARQUITECTURA CIVIL - Casa blasonada de la calle Blas Infante

A propósito de la casa blasonada de la calle Blas Infante con vuelta a la calle Ramón y Cajal.

(Rafael Agüera Espejo-Saavedra. Diplomado Superior en Genealogía, Heráldica y Nobiliaria)
Fuente: Revista de Feria de 1998.

En contraste con otras opiniones, tan respetables y extendidas como, a mi juicio, no suficientemente documentadas, entiendo que esta Casa, sin duda una de las más interesantes de las que conforman el patrimonio de nuestro Pueblo, no tuvo en el pasado usos de Posada o Casa de Postas, ni con tales blasones que ennoblecen su fachada.
En efecto, un estudio serio, apoyado en documentación y bibliografía histórica y ceñido, además, a las leyes de la Heráldica, nos lleva a determinar, con bastante precisión, la época en que dichos blasones fueron labrados, el hecho histórico que conmemoran, así como la identidad de los propietarios de la Casa, cuya memoria quisieron perpetuar.
A través de una detalladísima Crónica, conservada en el Archivo Histórico de Simancas, conocemos que el Infante de España D. Carlos de Borbón Farnesio, que a la sazón se hallaba en Sevilla, fue llamado a regir los destinos de los Ducados de Parma y Piacenza, que le correspondían por línea materna. Corría el año de 1731 y nuestro Infante partió, por tierra, el día 20 de Octubre, con destino al Puerto de Barcelona donde embarcaría para Livorno. El desplazamiento lo efectuó en etapas de 25/40 Kms. Diarios, que recorría por las mañanas, acompañado de un amplio séquito, alojándose en Casas Principales de los lugares fines de cada etapa elegidas previamente al efecto. Pues bien, según reza dicha Crónica "el día 26 de octubre, llegó a Aldea del Río, alojándose en Casa de D. Alonso Molleja, bastante capaz para la miseria del lugar, donde no tuvo otra diversión que salir de caza al Soto de la Vega, donde mató 12 o 13 conexos".

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Como es sabido, el Infante ocupó, posteriormente, el Trono de las Dos Sicilias y, por último, fue proclamado Rey de España, con el nombre de Carlos III, dignidad que ejerció desde el año 1759 hasta su muerte, el año 1788.
En estascircunstancias parece lógico concluir que el dueño de la Casa, D. Alonso Molleja y Salcedo, o sus inmediatos sucesores, decidieran dejar constancia y memoria de la visita del ya Rey de España haciendo instalar los blasones que nos ocupan, probablemente aprovechando para ello las obras que se realizaron el año de 1776, según podemos leer en un sillar de la fachada que da a la calle Ramón y Cajal. Posteriormente la casa pasó a ser propiedad del Conde de Colchado, al casarse un descendiente de D. Alonso con la Condesa de este título.
La descripción de los blasones, con arreglo a las Leyes de la Heráldica, es la siguiente:
1. Al lado diestro y sobre la puerta principal (lugar de honor) Armas de España Simplificadas (Cuartelado de Castilla y León) . Al timbre, Corona Real abierta y rodeado del Collar de la Orden del Toisón de Oro.
(Hago notar a los curiosos que la colocación del Castillo y Leones es inversa a la correcta, lo que se debió inspirarse en una matriz sigilar).

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2. Al lado siniestro y sobre la puerta principal. Armas de Don Alonso Molleja y Salcedo. Escudo medio partido y cortado. 1º un lucero de ocho radios (se desconocen los esmaltes) 2º En campo de gules, un aspa o Cruz de San Andrés, de oro. 3º En campo de plata, un sauce arrancado, de sinople, cargado al tronco de un escudete de oro (una de ellas desaparecida). Al timbre, yelmo plazado de perfil, con cinco rejillas vistas, adornado de plumas, y, el todo, ornado de lambrequines y volutas, o sea una clásica estructura barroca típica del siglo XVIII.
Estas armas vinieron a la familia Molleja por línea femenina ya que son propias de los Caballeros Salcedo, de origen vasco, quienes, según nos informa Argote de Molina en su obra "Nobleza de Andalucía", estuvieron representados por D. Ortum Sanz de Salcedo en la conquista de Baeza, importante hecho de guerra que tuvo lugar el día de San Andrés (30 de noviembre) del año 1227, de donde proceden las aspas de oro que enriquecen desde entonces sus blasones.
No quiero terminar estas notas sin mencionar las muy meritorias investigaciones que, sobre nuestro pueblo, vienen realizando mis buenos amigos Catalina Sánchez y Francisco Pinilla, a los cuales creo debe Villa del Río un homenaje de reconocimiento, así como significar que, precisamente, Catalina ha investigado y puesto de manifiesto el privilegio de cadenas de que gozó esta Casa, cuyo origen pudo estar en esta Real visita.