Las Puertas Diptilas de la Parroquia de la Inmaculada Concepción

(José Luis de Lope y L. De Rego)
Fuente: Revista de Feria de 1991

Si bien la parroquia de San Pedro, se construyó en 1537, cincuenta años después, es decir, en 1587 de los 696 habitantes que tenía Aldea del Río, se pasó a 3368 habitantes en 1850. Es decir, se había quintuplicado la población.
El desarrollo económico por estos años es fulminante, y la industria textil (los famosos paños y el batán) el calzado (albarcas), la industria agrícola con ocho molinos aceiteros, cinco bodegas de aceite y una aceña o molino harinero de siete piedras de cubillo, así como la importancia de la ganadería, hacen vivir a los villarenses unos años de prosperidad y esplendor.
El auge es tan espectacular, que en sólo veintiún años, es decir, en 1871, la población ha aumentado en cerca de mil habitantes (4.350 h.) , y se han construido siete nuevas calles y trescientas nuevas casas.
Por todo ello es fácil comprender que la vieja Parroquia de San Pedro, construida en el Castillo, se halla quedado pequeña y era insuficiente.
Esto unido al mal estado en que se encontraba, como consecuencia de los daños causados por las sucesivas avenidas y riadas del Guadalquivir, especialmente la catastrófica de 1821, que derribó 83 casas y dañó a más de cine, fueron los motivos por los cuales se pensó, había llegado la hora de construir un nuevo templo más espacioso y acorde con el resurgir económico de la villa.
Por todo ello, el Cabildo Eclesiástico del Obispado de Córdoba encargó el proyecto de construcción de la nueva Parroquia de la Inmaculada Concepción al arquitecto diocesano D. José Moreno de Monroy, en el año 1867.
La memoria del proyecto dice: "Construcción de una iglesia de nueva planta en el solar del edificio número 14 de la calle de los Mesones (hoy Fuensanta). En su fachada se emplearán los materiales más económicos y abundantes de la localidad, economizando sus adornos. Su construcción será de hormigón y mampostería en el cimiento, sillería en el zócalo, ángulos, contrafuertes, pilares y arcos; mampostería con verdugados de ladrillos en los macizos de los muros; bóveda tapiada apoyada en los arcos de sillería, con una sencilla armadura en forma de A para la nave central y dos colgadizos "jabalconados" para los laterales. El decorado se reduce a una sencilla moldura en la cornisa e imposta".
Moreno de Monroy concibe el edificio en el estilo de moda del momento, es decir en el Eclecticismo Romántico o Neo-medieval del siglo XIX (1845-1893).
Recién fundad la Escuela de Arquitectura de Madrid (1845), y de igual manera que el estilo Neoclásico (1750-1850), volvió sus ojos hacia los monumentos de la antigüedad clásica: Grecia y Roma, un siglo después, el Romanticismo trae como natural reacción el interés por los estilos de la Edad Media, tales como el Románico, Bizantino, Islámico, Mudéjar, y muy especialmente el Gótico, denominándose Neo-gótico.
A nivel internacional causo una gran influencia la defensa que el arquitecto francés Viollet -le-Duc (1871) hizo del estilo Gótico en el libro sobre Notre Dame de París.
La exaltada espiritualidad romántica se entusiasma en resucitar las catedrales Góticas por doquier, por ejemplo en Córdoba, la Capilla del Pretorio, junto a la Diputación Provincial, de Amadeo Rodríguez (1873), que luego realizará Rafael de Luque y Lubián, o la Ermita de los Santos Mártires en la Ribera, de Felipe Sainz de Varade, al final de la centuria.
Pero los acontecimientos políticos y las crisis económicas de final del siglo XIX no permitieron una terminación rápida del templo.
Por ello las obras debieron ir con gran lentitud, y grandes paralizaciones, pues a los veintisiete años del proyecto, en 1894, se nombra a otro arquitecto, D. Alfonso Castiñeyra y Beloix, para rematar el proyecto de terminación de las obras.
En la memoria redactada por Adolfo Castiñeyra, se especifican tres fases de actuación en la iglesia, a la vez que se advierte el estado en que se encuentra la misma.
1. Terminación de la torre, cerramiento de la fachada principal el cornisamiento general del edificio.
2. Obras de terminación de las bóvedas, solerías, guarnecidos, carpintería y vidriera.
3. Construcción de alturas, herrería y decoración en general.

Castiñeyra modifica y mejora numerosas partidas de obra, el diseño en general, remates, elementos constructivos y arquitectónicos, etc., que por su complejidad y extensión voy a omitir.
Sólo señalaré, que Adolfo Castiñeyra, es uno de los grandes profesionales que crearon un verdadero arte con su arquitectura en Córdoba.
Es un arquitecto con gran dominio de la profesión que abarca todas las tendencias de la época: el Eclecticismo (1891-1903), el Modernismo (1903-1914) y el Regionalismo (1914-1925).
Cuando está terminando la parroquia de la Inmaculada Concepción de Villa del Río en 1907, está haciendo su obra maestra, la casa de Teófilo Álvarez-Cid, hoy sede del Colegio Oficial de Arquitectos, en la Avd. de Gran Capitán. Al año siguiente, proyecta el edificio para la Diputación y Gobierno Civil (1908) en la calle Alfonso XIII.
Trece años duraron las obras de terminación de la parroquia (1894-1907), que fueron rematadas brillantemente tanto exterior como interiormente, como puede observarse en la tarjeta postal del retablo de A. Martín, Editor- Barcelona "España Regional", núm. 8.052.
Este magnífico retablo así como numerosos altares, imágenes, viguería, etc., fueron pasto de las llamas, en el incendio provocado en la Guerra Civil de 1936, que comenzando por la sacristía, se fue extendiendo por la nave central, hasta la torre que haciendo de chimenea, fundió hasta las campanas.
Pero el motivo fundamental de este articulo, es señalar, que ya en el proyecto de Moreno de Monroy, y en todas las puertas de acceso al templo, se proyectaban unas columnas junto a las jambas; sobre los plintos existentes, a la manera de un templete diptilo, que embellecían sobremanera dichas puertas. No sabemos la causa por la que no se colocaron, aunque supongo que como en la mayoría de los casos, sería por razones económicas o falta de tiempo.
Sería una gran idea, y brillante iniciativa, ahora que contamos con la Escuela Taller de cantería de Montoro, labrar las seis comunas corintias estriadas y colocarlas en el lugar que fue preparado para recibirlas, como un acto conmemorativo de las efemérides de 1992.
Hace unos días, el Concejal de Cultura, D. Francisco Jurado Riveiro y D. Antonio Sánchez Carrillo, me comentaron la intención del Ayuntamiento, de arreglar el atrio de la iglesia, con materiales nobles como la piedra molinaza y los guijos del río, armonizando con el edificio, momento que aproveché para sugerirles la idea anteriormente expresada, prometieron que la haría llegar a nuestro electo alcalde D. Juan Calleja Relaño, a quien aprovecho para desearle los mayores aciertos en su nueva gestión al frente del Ayuntamiento.