UNA IMAGEN DE VILLA DEL RÍO EN LA LITERATURA DE VIAJES

(Bartolomé Delgado Cerrillo)
Fuente: Revista de Feria de 1993

La mayor parte de los viajeros del setecientos atraviesa la provincia de Córdoba por el itinerario central que es: Andujar, Aldea del Río (Villa del Río), El Carpio, Alcolea, Córdoba, Mangonegro, La Carlota, Écija. Algunos de ellos proceden de Madrid, pero la mayoría vienen del oeste - Cádiz y Gibraltar-, lo que da idea de la importancia que tiene la entrada a España por estos puertos.
Esta ruta es parte del Camino de Andalucía - vía Despeñaperros- que se consolida definitivamente en el siglo XVIII y muestra la perfecta centralidad de la capital dentro del territorio cordobés y el abandono de la unión Córdoba-Sevilla por la margen derecha del Guadalquivir - vía Posadas y Palma del Río-, que es entonces sólo recuerdo.
Este denominado Camino de Andalucía debe su origen y orientación a los romanos, quienes se asentaron en el antiguo poblado de Sissia, de origen ibérico, y construyeron ese magnífico puente sobre el arroyo Salado, cuya disposición obedece a la misma dirección que marca el citado camino.
El hecho de encontrarse nuestro pueblo en esa ruta ha condicionado sobremanera su estructura de "pueblo caminero", reflejándose en su actual morfología urbana, si bien no ha sido factor determinante; se trata de una situación urbana ribereña - su epíteto actual del Río y su denominación romana Ripa son bastantes significativos al respecto- junto al Guadalquivir y su emplazamiento en el llano le ha dado esta clarísima estructura caminera, con eje longitudinal -la antigua travesía de la carretera nacional IV - y escasa expansión lateral.
Otro dato en cuenta: según algunos documentos existentes en el Archivo Municipal de Córdoba y fechados hacia 1531, la ciudad de Córdoba era propietaria del castillo de la aldea -hoy actual ayuntamiento-. Ni que decir tiene que a todo el peso del poder que la ciudad ejerció sobre Aldea del Río como una más de sus aldeas, se unían el establecimiento de la aduana al Reino de Córdoba por el Guadalquivir y ser la primera población cordobés con el viajero y sus mercancías se encontraban viniendo desde Castilla por el puerto de Muradal.
Evidentemente los viajeros no restringen sus apreciaciones a los caminos, sino que nos informan sobre los pueblos y paisajes -principalmente agrarios- por los que pasan. Son muy diferentes las opiniones según la época a que hagamos referencia. Así en la Edad Media es muy posible que abundaran más el minifundio que el latifundio, dada la pequeñez del término de Aldea del Río. Los únicos latifundios conocidos hasta hoy en relación con la Aldea del Río, aunque no de su término, durante la Baja Edad Media eran dos de la Vega de Armijo. Sus propietarios fueron don Juan Martínez de Sousa. Las relaciones permanentes del laboreo de las fincas de la Vega de Armijo con Villa del Río radicaban en que, al menos, los herederos del primero poseían, a la vez, numerosas pequeñas propiedades n el término de la aldea.
Por la que se refiere al aprovechamiento de la tierra y paisaje agrario del término, aparte de la dehesa para pastos del consejo de la aldea, los vecinos se dedicaron preferentemente al cultivo de cereales y de viñas durante los siglos XIII y XIV en una proporción muy aproximada del 50% del termino para cada uno de los cultivos citados. Desde comienzos del siglo XV se acusa la presencia de olivares y almendrales en extensión difícil de precisar, dada la escasez de datos que aporta la documentación reunida al efecto. A ello hay que añadir el aprovechamiento de los cañaverales del río, muy significativos en el paisaje local, ya que aún hoy y desde el siglo XIV hallamos topónimos relativos a los mismos.
Industrias subsidiarias de estos cultivos -cereal y viñas- fueron los lagares y bodegas para el almacenamiento del vino, y las aceñas o molinos de cuya extensión, aprovechando la corriente del Guadalquivir, tenemos noticia desde los primeros años del siglo XIV. Próximas al término se encontraban las aceñas de la Vega de Armijo, propiedad de Don Juan Gil de Alcázar, y junto a la aldea se situaban otras, desde la misma fecha, de uso, indudablemente, aldeano.
En general, es patente una gran fidelidad y exactitud en la descripción del paisaje agrario- por el que los ilustrados sienten pasión-, también del urbano, y por supuesto del patrimonio artístico y arqueológico. Uno de estos viajeros ilustrados del siglo XVIII, Antonio Ponz, en su obra titulada Viaje por España, en que se da noticia de las cosas m
más apreciables, y dignas de saberse, que hay en ella, en el tomo XVIII, dedicado a Andalucía, describe el paisaje agrario del valle del Guadalquivir en el tramo Aldea del Río - Córdoba. Los extremos que éste consigna, aunque sin su precisión, se corroboran por otros viajeros. Así la importancia del Valle en olivares y granos, que "jamás -dice L. Fernández de Moratín, uno de ellos- los he visto más hermosos ni en mayor cantidad".
Es también Ponz el que recoge una visión un tanto esquiva e indiferente de nuestro pueblo, bastante banal, por cierto: "Aldea del Río me pareció población de quinientos o seiscientos vecinos, repartidos en dos o tres calles muy largas, con una parroquia, donde nada encontré que poderle decir a usted. Se ocupa parte del vecindario en fabricar paños ordinarios. El nombre de Aldea del Río es porque el Guadalquivir pasa tocándola por su lado de poniente".
Otro inquieto viajero del Setecientos, el inglés H. Swinburne, que recorrió nuestro país en los años 1775 y 1776, nos aporta una visión más entusiasta y pormenorizada sobre los alrededores de nuestro pueblo hasta llegar a la misma Córdoba. Es de destacar su precisión en la descripción del paisaje agrario de los alrededores de la capital, respectivamente viniendo de Sevilla y al norte y este de aquella: "El campo es completamente desnudo, acolinado y arable. La panorámica del río, la ciudad, y los bosques de los cerros opuestos es extremadamente agradable y pintoresca".
"Los alrededores son deliciosos y se disfruta de una rica variedad de bosques, altozanos y cultivos, vivificados por la abundancia de agua clara. La tierra llana produce olivos y trigo, y mucho de este terreno está ocupado por huertas, donde prosperan frutales de gran tamaño, que parecen muy formados y saludables. Los terrenos más elevados están cubiertos por encimas y pinos, que los labradores arrancan en las mejores parcelas para plantar olivos y algarrobos. Las casas de campo están construidas en medio de cercados y huertos de naranjos. La tierra calma se arrienda por una cantidad fija de grano o variable según la cosecha, los eriales se ceden a cambio de una cierta renta en metálico".
A grandes rasgos, las informaciones que aquí se han dado sobre la morfología urbana y rural de nuestro pueblo han de ser consideradas dentro de un marco más amplio, que el profesor López Ontiveros denominada pueblos campiñenses, refiriéndose a una comarca cordobesa que abarca treinta y dos municipios y agrupados en una interesante clasificación hecha a partir de su morfología urbana, en virtud de la cual hay los siguientes tipos:
- Pueblos Ribereños: Montoro, Castro del Río, Puente Genil, ...
- Pueblos Camineros: Pedro Abad, Villa del Río, ...
- Pueblos de Llanura: Villafranca, La Carlota, La Victoria, ...
- Pueblos de Emplazamiento mal Definido: Cañete, Bujalance, Valenzuela, ...

La importancia de Villa del Río radica fundamentalmente en ser cabecera de la ruta que da entrada a la provincia de Córdoba. Por la trascendencia histórica casi mítica de Córdoba, esta capital concentra tanto la atención de los viajeros ilustrados que el detalle que dedican al territorio de su jurisdicción es bastante menor. Además el estado lamentable de los caminos del norte y sur provincial y el pie forzado que le impone su itinerario normal, que es el de Madrid a Sevilla, o la inversa, en el tramo Aldea del Río - Córdoba- La Carlota del camino de Andalucía, obviando casi por completo el resto del territorio cordobés.

Salvando este escollo, los datos que nos ofrecen estos viajeros ilustrados no omiten temas que les son muy queridos: el estado de los caminos, sus ventas y pueblos intermedios, los paisajes del Valle y Campiña proverbialmente ubérrimos, las realizaciones carolinas cordobesas. Todos estos temas, pues se devanan en sus relatos y tan sugerente es lo que en ellos nos informan como lo que sugieren sobre su mejora: el regadío que se podía desarrollar, el poblamiento que se podría crear, el arbolado que se podía plantar, las poblaciones que se podían establecer...

Por último, en épocas más recientes, también han sido varios los viajeros que, por uno u otro motivo, han pasado por nuestro pueblo y han dejado testimonio escrito del carácter de sus gentes, de su paisaje y de sus costumbres y tradiciones. Merecen destacar, entre otros, los nombres de Francisco Solano Márquez y Guzmán Reina. El primero habla de Villa del Río en su obra "Pueblos cordobeses de la A a la Z". He aquí sus palabras: "Estrella del Guadalquivir. Estrella por la Virgen de la Estrella, la patrona. Y Guadalquivir, rió grande, que estrecha al pueblo en su meandro, en un abrazo ceñido como una verónica. El pueblo se extiende alargado en suave curva, cautivo entre el río y la carretera por un lado y la vía de ferrocarril por el otro. Pueblo caminero, como le llama López Ontiveros, se ha amoldado al camino y es guardián vigilante de la puerta oriental de la provincia. Jaén empieza pronto. Villa del Río estampa en el alma del viajero del beso blanco de la bienvenida o del adiós".

Villa del Río siempre ha estado ligado al Guadalquivir, tanto, que antes de ser villa fue Aldea del Río, y antes aun Ripa u "orilla". Baja el río sin prisa y se complace en ser verde espejo donde la villa se mira cada mañana o cada tarde.
Por su parte, Guzmán Reina, que también es un fino poeta, piropeó una vez a nuestro pueblo con estas palabras: "En Villa del Río, la antigua Ripa, el agua alumbra huertas por el llano y sonríe a la Virgen de la Estrella, porque desde las sierras, viene reflejando luceros en su cristal tembloroso".
Es a la orilla del río donde mejor se mide el pulso y el alma del pueblo, recostado al pie de los olivares y mirándose en el agua tocado con la rojiza peineta de la torre parroquial. El río también se inmola aquí para fortalecer los partos de las hectáreas puestas en riesgos.

El Escudo Heráldico de Villa del Río

Autor: José Luis Lope y Lopez de Rego
Fuente: Revista de Feria 2003

GENESIS DE ESCUDO
1. Motivación del Trabajo
2. Propuesta Primitiva del Escudo.
3. Estudio e Investigación del Nuevo Escudo.
4. Proceso de la Composición del Escudo.
5. Aceptación del Escudo.

EL ESCUDO HERÁLDICO
6. Los Símbolos del Escudo Heráldico:
6.1. La Estrella de Plata.
6.2. El Puente Romano.
6.3. El Río Guadalquivir.
6.4. La Corona Real.
6.5. El Hecho Histórico Nobiliario:
6.5.1. Fernán Ruiz de Aguayo. Hacia 1237.
6.5.2. Martín Alfonso Fernández de Córdoba. 1465-1468 Señor de Montemayor y Alcaudete.
6.5.3. Antonio Alfonso de Sousa y Guzmán, 1636. I Señor de la Villa de Aldea del Río.
6.5.4. Aclaración sobre el Escudo de Armas de los Señores de la Villa de Aldea del Río.

7. Dibujo y Descripción del Escudo.



1. MOTIVACION DEL TRABAJO

La idea comenzó en el verano del año 1960, a raíz de unas interesantes tertulias que se organizaban al anochecer y darme cuenta de que la mayoría de los pueblos de la provincia que competían deportivamente al fútbol con nuestro equipo el Villa del Río CF. , lucían el escudo heráldico que representara al pueblo en los diversos certámenes y eventos deportivos provinciales o regionales.
En los concursos de pesca, certámenes literarios, en los deportivos, en los de cante flamenco, etc., no existía un símbolo, un anagrama, un emblema, un distintivo que representará a nuestro pueblo.
Al menos, nadie sabía de la existencia de esa insignia o blasón.

2. PROPUESTAS PRIMITIVAS DEL ESCUDO.

Entonces fui a ver al Secretario del Ayuntamiento, D. Luis Peñalver, el cual me manifestó que aún no se había aprobado ni tramitado ningún escudo oficialmente.
Me comentó que apenas se acordaba, pero que le parecía que después de la Guerra Civil, se había hablado del asunto, y se había consultado a algún erudito en la materia, tal vez a D. Pedro Criado Sotomayor, e incluso recordaba que se había dibujado a lápiz alguna propuesta.
Creía que dicha propuesta consistía en un escudo cortado que tenía en el cuartel superior tres montañas (Cerro Relaño, Cerro Morrión, Cerro de San Cristóbal) que representaban a los tres cerros más relevantes que conforma la coronación de la ladera norte o topografía de la mata de Monterreal, al sur del pueblo.
En el cuartel inferior, se situaba un castillo.
Partiendo de éstos elementos, e incluso de otros me dijo que recordaba haber visto otras combinaciones.
De todas formas, todas éstas conjeturas y propuestas se habían olvidado y no se había realizado ni tramitado nada oficialmente.



3. ESTUDIO E INVERSTIGACION DEL NUEVO ESCUDO

A partir de ese momento, me propuse trabajar en el tema, para conseguir algo que verdaderamente representara y fuera viva imagen de la realidad y de la historia de la Villa.
Estudié los escudos heráldicos de Montoro, Andujar, Bujalance, Porcuna, Cañete de las Torres, El Carpio, Lopera, etc,.
Profundicé en la historia de nuestro pueblo, asesorándome fundamentalmente de D. Pedro Criado Sotomayor, miembro correspondiente en Villa del Río de la Real Academia de Córdoba, y de D. Manuel Jiménez, D. Miguel Alvear y Sánchez-Guerra, D. José Cabello Cañete, D. Bartolomé Calzadilla Illescas, etc. así como de cuantas personas podían facilitarme alguna información al respecto, al principio de la década de 1960.
Por aquellos años, tras una búsqueda infatigable D. Pedro Torralba García, me facilitó una copia del librito, "Memoria de Villa del Río", de José María de la Vega, del año 1873 que casi nadie conocía y que se daba por perdido o desaparecido en el pueblo. Para la mayoría de los villarrenses era la primera vez que lo veíamos. A partir de entonces pudimos contar con un ejemplar.
Cabe señalar que hasta 1960 la preocupación y las actividades culturales en Villa del Río eran prácticamente nulas. Todo l esfuerzo se empleaba en sobrevivir y tratar de salir adelante, tras la tragedia y la calamidad que supuso la Guerra Civil y los subsiguientes "años del hambre".
Tan sólo Alfonso Romero Cerezo, llamado cariñosamente "Alfonsito" se esforzaba personalmente por sacar de la atonía provinciana a nuestro pueblo, creando sus famosos Juegos Florales Poéticos y Literarios, llevando a los jóvenes a pasar unas inolvidables vacaciones al Puerto de Santa María (Cádiz), organizando La Peña Deportiva y Recreativa de Pesca Matías Prats, promoviendo Concursos Internacionales de Pesca, instituyendo los Personajes Famosos de Villa del Río, potenciando tanto desde la Presidencia como de socio de base, el Villa del Río Club de Fútbol, y finalmente a través de sus artículos costumbristas en el diario Córdoba, como Cronista Oficial de la Villa.
Aquel verano de 1960 y los siguientes, fui analizando los valores históricos, culturales, religiosos, nobiliarios, físicos o geográficos más relevantes de nuestro pueblo, y formando combinaciones que dibujaba en cartulinas.
Uno de los que tuvo mayor aceptación fue una combinación "terciada en faja", situando los tres cerros de Monterreal en el cuartel superior o jefe, el Castillo en la faja central, y las ondas del río en la punta, etc.



4. PROCESO DE COMPOSICION DEL ESCUDO

Una vez compuesto hubo un paréntesis, o proceso de maduración o aceptación de varios años, aproximadamente unos diez años, en los que yo traté de ir explicando y divulgando el contenido del mismo.
Pero fue a raíz de la llegada de la Democracia hacia 1976 cuando se comenzó el proceso de legalización oficial, a petición del primer alcalde democrático D. Bartolomé Delgado Canales.
Como mis conocimientos en heráldica eran limitados, a tal efecto me puse en contacto con D. Juan Bernier Luque, Académico, historiador y poeta que en aquel momento se hallaba trabajando en Diputación en el Catálogo Artístico y Monumental de la Provincia de Córdoba. Le hablé del encargo que inmediatamente aceptó con sumo agrado, y del proceso que había seguido para componerlo.
Para mí fue muy gratificante su felicitación por el laborioso trabajo realizado.
Le pedí que él redactara la memoria y descripción del mismo, y que introdujera el símbolo heráldico más adecuado y conveniente manifestándome al poco tiempo, que él consideraba que debía de ser del Mayorazgo de Aldea del Río, fundado por don Antonio Alfonso de Sousa en 1636.
Le explique a Juan Bernier como pacientemente desde el año 1960 al 1970 había consensuado el escudo con medio pueblo de la siguiente manera:
Dibuje varios escudos en color, entre ellos el que me comentó D. Luis Peñalver secretario del Ayuntamiento y me dedique durante los veranos siguientes a 1960 a enseñarlos discretamente, en todas las ocasiones que se me presentaban, tales como en las tertulias de los bares, en el fútbol, en los concursos de cante, en la caseta de feria, en las romerías, en las reuniones de amigos, etc.
Recuerdo especialmente con el énfasis y satisfacción que eligieron el escudo algunos paisanos como Bernardo Cerezo, mi tío Pepe Sabio, Miguel Ángel Alvear, mi hermano Miguel, José Luis Mañas (Pepitín), Eduardo Vinuesa, Ángel Cabrera, Pedro Bueno, Matías Prats, Juan de Dios Domínguez, Pedro Luis de León y Palomeque, Antonio Calleja, Juan Ramírez Castro, Fernando Cerezo, Alfonsito Romero Cerezo, Sebastián Centella Pérez, etc.
Y digo énfasis, porque todos me decían que los otros escudos podrían ser de un pueblo cualquiera, pero que el de la Estrella, el Puente Romano y el Río Guadalquivir, ese sólo podía ser de Villa del Río.
No podéis imaginar lo gratificante que era para mí constatar que la casi totalidad del pueblo apostaba por la propuesta que yo también consideraba las más acertada.
Sin darme cuenta hacia el año 1970, el escudo ya se conocía y había sido aceptado popularmente.
Aún faltaban cinco o seis años para que llegase la deseada Democracia y había sido elegido casi por mayoría.



5. ACEPTACION DEL ESCUDO

Pasaron los años, y en la romería de San Isidro Labrador, hacia el año 1970, Rafael Muñoz Moreno, gran entusiasta de la historia y de las cosas de nuestro pueblo, promovió con un grupo de amigos una carroza con el escudo gigante de tres metros de altura por dos de ancho, realizado con claveles de todos los esmaltes o colores del mismo, y como único protagonista de la mis, que fue acogido popularmente con el mayor éxito y muchísimo aplausos y algún premio. Fue el "bautismo de sangre" del escudo. Felizmente había sido aceptado y reconocido por todo el pueblo.
Desde entonces el Ayuntamiento, las Instituciones oficiales las peñas, los equipos deportivos, las imprentas, los taxis, las publicaciones, todo el mundo asumió el Escudo Heráldico como algo propio, como el símbolo de Villa del Río.
En el año 1973, ya salió aunque muy tímidamente y en un pequeño y esquemático dibujo, en la parte superior izquierda de la revista de feria, siendo alcalde Miguel López Baeyens.
A partir de entonces se incluía en las portadas de la mayoría de las revistas de feria.
El primero que lo dibujó artísticamente y en policromía fue el distinguido pintor villarrense y gran amigo mío Ángel Cabrera Polo, en 1965.
Por esos años, un gran escudo en policromía pintado por él, presidió las Jornadas organizadas por la "Casa de Córdoba", en Madrid en la antigua residencia del famoso político cordobés D. Niceto Alcalá Zamora, en la C/ Martínez Campos, con motivo del "Día Provincial de Villa del Río" hacia 1969-70, que fue todo un éxito, a pesar de las manías de Pedro Bueno, que fue el único villarrense que se negó a exponer algún cuadro suyo.
Después lo dibujó magníficamente y sirvió para hacer las tallas del escudo en madera policromada de las puertas del Salón de Actos del Castillo, para sede del actual Ayuntamiento, entre los años 1979-83, mi sobrino Miguel Carlos Clemensotson Lope, licenciado en Historia del Arte y hoy día Director de la Escuela de Artes y Oficios de Córdoba.
Por petición del Ayuntamiento de Villa del Río, tuve la ocasión de explicarlo públicamente su génesis y contenido en Canal Sur, con motivo del popular programa de Televisión "Tal como somos" en el año 1986,siendo alcalde Bartolomé Delgado Canales, uno de los más entusiastas defensores del escudo, en cuyo mandato se aprobó y a quien dedico mi reconocimiento por su constancia e interés por ese símbolo de todos los Villarrenses.
Por otro lado en la revista de Feria del año 1983, siendo alcalde también Bartolomé Delgado Canales, el escudo perfectamente dibujado y en toda su policromía, ocupaba toda la portada de la misma, en reconocimiento a su Adopción Oficial.
El expediente de la legalización oficial el Escudo Heráldico se concluyó y se tramitó al correspondiente organismo, pero la falta de una labor de seguimiento hubiera impedido la lamentable comunicación de que se ha perdido el expediente. Así que tendremos que empezar de nuevo.



EL ESCUDO HERALDICO

6. LOS SIMBOLOS DEL ESCUDO HERALDICO:

6.1. LA ESTRELLA DE PLATA.

Constaté desde el punto de vista religioso, la enorme devoción que todo el pueblo, siempre por la Virgen de la Estrella, desde su aparición en el Humilladero, entonces matorral o monte bajo de Monterreal, en el estío de 14992 o 1495.
Luego la estrella de ocho puntas de plata, era un símbolo fundamental a tener en cuenta, y que por cierto se halla cincelada en las andas de plata de la virgen, y representaba en la parte superior o ático del retablo de la ermita, en un trabajo original atribuido al retablista Juan Fernández del Río, hacia el año 1749. También se encuentra esculpida en la piedra molinaza de la fábrica de la Parroquia de la Inmaculada Concepción, del arquitecto Adolfo Castiñeyra Boloix del año 1907.

6.2. EL PUENTE ROMANO

Después analizando la historia constaté que no existe ningún vestigio, ruina o resto arqueológico más antiguo y con más historia en toda la villa, que el Puente Romano.
También el puente tenía para mí en ese momento unas connotaciones muy significativas, en cuanto podía ser el símbolo de unión de dos ideas diferentes, de dos formas de pensar. Era el elemento que unía las dos orillas y ayudaba a resteñar a la vez la herida que subyacía y que todos tratábamos de superar. En aquel momento deseábamos potenciar esa unión, queríamos fomentar la solidaridad y necesitábamos grandes dosis de comprensión.
A la vez por su lomo había transcurrido "toda la Historia de España", desde la época Romana, hasta nuestros días, pues había estado en uso hasta el año 1950.
Por otro lado era una joya de la arquitectura romana y nada menos que Monumento Nacional desde el año 1931, en el Presidente de la II Republica Española, D. Nieto Alcalá Zamora y su Ministro de Estado D. Alejandro Lerroux, dos insignes cordobeses, así lo había declarado por Decreto del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, así como posteriormente ha sido declarado Bien de Interés Cultural por la ley 16/1985 de 25 de Junio del Patrimonio Histórico Español, y demás normativas de la Comunidad Autónoma de Andalucía.
Por tanto, el Puente Romano era otro elemento, otro símbolo a tener en cuenta, desde mi punto de vista.
Construido en piedra molinaza de Montoro, recrea un efecto óptico al atardecer, cuando el sol de poniente jiza de su fábrica, resalta toda su belleza y esplendor como si estuviera construido con sillares almohadillados relucientes como el oro, originados por el destello de la cuarcita.



6.3. EL RIO GUADALQUIVIR.

Continué estudiando su geografía, sus rincones, sus parajes, el valle, la vega, la campiña, el paisaje, etc, y no hallé un símbolo más enigmático y sugestivo que nuestro gran río, esa gran corriente de agua que da la vida a su fértiles tierras, y es fuente de inagotable riqueza, símbolo permanente de sus historia, desde los tiempos más remotos y vía natural de penetración de todas las culturas.
Por nuestro río denominado en un principio Tartesos penetró esa primera cultura, que fundío Sitia en la desembocadura del arroyo del Salado con el Guadalquivir, y aquella final originó la región Ibérica de la Turdetania con su capital en Korduba, así como las culturas Fenicia, Griega y Cartaginesa.
También el río Betis, fue la vertebración de la Provincia de la Betica en época Romana, entonces navegable y con numerosos puertos fluviales como el de Ripa (Villa del Río)
Los árabes le dieron su actual nombre Guadalquivir que significa: Wad=Río, Quivir=Grande. Cautivados por sus fértiles aguas, pues venían del desierto, supieron crear el mejor sistema de regadíos elevando las aguas mediante norias (al-Na ura), y distribuyéndola mediante canales (qanat) y acequias (al-saqiya), haciendo florecer en todo el valle un verdadero vergel de vegas, huertas, arboledas y frutales muy productivos y abundantes.
Luego el Guadalquivir, representado en sus ondulantes olas azules o fajas, era también otro elemento importante a tener en cuenta en la simbología villarrense.

6.4. LA CORONO REAL

La tradición histórica nos relata que desde la época árabe, e incluso anterior, el lugar era un coto muy abundante en caza mayor, por lo que desde los primeros tiempos fue uno de los preferidos por los emires y califas de Córdoba y pertenecientes a las propiedades reales. Posteriormente ya en época cristiana la mayor parte del tiempo perteneció al patrimonio realengo de la Corona, administrado por el Concejo de Córdoba.
Por ello el Emperador Carlos V, el día 18 de Abril de 1531 autoriza al Concejo de Córdoba, a deshacerse de la propiedad del Castillo de Aldea del Río para que en el mismo se pudiera hacer la iglesia del lugar.
Fueron muy puntuales las épocas que perteneció a la Casa de Aguayo a raíz del Repartimiento del Rey Fernando III en 1235-36, o a la Casa de Montemayor en la Guerra Civil entre Enrique IV el Impotente y el infante don Alfonso, entre los años 1465-1469, o bien a la Casa de los Sousa de Portugal, desde la Fundación del Mayorazgo de la Villa de Aldea el Río en 1636. A parte de estos pequeños espacios de tiempo, es decir la mayor parte de la historia, la Aldea ha pertenecido a la Corona de Castilla. De ahí la utilización de la corona real.



6.5. EL HECHO HISTÓRICO NOBILIARIO.

Finalmente según D. Juan Bernier, era necesario y deseable introducir el símbolo puramente heráldico, aunque este no tuviera en la hora presente de Villa del Río, la fuerza y la importancia que tenían, los tres elementos descritos anteriormente, es decir la Estrella, el Puente Romano y el Río Guadalquivir.
Los tres hechos de la nobleza más importantes relacionados con Aldea del Río, son los siguientes:

6.5.1. FERNAN RUIZ DE AGUAYO (1235-1236)
En el Repartimiento que hizo el Rey Fernando III, el Santo recién conquistada la ciudad de Córdoba, a todos los que habían participado en las luchas y batallas de conquista en los años de 1235-1236, le correspondió el Castillo de Carit y Güat (Villa del Río) con todas las tierras llanas y las montañas a Fernán Ruiz de Agüayo, rico hombre cuya noble casa estaba en el lugar de Moñedo en el Valle de Iguña, en las montañas de Santander, el cual a costa auxiliaba a su Señor Rey con trescientos peones, pendón y caldera, en señal de que tenían tropas que ordenaban y mantenían de su propio peculio.
Fernán Ruiz de Agüayo fue uno de los conquistadores de Baeza (San Andrés, 1227), y Úbeda (1234) como premio a su valor entró en el repartimiento de tierras.
Don Fernán Ruiz de Agüayo debió participar en la toma de Aldea del Río hacia 1235 pero a la hora de hacer el Rey el repartimiento ya había fallecido.
Por ello como en este castillo se había tomado a los moros con su ayuda y especial arrojo, lo donó a su hijo don Diego Fernán de Agüayo, Señor de la Torre de Aguayo y entre otros motivos también por haberse distinguido en la conquista de Córdoba y Écija, pero sobre todo por haber sido el primero que enarboló el pendón real en la torre mayor de las murallas de esta última ciudad, cuando se tomó en 1240.
En tal sentido los primeros Señores de las fortalezas de Carit y de Güat con todo el terreno llano y las montañas, (hoy castillo y término de Villa del Río) corresponden al noble linaje y Casa de los Aguayo.
El escudo de Armas es el siguiente: ESCUDO DE PLATA, TRES FAJAS DE AZUR, ONDEADAS, BORDADURA DE ORO Y OCHO CALDERAS DE SABLE.
(Por ello las fajas, ondulantes de azur que simbolizan el río Guadalquivir, podrían tener en el escudo de Villa del Río un doble significado heráldico).



6.5.2. MARTIN ALFONSO FERNANDEA DE CORDOBA
V Señor de Montemayor y IV de Alcaudete.- (¡465-1468) entre el rey Enrique IV, el Impotente y su hermano el infante don Alfonso, ambos hijos de Juan II de Castilla y hermanos de Isabel la Católica en el reino de Córdoba igual que el resto de España, de inmediato se originaron dos bandos, uno partidario del rey y su valido, don Beltrán de la Cueva, duque de Alburquerque, encabezados por don Diego Fernández de Córdoba, Señor de Baena y Conde de Cabra (1455), Don Martín Alfonso Fernández de Córdoba de Montemayor y su hermano Fernán Pérez de Montemayor, el señor de Palma del Río, y el Obispo don Pedro de Solier, entre otros.
En el reino de Jaén contaba con el Condestable don Miguel Lucas de Iranzo.
Por el lado del infante don Alfonso, además del Arzobispo de Arcos y de Medina Sidonia, en Córdoba encabezaba el bando don Alfonso Fernández de Córdoba, Señor de la Casa de Aguilar y dueño durante la guerra de la ciudad de Córdoba. En el reino de Jaén estaba a su favor el maestre de Calatrava don Pedro Girón, el gran agitador de Andalucía, y hermano de don Juan Pacheco, marqués de Villena.
Desde septiembre de 1464, Córdoba es escenario de las primeras revueltas callejeras entre los dos bandos.
A primeros de 1465 don Alfonso de Montemayor, toma las fortaleza de Aldea del Río de hecho, como llave del camino real, del camino del Cañaveral propiedad de la Orden de Calatrava, y de las aceñas o molinos harineros en el río.
El 12-07-1467, el rey le otorga el Señorío de Montoro a don Martín Alfonso de Montemayor.
En septiembre de 1467 se produce el asalto al Palacio Episcopal, y el encastillamiento de la torre de la Catedral.
A primeros de julio de 1468 se produce un ataque del Conde de Cabra a Bujalance.
El infante don Alfonso es envenenado en Cardeñosa (Ávila) y muere el 5 de julio de 1468, a la edad de quince años.
Concluida la guerra, el 26 de mayo de 1469, el monarca le concede al Conde de Cabra el Señorío de Adamuz.
En 1469, Fernán Pérez de Montemayor, hermano del señor de Montemayor y Alcaudete, toma posesión con carácter señorial del castillo de Aldea del Río.
Al poco tiempo después, viene Enrique IV con un gran ejercito a Córdoba a poner orden y reconciliar a los dos bandos.
En las capitulaciones figura la devolución a la corona y cabildo de la ciudad, de la fortaleza de Aldea del Río, entre otras, así como la demolición de la misma.
Luego en el interregno de la guerra civil, la fortaleza o castillo de Aldea del Río había pertenecido a la Casa de Montemayor, representada por don Martín Alfonso Fernández de Córdoba de Montemayor.
El escudo de armas de los de Montemayor: En campo de oro, tres fajas de gules y una banda de sble engolada en dragantes de sínope con bordadura de plata.



ANTONIO ALFONSO DE SOUSSA Y GUZMAN.-
El linaje de los fundadores de Mayorazgo de la Villa de Aldea del Río, según Alfonso Porras de la Puente, descendiente del rey Alfonso II de Portugal (1185-1223), casado con doña Urraca hija del rey Alfonso VIII de Castilla, quién le dio cinco hijos.
Dos de estos hijos llegaron a ser reyes de Portugal, el primero Sancho III (1210-1279), de donde procede nuestro linaje al casar en 1254, segundas nupcias con Beatriz de Castilla, hija natural del rey Alfonso X el Sabio.
Esta varonía está relacionada con la llegada a Córdoba de don Vasco Alfonso de Sousa, el cual debió llegar a Castilla con el séquito y cortejo de la reina doña María de Portugal al contraer matrimonio con el rey Alfonso XI de Castilla (1311-1350).
Vasco Alfonso de Sousa, era el tercer nieto del rey Alfonso III de Portugal, luego era también sobrino de la reina doña María de Portugal, y por tanto primo segundo del rey Pedro I, el cruel.
Este rey y en agradecimiento a los servicios prestados por don Vasco Alfonso, a su madre, la reina doña María de Portugal, sobre todo en el asunto de los amores del rey con doña Leonor de Guzmán, le nombró Alcaide y Justicia Mayor de Córdoba y Señor de Castil-Anzur (Puente-Genil) 1366.
Vivió don Vasco Alfonso de Sousa en la casa-palacio de estilo mudéjar situada en la plaza de Jerónimo Páez, frente al actual Museo Arqueológico. Esta casa fue restaurada en 1350 por el alarife medieval maese Mohamed.
En esta casa tuvo Enrique II de Trastamara, con su hija doña Juana Alfonso de Sousa, un hijo bastardo llamado Enrique, al que le concedieron le titulo de Conde de Cabra y duque de Medina-Sidonia, y que murió a la edad de veinte años.
A Vasco Alfonso de Sousa le sucedió en el Señorío de Castil-Anzaur, su hijo Diego Alfonso de Sousa, que murió hacia 1413.
A este le sucedió su hijo Juan Alfonso de Sousa, que fundó el Mayorazgo de Rabanales, fue Alcaide del castillo de Bujalance y del Alcázar de Córdoba, así como Justicia Mayor y Veinticuatro de Córdoba. Murió en 1479.
Le sucedió en el Mayorazgo de la casa de Sousa, su hijo Diego Alfonso de Sousa, casado con Juana Carrillo.
Le sucedió su hijo Antonio Alfonso de Sousa, casado con doña Marina Fernández de Córdoba-Figueroa.
Sucedió en el Mayorazgo a éste último, su hijo Diego Alfonso de Sousa, casado en segundas nupcias con doña Ana de Saavedra de Guzmán, conocida por Ana de Guzmán.
Estos fueron los padres del fundador del Mayorazgo de la Villa de Aldea del Río, es decir, de don Antonio Alfonso de Sousa y Guzmán, casado con doña Luisa Carrillo de Córdoba y Bocanegra, primer señor de la villa de la Aldea del Río.
Don Antonio Alfonso de Sousa, fue bautizado el 13-VIII-1575. Era Caballero de la Orden de Santiago, primer Señor de la Villa de la Aldea del Río, Vº del Mayorazgo de Rabanales, etc., alguacil mayor del Santo Oficio de la Santa Inquisición de Córdoba, en propiedad por nombramiento del Rey Felipe III, Tercer Alcalde del Castillo de La Rambla, fiel ejecutor mayor de la ciudad de Córdoba, con voz y voto en el Cabildo, Caballero XXIV de Córdoba. Sirvió valerosamente al Rey y a la patria en las expediciones de Arache y la Mamola.
Desde muy antiguo la casa de Sousa, tuvo tierras y posesiones en la Aldea, tal como se acredita en el pleito a favor de doña Mayor Martínez de Sousa, por el que reclama la posesión de unas tierras hacia 1359 en la Aldea.
Tal vez por esa tradicional vinculación y posesión de tierras y bienes de la Casa de Sousa en la Aldea, don Antonio Alfonso de Sousa, confirmó en 1628 al rey Felipe IV (1605-1665), la jurisdicción y señorío de Aldea del Río, en 3.272.000 maravedíes.
A los ocho años , es decir en 1635 Felipe IV, agobiado económicamente por el sostenimiento de las costosísimas e interminables guerras europeas y aprovechando los aires abolicionistas de los antiguos señoríos, cuyos bienes se encontraban en gran parte abandonados y en ruina, vendió la jurisdicción y el derecho de nombramiento de alcaldes y regidores, al pueblo de Aldea del Río, al precio de 500 maravedíes por vecino, y como hemos dicho antes, la Aldea tenía 160 vecinos, resultan 80.000 maravedíes, que se pagaron entregando un primer plazo de 1200 ducados de oro, que se habían recaudado de arbitrios para hacer cárcel y reloj nuevo, y el resto del caudal del Pósito, arrendamientos de las dehesas boyales y otros arbitrios.
Los habitantes del Aldea del Río, ya emancipados y orgullosos de dirigir ellos mismos su propio destino, creyeron llegado el momento de solemnizar su mayoría de edad, solicitando al rey, el título de "Villa", para su próspero y laborioso pueblo en creciente desarrollo, título con graciosa y gustosamente, el rey Felipe IV, concedió según real cédula del año 1635.
A partir de esta fecha la Aldea pasó a denominarse Villa de Aldea el Río, nombre que con el tiempo fue perdiendo el término de aldea, para denominarse finalmente Villa del Río.
Reclamó ese mismo año, don Antonio Alfonso de Sousa, el derecho de recuperar nuevamente la jurisdicción y oficios municipales, solicitud que no sólo fue denegada, sino que se le apercibió para que no inquietase con más pleitos al Cabildo Municipal de la Aldea, sobre su pretensión de nombrar los oficios municipales y la justicia, bajo pena de 1000 ducados.
A pesar de todo, al año siguiente en 1636, don Antonio Alfonso de Sousa volvió a insistir reclamando sus derechos sobre el señorío de Aldea del Río, y como Felipe IV necesitaba dinero a toda costa para financiar las guerras europeas, volvió a recuperarlo por la vía de la fundación del mayorazgo.
El Mayorazgo es una institución feudal, destinada a perpetuar generalmente en los primogénitos de la familia, la propiedad de ciertos bienes (tierras, inmuebles, tributos, etc,) dejados en herencia de manera que no puedan ser enajenados por el heredero, que venía obligado a transmitirlos a su sucesor intactos.
Por ello en 1636, don Antonio Alfonso de Sousa y Guzmán, fundó el "Mayorazgo de la Villa de Aldea del Río" con todos los derechos y prerrogativas que conlleva el mayorazgo, entre los que figura la posesión del título nobiliario de "Señor de la Villa de Aldea el Río"
Don Pedro Isidro Alfonso de Sousa, fue el último señor de la Villa de Aldea del Río, dado que las Cortes de Cádiz abolieron los mayorazgo y señoríos en 1820 y finalmente en 1836 ya en las postrimerías del reinado de Fernando VII y don Pedro Isidro murió en 1850.
Las armas de esta varonía, del noble linaje de la Casa de los Sousa y por tanto de los Señores de la Villa de Aldea del Río son: Escudo cuartelado en forma de aspa. En el primer y cuarto cuartel, se sitúa en campo de gules un castillo de oro donjonado, mazonado de sable y adjurado de azur, que son las armas reales de la corona de Castilla.
En el segundo y tercer cuartel, en campo de plata se sitúan las cinco quinas que son las armas reales de la corona de Portugal, es decir cinco escudos de azur, puestos en souter o aspa, cargados cada uno de ellos con cinco roelas de plata. Las roelas o dineros simbolizan las diferentes comarcas, lugares, fincas o propiedades del título nobiliario.
Finalmente en el jefe o parte superior del escudo, se sitúa una corona de Señor.
Este ha sido el escudo de armas del Mayorazgo o Señorío de la Villa de Aldea del Río, durante los siglos XVII, XVIII y XIX y considero que de él, se deberían haber sacado los símbolos que configuran el "triángulo entado en punta o parte inferior" del actual escudo de Villa del Río.
En el censo de Ensenada, de 1750 se enumeran algunas de las propiedades que los Señores de la Villa de Aldea del Río, poseían en dicha población, tales como la casa solariega, molino harinero, almaza, Pósito, tierras de labor, pastos, olivares, tributos, alcabalas, etc., una verdadera fortuna que constituía la base o fundamento del mayorazgo.

6.5.4. EL ESCUDO DE ARMAS DE LOS SEÑORES DE LA VILLA DE ALDEA DEL RIO.

Juan Bernier introdujo en la punta del escudo, el símbolo heráldico de la Casa de Hernán Armijo de Souza, capitán de Fernando III, que venció a los moros en la batalla de la Vega, hacia 1235, y en cuyo recuerdo se le denominó al lugar "La Vega de Armijo", al poco tiempo de la conquista del castillo de Qauria-al-Wad (Villa del Río), mediante un triángulo curvilíneo "entado en punta", con el vértice superior "caído" es decir situado en el tercio inferior del escudo. Las armas de ese noble linaje son un escudo portugués en campo de oro (amarillo) con tres barras de gules (rojo-bermellón).
Según Alfonso Porras de la Puente, el señorío de Villa del Río, procede del mismo linaje pero de distinta varonía, es decir de la que don Vasco Alfonso de Sousa, familiar de la reina doña María de Portugal, esposa de Alfonso XI de Castilla, las armas de la varonía de éste linaje son escudo cuartelado en sotuer o forma de aspa. En el primer y cuarto cuartel, se sitúa en campo de gules, un castillo de oro donjonado, mazonado de sable y adjurado de azur, que son las armas reales de la corona de Castilla. En el segundo y tercer cuartel, en campo de plata, las cinco quinas de Portugal, o escudo de azur, puestos en sotuer y cargados cada uno con cinco roelas e plata.
Por ello, en la tramitación para la legalización oficial de Escudo Heráldico de Villa del Río, debe corregirse la varonía del linaje de los Sousa, colocando en el "triángulo curvilíneo entado en punta y caído", las armas últimamente referidas de Castilla y Portugal, de D. Antonio Alfonso de Sousa y Guzmán, I Señor de la Villa de Aldea del Río, proviene como antes he referido de la varonía de don Vasco Alfonso de Sousa, Alcaide y Justicia Mayor de Córdoba, Señor de Castil-Azur (Puente Genil) en el año 1366.

DESCRIPCION DEL ESCUDO HERALDICO DE VILLA DEL RIO

Escudo terciado en Faja, triangulo entado en punta y caído: Sobre el Jefe, Corona Real Cerrada.
En el Jefe, en campo de azur, una Estrella de plata de ocho puntas.
En la Faja, en campo de azur un Puente de oro.
En la Punta, en campo de plata, Rió de tres fajas de azur ondeadas.
Triángulo entado en punta y caído con las armas de las familia señorial escudo cuartelado en souter o forma de aspa. En primer y cuarto cuartel, en campo de gules un castillo de oro donjonado, mazonado de sable y adjurado de azur.
En el segundo y tercer cuartel, en campo de plata cinco escudos de azur, en souter cargados cada uno de cinco roelas de plata.

Heráldica de Villa del Río

EL ESCUDO MUNICIPAL

Autor: Rafael Agüera Espejo-Saavedra
Fuente: Revista de Feria 2003

Navegando por Internet he tropezado con una web, que firma el "Club de Internautas de Villa del Río", en la que se tratan diversos aspectos relacionados con la vida, la historia, la economía y la actualidad de nuestro pueblo. No cabe duda de que, en principio, estamos ante una iniciativa interesante a la que deseamos larga trayectoria, si bien sería deseable que, con el transcurso del tiempo y con la experiencia que éste aporta, experimente una notable mejoría no solo en su aspecto técnico sino, lo que es mucho más importante, en la calidad y en el rigor de sus contenidos que, por el momento, dejan bastante que desear.
Ha llamado especialmente mi atención el apartado dedicado al Escudo Municipal del que literalmente se afirma: "Villa del Río tramita oficializar su armería. La Real Academia de la Historia ha propuesto que sea cortado. El primer cuartel, de azur, puente de cuatro arcos, de plata, sostenido por ondas de plata y azur, en jefe lucero de plata. Segundo de oro, cuatro fajas de gules... etc."
Según he podido constatar, nuestra Corporación Municipal no tiene actualmente en trámite ninguna gestión, ante ningún Organismo, relacionada con su escudo, por lo que mucho me temo que la "noticia" del párrafo anterior carece de todo fundamento y más bien, se trata de la simple copia de una información, bastante errónea por cierto, incluida en una publicación por fascículos del diario "Córdoba", titulada "Los Pueblos de la Provincia", aparecida en 1995. Precisamente a este tipo de desaciertos o errores me refiero al recomendar al "Club de Internautas de Villa del Río" un mayor rigor en sus informaciones.
Con arreglo a mis noticias, el Ayuntamiento solicitó en su día (1983) a la Real Academia de la Historia la aprobación del Escudo Municipal que, desde entonces, viene utilizando, para cuyo diseño contó con el asesoramiento del polifacético académico cordobés Don Juan Bernier Luque, quien aconsejó se incluyera, entado en punta, un cuartel con las armas que él supuso correspondían al linaje Sousa, el cual había ostentado durante casi dos siglos el Señorío de nuestra Villa. Lamentablemente el Sr. Bernier, tan digno de elogio por otros conceptos, no conocía la Historia de nuestro pueblo ni se detuvo a investigarla, por lo que las armas que recomendó (en campo de oro, cuatro fajas de gules) nada tienen que ver con los auténticos Señores de Villa del Río, es decir los Alfonso de Sousa de Portugal, descendientes directos de la Casa Real portuguesa, que pasaron a Castilla, al servicio del Rey Fernando III "El Santo" y tomaron parten en la conquista de Córdoba en 1236. Sus armas, por consiguiente, no son otras que las propias de la corona portuguesa, o sea: Escudo cuartelado en aspa, 1º y 3º, en campo de gules, un castillo, de oro, 2º y 4º, en campo de plata, cinco escudetes, de azur, puestos en cruz, cargado cada uno de cinco bezantes, de plata, puesto en aspa (Quinas de Portugal).
Para disipar cualquier duda sobre el particular, se adjunta (Fig 1.) reproducción de una litografía que contiene las "Armas de los Sousa Señores de la Villa del Río" que procede del libro titulado "Panegírico Historial Genealógico del al Familia de Sousa", impreso en Córdoba el año de 1696,del que me ha sido facilitado fotocopia por la Biblioteca Nacional.
Además, esta anomalía ya había sido detectada por el Cronista local y académico don José Luis Lope y López de Rego, según se desprende de su articulo "Fundación del Mayorazgo de la Villa del Aldea del Río en 1636", publicado en la Revista de Feria de 1993, y asimismo la denuncia la también Cronista Oficial, mi buen amiga y excelente investigadora, doña Catalina Sánchez García en su obra titulada "El Río, de Aldea a Villa. La lucha por la libertad" que contiene, de forma exhaustivamente documentada, la verdadera historia del Señorío con toda clase de detalles sobre el origen, titularidad, pleitos y otras vicisitudes hasta su extinción en 1820, con motivo de la abolición de régimen señorial por las Cortes del Reino, por lo que recomiendo su lectura a todas las personas interesadas en ampliar sus conocimientos sobre el tema.
Establecido, pues, sin ningún género de dudas, el grueso error histórico que arrastre el Escudo actual, y que sería más que suficiente para su descalifación, debo añadir que su uso nunca fue autorizado por la Real Academia de la Historia, la cual hace ya bastante años que transfirió las competencias sobre esta materia a la Comunidad Autónoma Andaluza quien por Decreto 14/1995 reguló el procedimiento para la aprobación de escudos heráldicos, banderas y otros símbolos de las entidades locales de nuestra Región.
Con arreglo a los criterios técnicos fijados por la Junta de Andalucía, ajustados al arte y ciencia de blasonar, el escudo de dichas entidades locales ha de ser "rectangular, cuadrilongo y redondeado en su parte inferior, siendo sus proporciones seis de alto con cinco de ancho" circunstancias que tampoco se cumplen en el modelo actual, ya que no sólo no guarda dichas proporciones sino que, además es, apuntado en su parte inferior.
Otro elemento que llama la atención bajo el punto de vista de la ortodoxia heráldica es el puente que figura en el mismo y no por el puente en sí, con cuya inclusión estoy plenamente de acuerdo, sino por su inadecuado tamaño, que no se ajusta a la plenitud requerida, y porque, según parece, pretende reproducir a nuestro querido puente romano, osea a un momento concreto, cosa que la normativa vigente recomienda evitar, debiendo ser sustituido por una representación de tipo genérico.
Nos hallamos, pues, ante una situación en la que, como continuación al escrito presentado con fecha 13 de Agosto de 1999 por los Cronistas Oficiales, la mencionada Dña. Catalina Sánchez García y su esposo D. Francisco Pinilla Castro, me permito sugerir a nuestro Ayuntamiento que, en el momento que lo considere más oportuno, estudie la conveniencia de alcanzar un acuerdo relativo a la adopción de un Escudo Municipal, debidamente legitimado para su uso con arreglo a la norma legal en vigor, aprovechando la oportunidad para presentar un nuevo diseño que refleje la auténtica realidad histórica de nuestro pasado y que sea respetuoso, al mismo tiempo, con el que, de facto, viene siendo utilizado como símbolo heráldico del pueblo desde hace ya bastante años, con los mismo retoques necesarios para adecuarlos al arte y ciencia de blasonar. Pueden contar, desde luego, nuestras Autoridades con mi total y desinteresado asesoramiento con la preparación y tramitación del oportuno expediente.
¿Y cual sería el diseño más adecuado? La respuesta a esta cuestión puede inferirse de cuanto llevo expuesto, es decir que en mi opinión, respetuosa siempre con posibles otras mejor fundadas, el Escudo Municipal de Villa del Río debiera ser partido, figurando en el primer cuartel las armas del antiguo linaje señorial, reproducidas sin alteración, y en el segundo las actuales del Municipio, sin bordadura, evitando así cualquier confusión entre unas y otras tal y como establece el Decreto 14/1995 de la Junta de Andalucía. Dicho diseño es el que refleja el dibujo adjunto (Fig. 2), en el que he utilizado el rallado heráldico para marcar sus esmaltes y colores, y cuya descripción es la siguiente: Escudo partido, 1º cuartelado en aspa, 1º y 3º, en campo de gules, un castillo de oro. 2º y 4º, en campo de plata, cinco escudetes, de azur, puestos en cruz, cargado cada uno con cinco bezantes de plata, puestos en aspa (Armas de los Alfonso Sousa de Portugal). 2º, en campo de azur, un puente, al natural, sostenido por ondas, de azur y plata, y superado de una estrella, de plata, e cinco radios (Armas del Municipio). Al timbre corona real española cerrada.
Entiendo que ante la eventualidad de introducir un cambio en el Escudo Municipal nuestros ediles puedan sentirse legítamente preocupados por el posible costo de la operación, ya que para los recursos disponibles, siempre escasos, no faltarán nunca otras necesidades que se estimen de mayor interés o urgencia, pero creo poder tranquilizarles al respecto ya que dicho cambio, según es práctica común con respecto a los siglos heráldicos anteriores, no supone que haya que modificar o suprimir ninguno de los Escudos existentes en la actualidad, los cuales pueden y deben conservarse como testimonio de su época, y sólo en los sucesivo se iría incorporando el nuevo en la medida que vayan agotándose las existencias de impresos, uniformes u otros elementos que incorporen el anterior. La misma norma es aplicable en el caso de edificios o servicios municipales existentes, los cuales pueden mantener la heráldica anterior, mientras que la nueva sólo se aplicaría en el caso de futuros edificios o reformas de los actuales. Por otra parte no parece deban producirse gastos inherentes a estudios o diseño, por cuanto que mi propuesta, que, en su caso, debe ser sometida a información pública, dando así opción a que se manifiesten todas las opiniones existentes al respecto, no pretende un cambio radical del Escudo existente sino tan sólo su adaptación a la verdad histórica, las reglas y normas de la heráldica y al cumplimiento de la legalidad vigente. No olvidemos que la propia Junta de Andalucía, a través de su ya citado Decreto 14/1995, proclama que con esta norma se pretende "reafirmar la autonomía de las corporaciones locales(...) buscando aunar la afirmación del carácter de cada entidad y el enriquecimiento de su patrimonio cultural con el respeto a las normas de unas ciencias, Heráldica, Vexilogía y Sigilografía, de fértil tradición y pujanza".

Rayado Heráldico:
Cuando no pueden reproducirse los blasones con sus colores naturales se utiliza este sistema, en el que la posición de las rayas determina el metal o color que representan. En el proyecto de nuevo Escudo de Villa del Río corresponden los siguientes:
- Blanco, representa al metal plata y su color es el mismo (blanco)
- Punteado, representa al metal oro (amarillo)
- Rayas verticales, representa al color heráldico gules (rojo)
- Rayas paralelas, representa al color heráldico azur (azul).