TURISMO: Alojamientos y ¿cómo llegar a Villa del Río?.

ALOJAMIENTOS


HOSTAL FORUM
Calle Pablo Picasso, 23
Tlf: 957.177.623
http://www.hostalforum.es/


HOSTAL DEL SOL
Ctra. Madrid- Cadiz, Km 351
Tlf: 957.176.291

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TRANSPORTES

RENFE

Estación de Villa del Río
Actualizado el 20 Septiembre, 2008

Salidas desde Villa del Río , destino Córdoba

9,00 h -- 11,00 h -- 17,54 h-- 19,37 h

Salidas desde Córdoba, destino Villa del Río

8,00 h -- 14,47 h -- 16,23 h-- 20,12 h
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AUTOBUSES: ANDUJAR - CORDOBA

EMPRESA: RAFAEL RAMIREZ S.L.

TELEFONOS: 957422177 957422106 (Córdoba)

Ruta por Marmolejo, Villa del Rio, Montoro, Pedro Abad, Carpio y Alcolea

Los días 25 de diciembre, 1 de enero y viernes santo no hay servicio

Los días 24 y 31 de diciembre se aplicará horario de sábado

Los días 8 de septiembre y 24 de octubre horario festivo

SALIDAS ANDUJAR - CORDOBA (con paradas en Villa del Río)

Lunes a Viernes. 7, 9, 13.30, 15.30, 18, 20
Sábados. 9, 13.30, 15.30
Domingos y festivos. 11.45, 13.30, 19.30

SALIDAS CORDOBA - ANDÚJAR (con parada en Villa del Río)

Lunes a Viernes. 7, 9.30, 13.30, 15.15, 18, 20
Sábados. 9.30, 13.30, 18
Domingos y festivos. 9.30, 13.30, 21.15

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Autobuses Madrid- Villa del Río
(Compra de billetes online)>>>
(Actualizado Enero 2009)

VILLA DEL RIO - MADRID: (Precio Ida/Vuelta)










MADRID - VILLA DEL RIO









Tlf Información: 957.177.077 Ayuntamiento de Villa del Río

TOPONIMIA: Aldea.

Son varios los nombres con los que se ha identificado la actual población a lo largo de la historia. Su topónimo más antiguo, como ha puesto de manifiesto Manuel Nieto Cumplido, ha sido el de Aldea de Orabuena, que lo recibió desde su conquista por las tropas de Fernando III en el siglo XIII hasta la segunda mitad de la centurias siguientes. Aunque la categoría de aldea la mantuvo en su toponimia durante toda la baja edad media, a partir de la segunda mitad del siglo XIV conocida con el nombre de Aldea del Río, que hace referencia a una doble situación: geográfica-ubicación junto a la ribera del río Guadalquivir y-jurídica y municipal respecto de la ciudad y consejo de Córdoba del que dependía, al igual que lo reflejaba su primer nombre, de este su conquista por los cristianos.

Este segundo topónimo tampoco será el definitivo, ya que en el siglo XVII, a liberarse del Señorío de Antonio Alfonso que Sousa (1635), vuelve de nuevo a cambiar su terminación. Será Felipe IV quien dio como señala R.. Ramírez de Arellano -le de la nueva categoría y el nombre que ha mantenido hasta la actualidad: Villa del Río.

(JMEC)

HIJOS PREDILECTOS: MATIAS PRATS CAÑETE, locutor y periodista.

Matías Prats Cañete nación en Villa del Río el 4 de diciembre de 1913. Fue el segundo de los siete hijos que tuvo el matrimonio formado por Juan Prats Cerezo, agricultor y corredor de aceites y cereales, y Manuela Cañee Molina. Su bautismo radiofónico tuvo lugar, siendo aún un niño, en la emisora EAJ 24 Radios Córdoba, donde recitó sus poemas encaramada a una silla. Desde temprana edad mostró inclinaciones por la lectura, los versos y la fabulación, y durante sus estudios escribió cuentos y poemas, que enviaba a concursos o recitaba en las cenáculos cordobeses.


Terminada la Guerra Civil, Matías Prats, que tenía ya 26 años, se presento en Radio Nacional de España de Málaga a dar un recital poético, en el oportuno momento en que la emisora buscaba un rector. La prueba gustó e ingresó en plantilla, iniciando así una meteórica carrera profesional. En Málaga conoció a una bella locutora granadina, Emilia Lupe Montijano, con la que contraería matrimonio en 1944, del que nacerían tres hijos, el menor de los cuales, Matías, sigue los pasos profesionales del padre.

Trasladado a Radio Nacional de España en Madrid, Matías Prats alterno la profesión de locutor-informador con los estudios en la Escuela Oficial de Periodismo. Como locutor de estudio ponía su voz a los diarios hablados de sobremesa y también fue guionista, reportero e incluso ocasionalmente actor, pero la especialización que le proporcionaría mayor popularidad y prestigio serian las retrasmisiones deportivas - especialmente los partidos de la selección española de fútbol- y taurinas que le permiten viajar por España y el extranjero y le facilitan el contacto con emisoras y colegas de otras latitudes, que le enriquecen profesionalmente. Una de sus retrasmisiones más memorables fue la del mítico gol de Zarra frente a Inglaterra, en el mundial de Brasil de 1950.

De la radio a la televisión sólo había un paso, y Matías lo dio para seguir triunfando con las retrasmisiones. También abordó el documental deportivo con el film "Historia de cinco copas", sobre el penta campeón europeo Real Madrid. Polifacético profesional, puso también voz al noticiario cinematográfico No-Do, empresa pública cuya dirección ostentó.


Atraído circunstancialmente por la política fue procurador familiar en Cortes por Córdoba, y candidato independiente a senador en 1977. Su generosidad personal le convierte en embajador oficioso de Córdoba en Madrid, siempre abierto a prestar favores y resolver problemas. Es hijo predicado una calle, y donde ostentan su nombre un club deportivo y cultural, un trofeo de fútbol y - como no- la emisora de radio local, lo que refleja el amor y la veneración que le profesan sus paisanos. Entre sus innumerables distinciones, ostenta con orgullo la medalla de Honor de Córdoba, que recibió en 1989.

F.S.M.

HIJOS PREDILECTOS: D. DIEGO MOLLEJA RUEDA, poeta.

Diego Molleja Rueda, nació en Villa del Río en 1861 y murió en Sevilla 1934 a los 73 años de edad. Sencillo, humilde, agudo, de gran fantasía, abundante palabra y voz robusta, don Diego pasó por la vida componiendo versos y enseñando a los muchachos.

Decisiva para su formación artística fue la estancia del poeta en Cabra, donde estudió música y poesía. De su escuela sencilla, que en nada se acomodaba a las normas pedagógicas universales, hizo una mansión del arte.

Fue académico y colaborador literario del Diario de Córdoba, en cuyas páginas dejó testimonio de su sensibilidad y destreza en el manejo del verso. Lo mejor de Diego Molleja fueron sus coplas, de temática variada y en las que canta el alma de Andalucía: sistema de trabajo, fiestas, elogios a la excelencia del fruto, de la enamorada, etc.

Un colegio público ostenta su nombre, que él soñaba inaugurar, pero la muerte lo arrebató sin que pudiera dirigir tampoco el himno a su pueblo, de cuya letra y música era autor.

I.A.E.S.

HIJOS PREDILECTOS: Antonio Alfonso de Sousa I Señor de ALDEA DEL RÍO.

La enajenación de Aldea del Río por parte de la corona se inscribe en el proceso de señorialización que afecta a las poblaciones del reino de Córdoba durante la época de Felipe IV. Las causas obedecen a la delicada situación por la que atraviesa la hacienda y a la necesidad imperiosa de allegar recursos. Como consecuencia de este fenómeno, distintas familias de la nobleza cordobesa se convierte en titulares de señoríos, entre ellas los Sousas, que residen en el barrio de San Andrés.

En 1628 don Antonio Alfonso de Sousa y Guzmán compra la jurisdicción de Aldea del Río por 3.272.000 maravedíes, y para hacer frente al fuerte desembolso económico se ve obligado a gravar los bienes de su mayorazgo con censos. El primer titular del señorío nace en Córdoba hacia el último cuarto del siglo XVI. Era hijo primogénito de Don Diego Alfonso de Sousa, caballero veinticuatro de la ciudad y familiar del Santo Oficio, y de doña Ana Guzmán y Saavedra. Ocupa el puesto de alguacil que su progenitor, desempeña una veinticuatría en el gobierno municipal. Contrae matrimonio con doña Luisa Carrillo de Córdoba, perteneciente a una familia noble.

Sin duda, el ascenso de la familia culmina con la adquisición del señorío. A la muerte del I señor de Aldea del Río le sucede su hijo don Juan Alfonso de Sousa y Córdoba, nacido en1630 y casado con doña Ana de Cárcamo y Haro. Por mediación de un tío de su esposa consigue el hábito de caballero de la orden de Alcántara, y en 1670 litiga por la sucesión del marquesado de Guadalcazar, título que pasara a la familia en el siglo XVIII en la persona de su homónimo don Juan Alfonso de Sousa, conde de Arenales.

El jardín del lirio.

Lo más característico del viejo Jardín del Lirio, mermado por las obras de infraestructura vial que le impusieron sus cercanías a la carretera, es su organización en dos sectores completamente diferenciados. Si iniciamos nuestro recorrido por el mismo de este donde estuvo el bar La Terraza, donde crece la morera, la catalpa y la palma de apretado penacho, los cipreses arizónicos, los naranjos de amargo fruto y la robinia, lo estaremos haciendo por su parte ajardinada, entre parterres de caléndulas y rosales, olmos, aligustres y árboles de Judea, pitosporos y robinias, y la melia sombreando la zona de un kiosco y, de nuevo, la verde seudo acacia y, todo ello a lo largo de la calle Pablo Picasso y en dirección altura que divide el lugar y desemboca donde se abre convertido en paseo.

Una fuente en el centro en hileras de farolas configuran el eje de esta parte amplia, despejada y terriza que hacía la mencionada calle Pablo Picasso tiene talud de iris y rosales, viejos olmos y acacias de tres espinas centenarias, así como hacía el río y la carretera es de altos chopos de frondosas copas, de robinias y esterculias que configura un toldo vegetal espeso. Parte, sin duda, la más antigua del conjunto, siempre acogedora, donde Córdoba tiene su puerta a Guadalquivir.

(M.C.)

PASEO POR LA CIUDAD: Gala del Betis, risueña Villa.

"Gala del Betis,
risueña villa,
pueblo bendito donde nací;
quiero ser bueno, quiero ser sabio
para ser hijo digno de ti. "



El himno de Villa del Río, del poeta y maestro de escuela don Diego Molleja, era la coplilla que canturreaba la gente en aquellos largos, densos y silenciosos veranos primeros de la posguerra, cuando Villa del Río, como todo los pueblos de España, se desperezaba de nuevo con la nostálgicas campanadas del ángelus, y los días, los sueños, se tornaban, sin remedio, suspiros de esperanza.

Hija de este pueblo y testigo de mucha historia vieja y nueva, quiero servir de guía al viajero por el itinerario más anecdótico y mágico. Vamos a trasladarnos al corazón espiritual de todo pueblo: su iglesia parroquial de la Inmaculada Concepción, escenario perenne de vidas y muertes.

Poyetes, árboles, una pequeña fuente estrenada recientemente...; un hermoso atrio, patio común donde los villarenses nos congregamos para asistir a bodas, bautizos, entierros, primeras comuniones... ¡Cuántos juegos, cuantos encuentros, cuántas historias entre toque y toque de novenas, rosarios, misas, procesiones! ¡Cuánta sonrisas, cuántas lágrimas, cuantas oraciones cada año, cuando el pueblo en pleno, engalanado con sus mejores prendas y tras un largo y caluroso recorrido por calles y plazas, acompañando la Virgen de Estrella, nuestra patrona, asiste como emoción a la quema de fuegos artificiales, a la traca, al trueno gordo que cada 8 de septiembre remite a nuestras raíces y tradiciones.


Nada más entrar en la iglesia, a la derecha, además de la pila bautismal nos encontramos con un enorme cuadro de las ánimas benditas en el purgatorio. Allí, ante un gran catafalco, se celebraba en noviembre el mes de ánimas, que transcurría entre olores de castañas asadas y doblar de campanas ininterrumpido. Era un mes negro, triste, casi siniestro.

Otro lugar inolvidable, permanece, en el Sagrario. Allí, el monumento de los Jueves Santo, las interminables horas de vela, los días de retiro, las horas de meditación, la adoración nocturna...; y allí, día y noche, una lamparilla encendida, un pequeño sagrario de pan de oro, una Virgen del Carmen... La iglesia es grande - tres hermosas naves - y, ambos lados, altares testimonios de fervor y devoción de familias del pueblo.

Antes de abandonar la parroquia, una mirada al coro y al campanario. Se accede a ambos por una misteriosa escalera de caracol; y recuerdo a Mena, sacristán de infancia, entre brujo y carismático hombre de entierros y órgano, persiguiendo la oscuridad de todos los niños de entonces por escalar unos cuantos peldaños y poder contar infinitas historias de terror.

Prosigamos. Acaban de dar las diez en el nuevo reloj de la plaza. A estas horas, la parroquia, con sus puertas cerradas, es ya sólo un piar de pájaros que revolotean por los tejados y anidan en la torre del campanario; y es algún anciano que, saboreando el dulce desayuno, pasa el tiempo a la sombra o al sol de sus poyetes; y es un chorrito que perenne en de agua fresca con el que, inexorablemente, tropiezan los viandantes; y es, ante todo, una bandera enarbolada, presidiendo el silencio la rutina de los días.

Desde el atrio caminamos hacia la derecha, pasamos por la posada, asilo de viajeros y caminantes en noches de cansancio, y nos colamos, sin advertirlo, en el hermoso y entrañable Jardín del Lirio.


Sería un olvido imperdonable hablar de este jardín sin detenernos en sus límites ribereños con el Guadalquivir, y soñar con aquella alameda de no hace tantos años, cuajada de álamos blancos y trinos de ruiseñores que conducían hasta el Puente de Hierro de los Tres Ojos. Eran muy claras sus aguas, y pequeños y mayores se bañaban en la aceña abandonada, que molió trigo antaño; las mujeres buscaba remansos para lavar; el pueblo, en, en un nítido espejo, se reflejaba en sus aguas, que tomaban el color del cielo; y los pescadores eternizaban la mirada contemplativa y se bebían la frescura de un río trasparente, limpio por la mañana, rojo de fuego la atardecer, y plateado de luna en las noches sin estrellas.

Altos cargos de la confederación hidrográfica del Guadalquivir prometieron, en tiempos ya olvidados, que las tierras ribereñas que van desde el Jardín del Lirio y hasta el Puente de Hierro serían dedicadas a parque; pero eran propiedad del ayuntamiento y particulares que acabaron con alameda, recreo inolvidable de los villarenses. Aquí sigue el jardín, recinto ferial de todo los tiempos. Sus grandes árboles de pan y panizo hablan de tómbolas, casetas, paseos...; y hablan de tardes domingueras con juegos de niños, paseos enamorados, sentadas de ancianos, pasodobles de la banda municipal, polvareda de bailes apretados y pisotones.

Antes de abandonar este jardín, cuna de riadas en años de lluvia, una mirada a la cercana Huertas del Solo, donde tanto ha pintado Pedro Bueno, entre rumores del río y silencios del jardín. "Íntimo paraíso de Pedro Bueno junto al río" la denominada Carlos Clementson en su bello poema, cuyos primeros versos son todo un cántico a este singular recinto: "Con inconforme a efecto ama este espacio, el pueblo,/éste claro jardín que abraza el río - remanso/de familiar verdura -..." de este jardín, y tras recorrer la calle blanca de la Cruz, nos encontramos en una bellísima plaza, presidida por una artística cruz de hierro, obra del conocido villarense Bernardo Menor, que está rodeada de balcones cuajados de geranios y gitanillas. Más que una plaza parece un cuidado patio de casa regia. Cuatro farolas al pie de la Cruz y una verja completan este conjunto, que sorprende al viajero que entra el pueblo por la estación.

Nadie mejor que Idelfonso Romero Cerezo, cronista oficial de Villa del Río, nos puede hablar del significado de esta Cruz de los Mocitos.

Alfonso nos cuenta, con entusiasmo infinito, que en esta bella plaza se celebraban los mayos y, en torno a la cruz, en sus orígenes de piedra, se daban cita los enamorados que en angarillas transportaban flores y regalos como prendas que sellaban compromisos de fidelidad y patrimonio; y durante muchos años, la Cruz de los Mocitos fue la fiesta grande del pueblo, que acudían en pleno con guitarras, bandurrias y los más primitivos o gestos musicales tapaderas, cacerolas, botellas esmeriladas... a cantar y bailar entre farolillos, macetas, ramos de jazmines y susurros de enamorados. Juan Cabrera Polo le dedicó estas coplillas al lugar:

"Cruz de los mocitos,
la falta que hacías en esta plazuela
de mi Andalucía.
Mozos de mi pueblo,
muchachas bonitas,
ya que en su sitio
para vuestras citas.
Para hablaros de amores
al pie de la Cruz, como hizo algún día
aquel buen Jesús.
Madre villarensa,
mujer cien por cien,
cuando tengas penas,
ven aquí también.
Juntos cantaremos
a unísona voz
aquella coplilla
del gran cantaor:
"En la Cruz de los Mocitos
me han robaito el corazón..."".

Antes de regresar a las calles del pueblo, y en un bello paseo que relaja el espíritu, nos acercamos al puente de los tres ojos, coloso de hierro sobre el río Guadalquivir. Sobre sus piedras podemos descansar, tomar un respiro y recordar aquellos años, no tan lejanos, en el que el puente, mutilado en la Guerra civil, quedó con dos ojos, convertido en meta te paseos y sombras de ganaderos con sus rebaños de cabras, ovejas y vacas que rumiaba la siesta sobre la línea fina de las orillas. El barquero, en un constante trasiego, y siempre morada en ristre, cruzaba el río en su barca de madera, que chirriaba y cortaba el agua, transportando animales, bultos y personas que, amontonadas, esperaban turno en ambas orillas. Bastantes años después reconstruyeron, y aquí está, sirviendo de enlace, como antaño, a la campiña y a la sierra.

Alargando un poco más el paseo por la antigua carretera de Madrid, llegamos al bello puente romano, que denota el alto nivel que alcanzaron las obras públicas en Villa del Río en los albores de nuestra era. No hace muchos años, la carretera nacional pasaba aun sobre el; hoy, con el nuevo trazado de la carretera ha quedado a un lado, pero constituye, no obstante, un noble pórtico de entrada a la provincia de Córdoba. En palabras del arquitecto José Luis de Lope y Lope de Rego, es "meta de un paseo agradable y tentador, a través de la espesa arboleda que nos transporta hacia un diálogo interior con nosotros mismos y con nuestra historia, que va desde el paso de las legiones romanas hasta nuestros días".

No podemos alejarnos de este lugar sin una calidad alusión al mundo gitano, aquellas gentes que, cada año, cuando llegaba la primavera, como las golondrinas y las cigüeñas, acampaban debajo del puente, trabajaban el mimbre y la hojalata y, cargados de churumbeles, recorrían el pueblo vendiendo sus canastillas, enjugaderas y cántaras para el aceite.

Y con el olor a tierra mojada y la humedad a flor de piel, volvemos al pueblo, sus calles íntimas, casi hogareñas. La pulcritud y blancura lo invaden todo. El temprano; dentro de un poco el sol rechinará en los tejados y bajará a las aceras. Los detenemos ahora en la plaza de la Constitución, la zona más céntrica del pueblo.

Aquí está el ayuntamiento, instalado en un edificio que fue castillo de origen árabe restaurado en 1988. Aquí farolas, fuentes, surtidores, y naranjos, poyetes... Conjunto armónico y bello donde se puede leer y entender la historia vieja y nueva del pueblo. Este ayuntamiento de hoy fue durante muchos años parroquia de San Pedro - de la que aún pervive la portada - y más tarde mercado de abastos, donde se daban cita las mujeres con sus canasto y los hombres que, en plantillas, esperaba los contratos de trabajo; también acudiera a aquí los charlatanes de turno, que concentraban al pueblo entorna sus camiones de mantas y cortes de trajes: "¿Y quién me edad de 1000 pesetas por este peine...? Y ahora yo te doy este corte de traje de lana pura para tu novio, y esta manta más suave que la seda para que duermas calentito, y te doy, porque me da la gana...", etc., etc.. ¡Cuántos recuerdos aflora a la memoria que esta plaza! Juegos, paseos, y historias..., y, siempre adherida a nuestra piel, la bruma del Guadalquivir, que se tornaba olor a peces en los veranos, y humedad pegajosa y fría en los inviernos.

"Abuelo- preguntamos a un anciano que, apoyado en una vieja marrilla, nos observa con indiferencia melancólica -, ¿Qué recuerdo guarda con más cariño de esta plaza?". Nos mira. Sus ojos son de un azul despintado. Sonríe y, antes de hablar, mastica una dentadura postiza que medio se le cae. Por f in exclama: "¡Cuáles habían de ser; los de mozuelo! Aquí mismo; donde usted me ve ahora. La novia, la mujer, los hijos... ¡Cosas...!".

Desde un balcón de esta plaza cada Semana Santa contemplaba la cita del Nazareno con los villarenses y escuchaba la sentencia cantada por la misma voz que, inexorablemente, repite: "Muera Jesús Nazareno, muera, muera, muera...". Y un recuerdo, ¡Cómo no!, a las castañeras y, al hombre del palodú, a los pregoneros, a los puestos de helados chucherías, a todas aquellas pequeñas cosas que hacían festivas la plaza del pueblo.

Dejamos atrás la plaza de la constitución y los acercamos a otra plaza, la de España, hoy jardín de paseos, lleno de árboles y flores, y ayer, abandonado escenario por donde deambulaban, en las misteriosas noches de la posguerra, fantasmas que, a primeras horas del día, se tornaban tema, preocupación y entretenimiento para las horas sin sueños de los villarenses. ¡Plaza de España! ¡Quién te ha visto y quién te ve! Merece la enhorabuena la corporación municipal que y significó y embellecido al legendario lugar.

En el colegio de Jesús Nazareno nos educamos los niños bien del pueblo; entre hábitos grises y tocas blancas de las franciscanas aprendimos abordar, a tocar el piano, a cantar y a rezar. En su capilla, seráfica y perfumada, hicimos la primera comunión; también en ella, cada año, la gloriosa novena dedicada a San Francisco, que era una explosión de luces y cánticos... "aclamemos al grande Francisco...".

Por la calle del convento y camino de la ermita de la Virgen de la Estrella pasamos ante la bonita casa donde nació y vivió Matías Prats. Y es una casa como toda las del pueblo, con sus balcones, ventanas, patio... donde creció "La voz". Sigamos camino de la ermita, y para que nos sirva de pórtico, la palabra del poeta Mario López: "Sierra Morena al fondo, tras el río y la campiña, la ermita al pie del monte, las nubes, los olivos, su barroca añoranza de otros días imposibles y el aroma lejano de sus atardeceres".

Un día, así lo cuenta la tradición, la Virgen se apareció a los segadores. Aquel milagro se repite cada año, cuando el 8 de septiembre, a hombros de sus más jóvenes devotos, sale de la ermita para recorrer el pueblo y habitar temporalmente en la casa parroquial, que se engalana para recibirla; las fiestas, la feria, tienen como eje a la Virgen de Estrella.

El camino a la ermita, o el paseo en el que se prolonga el pueblo, y era, y así lo veo aún, campo de eras, con sus montones de trigo, y cestillos; tantos de chicharras y jornaleros sedientos que mitigaba en su ser con sandías puestas al sol y frescos botijos colgados en las chozas.

En el cerro Morrión, por encima de la ermita, se divisa una espléndida perspectiva del pueblo, del río, de la sierra y también, como no, de un blanquísimo cementerio coronado de cipreses, donde nuestros seres queridos duermen y nos recuerdan que la vida es tan sólo un bello y corto paseo a la atardecer de un día cualquiera.

"Gala del Betis, risueña villa, pueblo bendito donde nací...".

(Isabel Agüera Espejo-Saavedra)


MUSEOS: Manolete

Director: Paco Laguna
Calle García Lorca, n.° 3
-TIf. y Fax: 957 176 053 -
14640 VILLA DEL RÍO (Córdoba)



En una antigua casa de esta villa, colindante con la casaparroquial dela Inmaculada Concepción, seencuentra la Casa Museo Manolete, dotada de unos fondos pertenecientes a la historia del torero cordobés Manuel Rodríguez Sánchez "Manolete", quela hacen única en el mundo, por la cantidad y variedad de los mismos.
El escritor y biófrafo de Manolete, Paco Laguna, ha recopilado en su magistral obra "Tauromaquia de Manolete" -compuesta, en la actualidad por cinco volúmenes- una lujosa demostración de parte de los archivos que posee en las dependencias de su museo, que, además cuenta con un valioso archivo fotográfico, una colección de cartelería, una biblioteca y una pinacoteca, dedicada a la historia taurina apta para estudiosos e investigadores. Dentro de las diferentes actividades está. la edición de libros y revistas taurinas, compuestos todos los trabajos única y exclusivamente con documentos y objetos pertenecientes a la Casa Museo.
Entre las obras editadas más destacadas, independientemente de la "Tauromaquia
de Manolete", podemos citar la "Tauromaquia de Cañero", "Lagartijo I Califa", "Guerrita II Califa", "Manolete III Califa", "Granero en el recuerdo" e "Historia del Trofeo Municipal Manolete".

Las exposiciones itinerantes de sus fondos son otra de sus actividades, destacando
la contratación por parte del Ayuntamiento de Córdoba, en el año 1997, para homenajear a Manolete, en el 50 aniversario de su muerte. Durante todo ese año se realizaron más de diez exposiciones de materiales diferentes, destacando "Todo Manolete", de la que se editó un magnífico catálogo.

VILLA DEL RÍO: Francisco Laguna Director y propietario Museo Manolete: «Manolete es un Quijote del toreo»
Más de 5.000 carteles, cuadros, esculturas, bustos, el asa del féretro de Manolete, la cruz que sostenía cuando murió, son algunos de los tesoros que guarda el museo del gran Califa


-La devoción por Manolete le viene desde...

-Muy niño, siempre ha habido casualidades. Yo estaba en el vientre de mi madre nueve meses antes de morir Manolete. Yo soy de Écija, donde empezaba Manolete. Y lo que parece aún más destacado: el único pueblo en el que paró en su trayecto desde Linares hasta su muerte fue en una gasolinera que estaba situada frente a mi casa de Villa del Río, justo donde ahora está el Museo Manolete. Fueron casualidades, que, junto a mi interés y pasión por su figura como toreo y persona, llevaron a realizar una recopilación y estudio de su trayectoria.

-Y consiguió un gran museo, pero ubicado en un pueblo tan poco taurino, ¿Una pena?

-Sí y No. Sí porque es verdad que no es muy torero. Por el contrario, pienso que su sitio es éste, porque aquí nació este sueño.

-¿Es el Certamen Nacional de Arte Contemporáneo «Premio Manolete»necesario u obligatorio?

-Obligatorio y necesario, porque Manolete es una figura emblemática, y de su sentimiento artístico han bebido pintores, artistas o poetas. El certamen este año se centrará en la pintura. El siguiente, a la escultura y a continuación, será literario.

-¿Cree que Manolete es el Quijote cordobés?

-Sí, como figura romántica es un Quijote del toreo. Pasó por la vida de esa guisa. Por su figura alargada, su fisonomía, su forma de andar por la vida. Además, murió de una forma quijotesca, a los 30 años, en la feria de agosto de Linares, cuando él decidió que se iba de la fiesta.


-¿Quién es hoy el Manolete taurino?

-Manolete es irrepetible. No es ni el mejor ni el peor. Es muy difícil de imitar, porque está subido en el pedestal de la personalidad. Y esto lo hace único. Su grandeza torera radica en su tremenda personalidad.

-¿Deben ser los políticos parte de la fiesta de los toros?

-Hay de todo. En Córdoba, José Antonio Soriano, director general de Espectáculos, está haciendo un buen trabajo. En torno al Museo Manolete, tanto la Mancomunidad como el Ayuntamiento de Villa del Río han hecho una apuesta importantísima, que, por supuesto, agradezco.

LITERATURA: Análisis general

Publicaciones de interés:

PÉREZ DAZA, F. (1999): Reflexiones sobre la Historia Antigua de Villa del Río y la ciudad romana Ripa. Edita: Ayuntamiento de Villa del Río (Córdoba).
VARIOS AUTORES (Publicación anual): Revista de Feria. Ayuntamiento de Villa del Río (Córdoba).
PINILLA CASTRO, F. (1995): VILLA DEL RÍO. Apuntes para su Historia. Edita: Ayuntamiento de Villa del Río (Córdoba).
SÁNCHEZ GARCÍA, C. (1999): EL RÍO, de aldea a villa. LA LUCHA POR LA LIBERTAD (1628-1635). Edita: Catalina Sánchez García, Villa del Río.
SÁNCHEZ GARCÍA, C. Y PINILLA CASTRO, F. (1999): VILLA DEL RÍO A MEDIADOS DEL SIGLO XVIII (Según el Catastro de Ensenada, Protocolos y Libros Parroquiales). Editan: Ayuntamiento de Villa del Río y Excma. Diputación de Córdoba.
SÁNCHEZ GARCÍA, C. (2003): EL OTRO VILLA DEL RÍO Y LOS OTROS VILLARRENSES. Edita: Ayuntamiento de Villa del Río y Diputación de Córdoba.
VARIOS AUTORES (2001): CERTÁMENES DE NARRATIVA CORTA “CIUDAD DE VILLA DEL RÍO”, Años 1993-1999. Edita: Ayuntamiento de Villa del Río y Diputación de Córdoba.
DÍAZ PRIETO, L. (2000): MATÍAS PRATS, TODO UN MITO. Edita: Ayuntamiento de Villa del Río y Diputación de Córdoba.

Certámenes
Desde hace algunos años, el Ayuntamiento de Villa del Río viene convocando dos certámenes muy importantes en al ámbito cultural, que son EL CERTAMEN DE NARRATIVA CORTA “CIUDAD DE VILLA DEL RÍO”, que se convoca en las modalidades internacional y local, y EL CERTAMEN DE PINTURA “PEDRO BUENO
Paraíso de agua.
"Este río que baja de las dos riberas, color de plata una, de oliva otra, este río grande que encolerizado asoma sus venas de sangre y calmo, su piel vieja de topacio viejo, es el padre de los barqueros, el abuelo de los hortelanos (...) Nadie pasaba en paz, donde paradójicamente la soledad exuberante de las riberas desplegaba un gasto de paraíso, entre umbrías alamedas y sotos rumorosos (...). Remeros o sirgadores, ya de extraña raza y veleidosa religión, eran los únicos y fijos habitantes de una tierra, que era selva intrincada de taraje, bosques apretado de álamos, alfombra tupida de juncales". Este cruce de caminos donde " nadie pasaba en paz", al decir de Bernier, parece repetirse en las narraciones de "Cuentos y descuentos andaluces", de Sebastián Cuevas. Sin embargo, la calidad paradisíaca de su entorno sigue apreciándose mas allá de sus puros límites geográficos y,, como advierte Mario López, en visión modernista de "Los pavosrreales", que pasean su rutilante firmamento en las cacerías de los contornos: "Tal vez en la de Don Juan Begué o acaso en la de Don Juan Díaz, próximas a la carretera de Villa del Río, junto a la doble curva donde enpalma el camino viejo de Cañete de las Torres a Montoro".

La selva intrincada, jardín cerrado, se convierte en en espacio abierto, en ámbito del paraíso, "claro jardín que abraza el río cuando los ojos de un poeta -Carlos Clemenson- contemplan al artista -Pedro Bueno-en su pueblo; entonces el pintor, el hombre..."ha ido aprendiendo -a veces desde lejos- que un paraiso puede, quizá, tan sólo ser unas paredes blancas centrado el orbe brebe de un pueblo en su pureza: la luz de natal filtrándose por un lienzo de lino como el oro aventado de las eras antiguas;
la montaña, la estrella, la ermita y el ciprés. Ha vivido y conoce el precio de las cosas, el valor de estos dones: está luz, este cielo,
la luna de los olivos sobre el Monterreal como desde un principio, entre los hombres pasan; el paternal rumor del río junto a la casa...".

El río conservará en su seno su propia figura y de su pueblo, pues los fríos "si bien -larga memoria herida-hacia la mar discurren,
las que guarda siempre de quienes en su espejo una vez se miraron".

MJPH

(Literariamente hemos de destacar el Certamen Anual de Narrativa Corta a nivel nacional que se celebra por el mes de Marzo.)

Isabel Agüera
(Literatura y Eduación)


Isabel Agüera Espejo-Saavedra nació en Villa del Río, provincia de Córdoba, en el seno de una prestigiosa familia de ascendencia literaria por parte materna. Tercera de nueve hermanos, desde muy niña, destacó por su afición a los libros, así como su gran facilidad para narrar y escribir cuentos y poesías, recibiendo sus primeros premios cuando sólo tenía nueve años. >>>

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GEOGRAFIA: El ferrocarril y el río.

El municipio de Villa del Río, en la comarca cordobesa de alto Guadalquivir, es el más oriental de la provincia en el curso del río. Y la superficie de 21,7 Km. cuadrados, situados casi todos en la margen izquierda del río. Limita por levante con la provincia de Jaén y el municipio de Lopera, por el Norte y oeste, Montoro, y por el Sur con Bujalance.

El término municipal tiene dos partes distintas en su topografía: la llanura aluvial, que ocupa la cuarta terraza aluvial y restos de la tercera, y las margas miocenas alomadas, que llegan a alcanzar hasta 293 m de elevación al sur del casco urbano.

Los suelos son de las más recientes del valle, y la cuarta terraza ha sufrido inundaciones hasta tiempos muy recientes, cuando ya está regulado el curso del río. El arroyo Salado del Porcuna, procedente de la provincia de Jaén, sirve aproximadamente de límite al término, y desemboca en el Guadalquivir al norte de la población. También discurre en dirección sur-norte el arroyo Cañetejo, al oeste del casco urbano, que vierte fuera del término.

El río Guadalquivir, encajado en un ancho cauce, describe un arco muy pronunciado, en cuya clave, a la margen izquierda, se asienta el casco urbano.

El clima mediterráneo continental tiene veranos secos y cálidos e inviernos moderadamente fríos. Las lluvias de otoño y primavera – aproximadamente 500 litros al año- , permiten una explotación agraria tradicional de cereales y olivo en secano, más los cultivos de regadío en las terrazas aluviales y en el límite de las margas.

Villa del Río es uno de los pocos municipios donde actualmente se está registrando el máximo de población todo el siglo. Desde los 3.819 habitantes de 1900, todos los censos ven aumentar la población, con elevadísimas paradas en 1950 y 1960, para alcanzar en 1970 los 7.013 habitantes retroceder algo durante esa década y recuperarse en la siguiente, hasta alanzar en 1988 la cifra de 7.137. En 1991 tenía 7.021.

La tasa de natalidad ha descendido de manera drástica en los últimos años, desde 21,2 por mil en 1975 hasta 8,0 en 1987, pero de manera similar la tasa de mortalidad ha descendido notablemente, desde 7,5 hasta 3,2 en el mismo tiempo, con lo cual queda una tasa de crecimiento vegetativo de 4,8, que no explica del todo el crecimiento poblacional. Hay que atribuir éste, por tanto, a factores externos, quizás la emigración de retorno; la vuelta de los que se fueron en décadas anteriores, sean ya pensionados, sean despedidos tras las crisis del petróleo.

La estructura por edad nos inclina a pensar que la vuelta ha sido por desempleo, ya que los mayores de 65 años son solamente el 8,7 por ciento de la población, y los situados entre 16 y 64 son el 61,1, quedando los menores de 16 en el 30,2.

La geografía urbana de esta villa es muy simple; partiendo del núcleo inicial de la aldea, construido a lo largo del camino real, en este siglo el casco de la población ha evolucionado hasta la actual forma de casi media luna, obligado por dos parámetros, el ferrocarril y la carretera nacional IV, que primero ocupó el sitio del camino real durante mucho tiempo, después, en la década de los 70, fue desviada hacia la orilla del río, y ahora ha sido trasladada un kilómetro más arriba, a la orilla derecha, como autovía. La fotografía aérea nos muestra esa estructura de arco, en la que no hay nada construido fuera de las dos líneas, e incluso el casco se prolonga hacia poniente con los huertos familiares, que, a diferencia de las colonizaciones cercanas de Montoro y Pedro Abad, son más bien residencias rurales que parcelas de cultivos, por la pequeñez de sus límites.

Esta incidencia de la villa sobre los dos ejes de comunicación del Valle del Guadalquivir y su accesibilidad con el entorno – carreteras hacia el sur, Bujalance, hacia el sureste, Lopera, y el norte, Cardeña y la Sierra de Córdoba-, tienen una gran influencias en el desarrollo de Villa del Río.

LGV .

Heráldica de Villa del Río. Armas del Obispo Fray Juan de Toledo.

(Rafael Agüera Espejo Saavedra)
Fuente: Revista de Feria del 2000

A súplica de la ciudad de Córdoba, siendo Obispo de la Diócesis Fray Juan de Toledo, el Emperador Carlos I y su madre, Dª Juana, dieron, con fecha de 18 de Abril de 1531, Real Provisión por la que se cedió un edificio viejo y caído con destino a la construcción de nueva Parroquia en Aldea del Río "por cuanto la que había anteriormente estaba derribada con las avenidas del Guadalquivir en cuya rivera estaba".
Se trata, como bien sabemos los villarenses, de la antigua Parroquia de Nuestra Señora de la Concepción ( Incomprensiblemente, aún vemos como a esta antigua Parroquia se la sigue llamando de San Pedro, incluso en publicaciones recientes), para cuya fábrica se aprovechó el viejo recinto del Castillo. Las obras se llevaron a cabo entre 1531 y 1537 bajo la dirección de Hernán Ruiz I, quien dejó la impronta de su personal estilo en la puerta que da a la plaza, en cuya clave vemos un Blasón con las armas del citado Obispo, Fray Juan de Toledo, promotor del nuevo templo, el cual fue utilizado hasta que en 1907 se hizo la Parroquia de la Inmaculada Concepción. En la actualidad, y tras una excelente rehabilitación, este recinto acoge al Ayuntamiento de nuestra Villa.
Fray Juan de Toledo, nacido en Alba de Tormes (Salamanca) el 15 de Julio de 1488, era hijo de Don Fadrique Álvarez de Toledo, II Duque de Alba, que se distinguió en las guerras de Granada, conquistó Navarra para la Corona de Castilla (1512) y fue Mayordomo Mayor del Emperador Carlos I, quien le nombró Caballero del Toisón de Oro y le reconoció su grandeza inmemorial (1520). Prestó, asimismo, servicios en Italia y Flandes así como en la guerra de los Comuneros, siendo uno de los colaboradores más directos del Emperador.
Como era costumbre en la época, uno de los hijos segundones del dicho Duque, en este caso Juan, fue destinado a la Iglesia, ingresando en el Convento de San Esteban, de Salamanca, de la Orden de Predicadores (Dominicos) donde emitió sus votos en 1507 y completó su formación en Valladolid, París y Génova. El 31 de Agosto de 1523 es nombrado Obispo de Córdoba de donde pasó a la Diócesis de Burgos (1537), siendo elevado a la púrpura cardenalicia en 1538 y a la sede Compostelana en 1551. En todo caso, desde 1540 reside en al Curia Romana interviniendo muy de cerca en los graves acontecimientos de la época; Reforma Protestante, luchas políticas entre el Pontificado y la Corona Española, aplicación de los decretos de Trento, organización del Santo Oficio, etc. Falleció en Roma el 15 de septiembre de 1557 y, no obstante su alcurnia y poder, está considerado como una persona misericordiosa y magnánima, que dejó a su paso abundantes limosnas a los indigentes y numerosos templos y monumentos al servicio de la Iglesia.
El Blasón objeto de este trabajo, el más antiguo de nuestro pueblo, es de estilo renacentista y reproduce las Armas de la Casa y Ducado de Alba, a saber: Equipolado (o ajedrezado) de ocho puntos de azur (azul) a siete de plata (blanco), que es Álvarez de Toledo. Lleva acosladas la cruz de Santiago y varias banderas o trofeos de guerra. Al timbre, capelo episcopal del que penden cordones con doce borlas (seis a cada lado). El todo circundado de una corona de laurel.
Blasones similares al de nuestro pueblo pueden verse en diversos lugares y, en particular, en la Mezquita-Catedral de Córdoba (frontispicio del acceso principal al templo y Presbiterio del mismo)

BIBLIOGRAFÍA:
- Diccionario de Historia Eclesiástica de España.
- Los Pueblos de Córdoba. Diario "Córdoba", 1992, Villa del Río. Jesús Rivas Carmona.
- Villa del Río, Apuntes para su historia, Francisco Pinilla Castro. Villa del Río 1995.
- Guía Turística de la Comarca Cordobesa del Alto Guadalquivir. 1998.

A nuestra Señora de la Estrella

La auténtica devoción a la Virgen María, la Virgen de la Estrella, no debe ser nunca un sentimentalismo estéril, rutinario y vacío, ni tampoco una costumbre, una credulidad vacía, sino que debe gestarse y surgir de una auténtica fe, que nos lleva a reconocer y aceptar plenamente esas excelencias de la Madre de Dios, que debe impulsarnos a un verdadero amor filia hacia nuestra Madre la Virgen de la Estrella e imitar sus excelsas virtudes. Pero no podemos olvidar que ese sentimiento pasajero, o sentimentalismo tanto humano como religioso, sólo demuestra una total falta de madurez humana y espiritual, y tenemos que hacer de esta advocación -de la Estrella- algo esencial en nuestra devoción. Pero son muchos los que ponen su énfasis en la mera propaganda de amor a María todo lo largo de sus muchas imágenes, y consideran que lo importante es ese aspecto secundario de la mera representación de una imagen.
No podemos permitirnos aquellos que creemos, que solamente esa imagen de María tiene virtudes curativas o poderes sobrenaturales. Tenemos que tener en cuenta que en nuestro pueblo latino, late un individualismo que coloca su impronta y marca, y queremos que aparezca "lo nuestro" en todas las devociones y advocaciones, dándole nuestro propio e individual sentido cual exclusividad.
He mencionado la Fe en María Virgen, sea cual su advocación. Pero ¿nos hemos interrogado alguna vez sobre lo que es realmente esa Fe?, y aquí se trata ya de aquella definición que aprendimos los mayores del "Ripalda", ya que esa Fe no es creer en aquello que no vemos, aunque no debemos olvidar aquellas palabras que Cristo le dirigió a Tomás una vez resucitado.
El concepto de Fe tiene una respuesta tanto filosófica como teológica. Bajo este aspecto, la Fe es un asentimiento intelectual al contenido de la Revelación, y una sumisión "libre" a la palabra divina. Es un abandonarnos totalmente confiados en el amor en Cristo, pero... ¿se da realmente ese abandonarse total en el amor de Cristo?.




Tenemos que aceptar unas realidades que no podemos comprobar; la eternidad y el misterio de Dios uno y trino, que la admitimos por el testimonio de Cristo, y, a decir verdad, no contamos con otra cosa. La Fe es un constante peregrinar, y no ese acto de aceptación, es vivir constantemente en esa triple actitud de aceptación, sumisión y abandono en el amor de Cristo.
Las cofradías o hermandades de nuestra Madre la Virgen, constituyen una multitudinaria manifestación y expresión de nuestra Fe y la devoción a María Santísima. Con respecto a esto, el gran psicólogo V.C. Frank nos dijo que "todo sentimiento masivo popular necesita de folklore igualmente popular par su expresión", pero como tal folklore se da en otras muchas manifestaciones, y lo cierto es que lo religioso no escapa de esta ley psicológica, y esos sentimientos masivos y populares, a los cuales es muy proclive nuestro pueblo andaluz, alegre, espontáneo, vivo y multicolor, apasionado y, algunas veces un tanto fanático (Romería del Rocío) tenemos que confesar que en honor a la verdad, nunca resulta puro, que no está libre de posibles errores, y así, puede ocurrir, que ciertas o muchas personas se sumen a esa manifestaciones multitudinarias de la Fe de un pueblo por simple curiosidad, por pasarlo distraído, etc. No obstante, una gran mayoría lo hacen con un pleno sentido de autenticidad. Nosotros los cristianos con auténtica Fe, y con un sentido elevado y profundo, tenemos que hacer de nuestros hogares un pequeño templo y santuario en donde deseamos hacer presente a nuestra Madre María Santísima y a su hijo Cristo.
Con respecto a nuestra Madre María Santísima, se dan dos maneras de enfocar nuestra devoción: Iª Considerarla casi exclusivamente como algo fuera y distante, fuera del área existencial de nuestras realidades humanas. No obstante, y a mi modesto juicio, creo que a la Santísima Virgen deberíamos de considerarla más cercana de nosotros los cristianos. Como persona más redimida y miembro de una iglesia sometida a las condiciones socio-económicas-culturales de aquellos tiempos mucho peores de los de hoy. Todo ello y algo más nos la sitúa más cerca y dentro de todos los creyentes.
María fue una mujer de su tiempo. Vivió en una aldea pequeña y con gentes sencillas llamada Nazaret, y que trabajaban del campo. Probablemente serían analfabetos, todos o casi todos. Vivió en una sencilla y humilde morada, y la Virgen Santísima como mujer y madre, se ocuparía de todas las faenas de la casa, y descansaban sobre el piso terrizo cubierto con unas esteras y, muchas cosas más propias de una familia pobre. María vivió entre sus gentes como una mujer más. Pero es mucho más lo que se podría decir sobre todo esto.

Autor: JOSE SALGUERO CARRERA (Crítico nacional y internacional)
Fuente: Revista de las XXIV Jornadas Culturales y Religiosas en Honor de la Stam. Virgen de la Estrella Coronada de Villa del Río. 2003.

La Cruz de los Mocitos

(Rafael Moreno Baldomero)
Fuente: Revista de Feria de 1996

En la revista de feria del año pasado, contaba cómo encontré en la Biblioteca Municipal un libro de un tal Rafael Beao titulado "Sociología del Islam y Filosofía de sus enseñanzas" y dentro una serie de hojas manuscritas que contenían diferentes historias o leyendas, no están muy claras las diferencias entre unas y otras referentes a lugares de Villa del Río.
Dichas hojas, además de la leyenda del Árbol del Amor, contiene esta otra, sin nombre en el original, y que después de conocida por los lectores coincidirán conmigo que en realidad se refiere a esta plaza. Dice así, una vez transcrita al actual castellano.

"Corría el año de gracia de mil y quinientos y cuarenta y ocho y yo vivía en esta Aldea del Río, en la calle tinte, con mis padres, Esteban y Julia, y mis hermanos Manuel Hipólito y Julia.
Mi padre, que procedía de un pueblecito de Logroño de la comarca de Cameros, tenía, de ello vivíamos, una bodega y taberna que despachaba vinos manchegos con el nombre de riojas por aquello de que mi abuelo era de allí y había venido hasta estos lugares tan lejanos enrolado en una gleba de soldados reales que acá pernoctó una noche de julio del año 1495 y aquí conoció a la que después sería mi abuela Antonia y por estos lares se quedó pues en su lugar nada lo retenía al no tener nada ya que era un simple pegujalero. Desde entonces nos conocen con el nombre de "los maños". Yo no llegué a conocer a mi abuelo, pero dice mi padre, yo no me lo creo, que el grupo de soldados con el que vino fue el que escoltó a la imagen de la Virgen que encontraron en el coto de Monterreal y que llamaron la Estrella.
En aquel tiempo al que me refiero era yo niño de nueve o diez años y ayudaba a mi padre en atender a los parroquianos que venían a nuestra taberna. Han pasado casi setenta años, pero aún lo recuerdo todo perfectamente con la memoria que da la mucha edad para los hechos pasados.
Aislada al final del pueblo existía una ruinosa y abandonada casa que nadie recordaba por quién había ido habitada pero que lo tuvo que ser por persona acaudalada y muy principal, a la vista de los restos que quedaban. Allí íbamos los niños del lugar y aquella ruina nos servía para nuestros juegos y guerrillas. No nos podíamos imaginar lo que iba a ocurrir en aquel lugar ni el secreto que aquella desolada casa ocultaba.
El caso fue que con motivo de que el pueblo iba ensanchando hubo que asolar aquella ruina para labrar nuevos edificios y al derribar los albañiles uno de los muros que quedaban en pie observaron que parte de él aparecía hueco como si allí hubiera existido una a modo de puerta, pues tenía un dintel, ya que más tarde hubiera sido tapiada. Pero su grande sorpresa fue cuando al descubrirla completamente encontraron en el vano oculto dos esqueletos de pie y en una de las paredes una tosca cruz grabada y fabricada con mucha rudeza como con instrumento muy primitivo.
La voz del hallazgo corrió por todo el pueblo que acudió presuroso a contemplar tamaño fenómeno. Llegaron autoridades acompañados de alguaciles que ordenaron retirar aquellos restos que, todos pudimos comprobar, pertenecían a dos niños de unos diez o doce años y que la cruz que allí se encontró parecía haber sido hecha con las uñas por aquellos infelices que dieron testimonio de esta manera de su fe y que, al parecer, habían sido emparedados hacia muchos años.
Nadie supo dar noticia de aquel sucedido y poco a poco olvidose el asunto y no hubiera quedado memoria en él a no ser por lo que ha ocurrido hace unos días.
Mi padre hace años que murió y yo continuo con el negocio de la bodega que con el tiempo ha habido necesidad de ampliar ya que a él acuden al atardecer la mayoría de los varones del pueblo y todo aquel que por él transita, que son muchos pues aquí esta establecida la aduana para el cobro del portazgo de los pinos que entran en este Reino de Córdoba por el Guadalquivir y por ser esta la primera población de dicho reino con la que se encuentran todos los viajeros que procedentes de Castilla atraviesas el puerto del Muradal.
Por lo tanto, no llama en demasiada atención la llegada de gentes forasteras. Pero hace unos días abriose la puerta de la taberna y todos quedamos en silencio, por lo sorprendidos, al ver entrar a un anciano de alba barba y luengos y también nevados cabellos y de aspecto venerable pero imponente. Iba bien aderezado y con ricos vestidos compuestos. Venía acompañado de un enano vestido de forma extravagante, con almilla de bayeta verde y bonete colorado toledano. Traía en la mano un alcatia que luego desplegó para que su amo en ella se sentara.
Una vez acomodados, pidió para sí y su pequeño criado una jarra de vino yema. En esta sazón discurría cuando el venerable, ayudado por el enano, se levantó y con voz profunda que a todos causó pavor dijo: -Estemen vuestras mercedes atentos y pido se me dé licencia para dirigirme a tan honorable audiencia a fin de contaos una grande y puntual historia.
Así dijo y todos quedamos atónitos, pero como asentimos con movimientos de cabeza, el anciano comenzó el discurso de su plática:
- Hace muchos, muchos años, en otro felicísimo tiempo, vivía en este pueblo una familia de cristianos viejos que tenía dos hijos mellizos que eran la alegría de todos. Conservaban su religión inconmovibles, a pesar de vivir en una tierra en la que todos sus habitantes profesaban el dogma de Alá, Dios los haya perdonado.
Uno de ellos, Ibn Yuici al-Abbar, vivía en una gran casa palacio, hoy desaparecida, en las afueras de la Aldea. Pertenecía al-Abbar a la secta de los hasisin por lo que era temido por todos, cristianos, mahometanos y judíos que este lugar compartían.
De todos es sabido que el miedo siempre lleva de la mano a la curiosidad, acrecentada ésta porque aquella casa estaba rodeada por un seto tan grande y espeso que nadie podía ver lo que ocultaba al otro lado y que daba un aspecto muy misterioso a aquel lugar, por lo desconocido.
No eran ajenos a aquellos sentimientos, a pesar de sus pocos años, nuestros dos pequeños mellizos que siempre que podían escapaban a curiosear en los alrededores de aquella casa en la que, según contaban, se llevaban a cabo secretas ceremonias a las que, incluso decían, acudían yinn (demonios).
Uno de aquellos días de los que escapaban de casa, llegaron junto al seto del enigmático palacio y allí se encontraban tratando de ver algo de lo que su interior encerraba cuando de pronto y de una forma sorprendente se abrió en el espeso ramaje un espacio suficiente como para dar paso a nuestros niños. Al mismo tiempo, pudieron ver un maravilloso prado alfombrado con multitud de flores de todos los colores que cubrían el suelo y pequeños y extraños animalitos que jugueteaban entre ellas y que parecían invitarles a traspasar el seto con la promesa de las más inigualables diversiones y juegos.
No lo dudaron y entraron en lo que ellos creyeron en su inocencia el paraíso. Tan ensimismados estaban que no advirtieron que detrás de ellos, un ser algo estevado, moreno de rostro, velloso en el cuerpo y de vista amenazadora, cerraba aquel espacio por el que habían entrado y que así volvía a convertirse en un seto impenetrable.
No se volvió a saber nada de ellos, desaparecieron. Se mandaron buscar por público pregón y se dieron numerosas batidas sin el menor éxito. Algunos vecinos comentaron haberlos visto el día anterior merodear cerca de la casa de alabar. Allí, las autoridades seguidas de los vecinos rebuscaron por todas partes y nada ni a nadie encontraron. La casa estaba completamente vacía, como si nadie hubiera vivió nunca, como si sus moradores no hubieran existido.
Dos gruesas lágrimas corrieron por aquella noble faz y dirigiéndose hacia la puerta dijo el enano: -Vamos al-Abbar. Y desapareció.
Todos los presentes quedamos estupefactos por aquel relato que, enseguida, los más viejos relacionamos con la aparición hacía ya algunos años de aquellos cadáveres emparedados.
Tal como ocurrió y tal como me contaron así dejo escrito para general conocimiento de las gentes, que pasado el tiempo, vengan a vivir a esta Aldea del Río y puedan conocer el por qué del nombre de este lugar en el que hemos colocado una gran cruz en recuerdo y memoria de todo lo ocurrido y como homenaje a aquellos dos desdichados mocitos"

Este documento viene con una firma, "Rafael el Maño". Por desgracia no hemos podido encontrar ningún archivo que confirme la existencia real de ninguno de los personajes que en esta leyenda se nombran. No sabemos con seguridad si existieron en algún tiempo o si vivieron o no en esta nuestra Aldea o si todo es pura y simplemente una invención, porque ¿Quién es capaz de determinar dónde empieza y termina la frontera entre la realidad y la pura imaginación?

FIESTAS Y COSTUMBRES: El habla.

Camino y frontera.

El curso de Guadalquivir tiene una decisiva influencia en la actual configuración lingüística de casi toda Andalucía, pues el primer gran impulso reconquistador de Fernando III el Santo se produjo descendiendo por el, desde la provincia de Jaén hasta Sevilla.

La vecindad del Guadalquivir es, por consiguiente, el elemento más decisivo para la determinación de los caracteres lingüísticos de Villa del Río, pero no el único: junto a el se encuentra también la situación en el vértice oriental de la provincia, justo en el lugar en que confluyen en una serie de límites lingüísticos que recorre en Andalucía de Norte a Sur y separan el andaluz oriental de la occidental, razón por la que esta localidad participa a algo de ambos. De estos límites lingüísticos, el más importante es el que marca la transición entre Andalucía que mantiene dilaciones antevocálicas y aquella que, o las ha eliminado, como sucede en el caso de las procedentes de F-inicial latina, o no ha llegado a tenerlas nunca, en el caso de la velar y fricativa sorda castellana (grafía j o g ante e i). En este último, además, la transición no es brusca, sino que los pueblos fronterizos de Córdoba, como es el caso de Villa del Río, suelen presentar un sonido y intermedio entre la fricación velar vibrante, característica de Jaén, y la espiración occidental.

Los orígenes de esta frontera lingüística no están claros. Quizás haya que buscarlos en el mayor peso de la repoblación castellana en Jaén, motivada por la influencia de la orden de Santiago o por intervención de su reconquista del arzobispado de Toledo, o por ambas cosas conjuntamente, frente a la mayor aportación leonesa en la zona occidental, de reconquista más tardía.
RMV

FIESTAS Y COSTUMBRES: Hogueras y fandangos.

La noche víspera de la Candelaria (2 de febrero) es costumbre que los jóvenes enciendan hogueras en calles y plazas, en torno a las cuales se forman animados corros de gentes que cantan y bailan hasta altas horas de la madrugada. En los últimos años se arrojan a las hogueras muñecos o peleles que representan a personajes rechazados por la sociedad. Las brasas de los candelorios se aprovechan para asar en ellas chorizos, carnes e incluso pescado, que se ofrecen a los presentes. En vísperas de esta celebración los jóvenes salen al campo para recoger leña y ramas, procedente de la poda de los olivos.

Antiguamente, los domingos de mayo se celebraban los mayos, en la Cruz de los Mocitos, donde los mozos colgaba en una especie de angarillas adornadas con papeles de colores y flores-los regalos que hacían a sus novias. Un grupo de baile dirigido por Trini Horcas recuperó en 1987 estos fandangos reverenciales que antaño se bailaba delante de Santiago y Santa Ana. (Hoy han vuelto a desaparecer). Popularmente se los conoce como fandangos del toreo, porque las mujeres lo bailan con mantones de Manila a las que imprimen unos movimientos que recuerdan los lances de los toreros con los capotes.

FSM

FIESTAS Y COSTUMBRES: Feria de la Virgen de la Estrella (7 al 10 de Septiembre).

Cuando llegan estas fiestas mayores cientos de villarenses se dan cita en el humilladero, donde al alba se recuerda en la misa a los segadores de Bujalance, que fueron los primeros en rezar a la Virgen. (Según la tradición, -fue hallada a finales del siglo XV por unos segadores bujalanceños). El día 7 el pueblo se despierta a con alegre diana, y por la tarde la Virgen de la Estrella es trasladada en procesión desde su ermita a la iglesia parroquial (es o que se denomina con “la bajada”), donde al día siguiente se dedica Solemne Función Religiosa, Baile de segadores y procesión, acompañada de bandas. El programa ferial de 1992 incluyó, además, pasacalles, coronación de la reina de las fiestas y elección de galán, suelta de vaquillas-cuya carne se distribuye al pueblo - bailes en la caseta hasta la madrugada. Destaca la presencia en el programa y en el deporte: como prólogo de las fiestas se celebran competiciones de tenis fútbol y pesca bajo el nombre Ciudad de Villa del Río, así como el trofeo de fútbol Matías Prat, que ha cumplido sus bodas de plata. Ya en plenas fiestas sigue el deporte, con fútbol-sala, natación, carrera de galgos y ciclismo. El festival de cante bajo el título Noche Flamenca, actuaciones de grupos musicales y una agasajo a la tercera edad, completan el programa ferial, que cierran los fuegos artificiales en la medianoche del día 10.

JCRA./ FLRA

FIESTAS Y COSTUMBRES: Veladas de Verano.

Durante los meses de verano es costumbre que algunos barrios de Villa del Río celebren veladas o verbenas, que llenan de baile, colorido y animación la calle respectiva. Las más tradicionales son:

- 25 y 26 de Julio: Veladas de Santiago y Santa Ana
- 14 de Agosto: Velada de la Barriada de San Carlos
- 15 de Agosto: Velada de la Calle San Roque
- 16 de Agosto: Velada de la Calle Córdoba (Barriada de Jesús).

SAN ISIDRO, Patrón de Villa del Río

San Isidro Labrador (15 MAYO)
(Tomado del libro "Semblanzas" de Tomás Morales S.J.)

Una vida oculta con Cristo en Dios que nos arrastra. Una vida humilde y sencilla que pone la santidad al alcance de todos.

Labrador incansable hasta la ancianidad, riega con sudores heredades ajenas. Un santo con paño burdo y capa parda, abarcas rotas o escarpines. Polvorientos unas veces, o entorchados de barro otras. Aguijada en mano, guía la yunta arando la tierra. "Espera paciente -así nos lo presenta la liturgia al abrir la Misa- el fruto valioso de la tierra, mientras recibe la lluvia temprana y tardía".

Bautizado de a pie

Críticas y calumnias de envidiosos descreídos, le cercan siempre, pero con fortaleza humilde las convierte en plegaria. En sus largas horas de oración, mientras abre surcos o siega espigas, otea el futuro y se ofrece por un mundo mejor. Un mundo que eleve al cielo el canto del amor y libe ración revestido de firmeza y coraje. Un canto fraterno que se levante desde aldeas y ciudades, fábricas y minas, parlamentos y tribunales, familias y escuelas.

Coetáneo del Cid, es como él, nobleza de alma y reciedumbre castellana. La tenacidad excepcional del propósito le adorna también.

Esposo y padre, santifica la vida del hogar Bautizado de a pie, ni sacerdote ni religioso, se ofrece casi noventa años por la santidad del trabajo y de la familia. Nos enseña a hacer del "trabajo de cada día plegaria de alabanza que humanice nuestro mundo" (orac. col.).

Niñez trabajosa

Una aldea, Mayoritum, era el Madrid de hoy. A finales del siglo XI, le ve nacer en el reinado de Alfonso VI de Castilla. Se asienta en una colina que se eleva sobre el Manzanares cara a la meseta que la circunda. Una fortaleza, Mayrit -Magerit en latín-, la defendía desde hacía dos siglos.

Unos tres años tiene cuando Alfonso VI el Bravo le arrebata al yugo sarraceno. Recibe el Bautismo probablemente en la Parroquia de S. Andrés, una de las más viejas de la futura capital. Le llaman Isidro, síncope de Isidoro, en recuerdo quizá del insigne arzobispo de Sevilla.

Padres muy pobres, pero ricos en fe, son los suyos. En su corazón infantil cultivan el amor a Dios. Auténticos educadores, le enseñan a triunfar del egoísmo y a ayudar a niños más necesitados.

La precaria situación económica familiar le obliga a dedicarse a los pocos años a las rudas faenas del campo. Gregorio XV afirma al canonizarlo, que "nunca salió a su trabajo sin oír muy de madrugada la Santa Misa y encomendarse a Dios y a su Madre Santísima". Añade que, a pesar de su jornada agotadora, jamás deja de hacer ayunos y abstinencias.

"Pone amor donde hay odio"

Huérfano a los pocos años, se ve abandonado. La soledad es la patria de los fuertes, y el silencio su plegaria. Dios le habla en ella y lo troquela en el amor. Isidro se empieza a engolfar como marinero en alta mar. Boga solitario entre dos abismos. Cielo y océano, su propia nada y la insondable grandeza de Dios.

Niño aún, tiene que ganarse la vida. Trabaja como labriego de varios señores. Vera es uno de ellos, y como bracero labra sus tierras conquistando su admiración. Es fiel e incansable. La envidia se ceba siempre en la virtud ajena. Es como las moscas que se pegan a la miel. Sus compañeros le acusan ante Vera de que descuida el trabajo por estor embebida en la oración.

La maledicencia que le acechará a lo largo de su vida se empieza a desatar. No podía ser excepción a la ley de S. Pablo: "Todos los que quieren vivir con amor en Cristo Jesús, serán perseguidos" (2 Tim 3,12).

No se altera, y con elegancia evangélica perdona y olvida. Supera con viril y cristiana entereza los asaltos de la crítica, "pone amor donde hay odio, perdón donde hay ofensa, unión donde hay discordia" (Benedicto XV). Sigue a la letra el consejo de otro santo castellano: "Donde no hay amor, ponga amar y sacará amor" Juan de la Cruz, c. 6-7-1591).

"Yo me quedaré con la paja"

Yüsuf ben Tasüfin, nuevo emir del imperio almorávide al norte de África, desembarca en Algeciras en 1086. Acaudilla formidable ejército, y cuatro meses después Alfonso VI sufre una terrible derrota en Zalacá.

En 1090, desembarca por tercera vez. Fracasa en la conquista de Toledo y devasta tierras y castillos. Al de Majerit también le llegó su turno y la aldea fue saqueada.

El miedo obliga a sus pacíficos y laboriosos campesinos a abandonar la villa. Isidro emprende ruta hacia el Norte. Se detiene en Torrelaguna, donde tiene algunos lejanos parientes. Un rico labrador le encarga de cultivar sus fincas.

La vulgaridad de los mediocres nunca está ociosa, y como el envidioso, adelgaza con la gordura ajena. Los compañeros de labor no tardan en hacerle blanco de falsas acusaciones. El amo crédulo y superficial, ignora la fidelidad laboriosa de Isidro. Cree las patrañas de sus colegas.

Le somete a la prueba y le exige mayor rendimiento. El santo con paciente humildad soporta la calumnia y la prueba, pero defiende su dignidad con entereza. Encarna las virtudes propias del castellano viejo. Laboriosidad, honradez, discreción. Aprecia al hombre por lo que es, no por lo que tiene.

Era costumbre en Castilla que el señor entregase como salario a sus criados unas parcelas de tierra, el pegujal. Trabaja su pegujal y logra cuantioso grano. La avaricia del amo coloca al santo en trance difícil. Calma las iras del dueño. Le dice: "Tomad, señor, todo el grano. Yo me quedaré con la paja". Dios se encarga siempre de confundir la envidia y codicia. El poco trigo que entre la paja había quedado, se multiplica milagrosamente con pasmo de todos.

Boda de santos

En Torrelaguna conoce a María, con la que contrae un esponsalicio santo. Ella, según los biógrafos, es cristiana recia, amante del trabajo y asidua en la oración.

La Historia la conoce con el nombre de Sta. María de la Cabeza. Al morir, su cabeza fue trasladada a una ermita no lejos de Torrelaguna.

Los esposos desean consagrarse más a Dios, y deciden vivir separados. María se retira a una ermita y el santo permanece solo. Volverían a unirse en los últimos años de su vida y tienen un hijo único.

Añoranza que se cumple

Nostalgia de su villa natal siente en este destierro, cara a las lejanas cumbres de Somosierra. Añora su querida Magerit.

Alfonso I el Batallador toma Zaragoza, expulsando a los almorávides. La hora de partir para Isidro y María había sonado. Las risueñas y fértiles riberas del Manzanares vuelven a alegrar sus ojos, y entran gozosos en la villa que ya no abandonará el santo hasta su muerte.

Juan de Vargas, encandilado por sus cualidades, le pone al frente de sus dilatadas y riquísimas posesiones que se abren hacia la anchurosa meseta.



"Señor amo, ¿a dónde hay que ir mañana?"

Lustros y lustros de trabajo sencillo, oculto y gozoso. Se parece al canto de los pájaros que revolaban bulliciosos en torno a sus mansos bueyes. Muere Alfonso VI y: le sucede Alfonso VII, Alfonso VIII, pero Isidro tiene su corazón puesto donde están los verdaderos gozos. Sabe que esta vida es buena pero miserable, y que la eterna es mejor y además feliz.

El santo es tan pobre que no podía serlo más. No cultiva su prado, viña o pegujal, y trabaja los campos de Juan. Al anochecer, se descubre siempre respetuoso ante su señor y le dice: "Señor amo, ¿a dónde hay que ir mañana?" Vargas le señala la tarea de la jornada. Sembrar, arar, barbechar, limpiar y podar vides o levantar la cosecha.

Al día siguiente a la Virgen de la Almudena o a Sta. María de Atocha, guiaba sus bueyes hacia las colinas onduladas de Carabanchel. Las tierras de Getafe y Móstoles, las umbrías y acogedoras orillas del Jarama, las riberas del Manzanares recogían agradecidas sus sudores ardientes.

Ama la misma fatiga

Horas y horas de labor bajo sol calcinante o lluvia pertinaz. Trabaja sin prisas ni pausas, esperando con paciencia la venida del Señor que "está cerca", como recuerda la primera lectura de la Misa (Sant 5,7-8).

Un trabajo ennoblecido por las claridades de la fe. La frente bañada en el oro del cielo, y el alma envuelta en las caricias ásperas o suaves de la madre tierra. Cielo, terruño son los únicos libros de aquel labrador incansable que no sabe leer. Rebosa felicidad mirando a Dios en la naturaleza, y adorándole presente en su alma. ¡Cuántas veces, entre ventiscas y tempestades o en los días serenos y luminosos, le cantaría: "Eres tan grande que no cabes en el firmamento... y tan pequeño que te encierras en mi corazón"! Nunca se fatiga, y si se fatiga ama la misma fatiga, pues el amor le hace encontrar descanso en el trabajo.

Ora et labora

Calderón de la Barca, el maestro Espinel, Lope de Vega y Guillén de Castro, entre otros, le cantan en versos inmortales. Las mesetas de Castilla quedarán siempre iluminadas y fecundadas con su sencillez y paciencia. No hizo nada extra, pero fue un héroe que sembraba en la tierra una cosecha de eternidad. En su zamarra de labriego podría bordarse una cruz y un arado. Con letras de oro, ora et labora.

Dos ángeles empuñaban la mancera...

Estas dos palabras sintetizan su vida audaz. Oraba mientras hundía la vertedera del arado en los surcos. Rezaba su tarea, como aconsejaba Teresa de Calcula a sus hijas. Era contemplativo en la acción. Labrando la tierra se encendía en amor. Gotas ardientes de sudor surcaban su noble frente, y se confundían con lágrimas del corazón que adoraba a Dios.

Golpes de azada, chirriar de carreta, áureo llover del trigo en la era, le acompañaban siempre. Murmullo de plegaria que se abismaba en Dios en la soledad acogedora del cosmos.

Sus émulos, llenos de envidia que carcome al que la tiene y no mella la virtud ajena, no cejan en la persecución. Le calumnian ante Juan de no rendir en el trabajo, embebido en la oración. Vargas se cerciora de la inocencia de su mayoral, al ver que mientras Isidro labra, dos ángeles empuñaban la mancera y conducían la yunta de bueyes con que araba.

Intuición profética

Absorto en Dios-Eternidad que ignora siglos y geografías que pasan, Isidro, arrebatado en éxtasis intuye una realidad futura al contemplar la Sabiduría divina. Veía que la tierra que labraba se convertiría un día en calles y plazas de una populosa capital. En alabanza reparadora consolaría con sus trabajos y agonías al Corazón de Cristo, herido por tantos pecados con que Le crucificarían millones de bautizados descreídos.

Adalid y protector de Madrid, se ofrecería pidiendo coraje y valentía para los primeros cristianos. Durante centurias evangelizarían Madrid cristinizándolo como fermento en la masa. Su corazón saltaría de gozo al ver surgir en la capital multitud de familias consagradas religiosas y laicas, que como grano de mostaza cubrirían el mundo con sus ramas.

Sudores, persecuciones y calumnias, gozos y alegrías, las ofrendaba bajo la bóveda del cielo azul oteando en la lejanía las nevadas cimas de Guadarrama, mientras S. Bernardo ardiendo en amor a Dios fundaba en 1115 la abadía de Claraval, y finalizaba en Worms la lucha de las investiduras.

Hogar acogedor

El día se le hacía corto, y el trabajo ligero. Sin darse cuenta, el crepúsculo le envuelve y las sombras de la noche empiezan a arroparle. Baja de las colinas, cuelga su arado en el ubio, se atenaza el capote en la noche helada. Cruza "el arroyo aprendiz de río" (Quevedo) y penetra de nuevo en la villa. Sigue la marcha cachazuda de la pareja de bueyes. Empezaba para él entonces la vida de familia.

En el umbral antes de retirarse a la ermita, le aguarda María. Sonrisa a flor de labios, tierna y sobre todo santa. Un rapazuelo de pocos años, el primer hijo, dando brincos, se acerca para ayudar a su padre a desuncir los animales.

Isidro trastea en el establo de Juan de Vargas. Cuelga la aguijada, ata los bueyes, los acaricia y llama por sus nombres. Llena de pienso el pesebre. En el corazón del Madrid viejo se venera aún en el bajo de una casa situada en la calle Pretil Santiesteban, el establo convertido en capilla acogedora, y se sigue celebrando la Santa Misa el 15 de Mayo.

María impaciente y restregándose las manos con el delantal, se acerca y le dice con cariño: "¿Pero qué haces? Se diría que alguien te da de comer en los barbechos". En la mesa humea la olla de hortalizas con tropezones de vaca. Allí se sienta con los pobres mendigos que le gustaba acoger todos los días en su frugal mesa. Este gesto lo recuerda la liturgia al pedir para nosotros que sepamos "compartir nuestro pan de cada día con nuestros hermanos" (orac. com.).

"Humildísima confesión"

En los últimos años de su vida, cuando Isidro está aquejado por grave enfermedad -tiene unos noventa años-, María vuelve de la ermita para cuidarle. Próximo a expirar, "hizo humildísima confesión de sus faltas, recibió el Viático y exhortó a los suyos al amor a Dios y al prójimo ' (Gregorio XV)

Su cuerpo lo entierran en el cementerio de S. Andrés. Se conservó allí incorrupto cuarenta años a pesar de las inclemencias del tiempo. Un amigo suyo lo trasladó a la Parroquia de S. Andrés. En 1563, delegados de la Santa Sede abren el sepulcro, y encuentran el cuerpo intacto.

Felipe III se libra de una enfermedad por su intercesión, y solicita su beatificación. Paulo V la decreta en 24 de junio de 1619. Tres años más tarde Gregorio XV lo canoniza en 13 de mayo de 1622, a una con Felipe Neri y tres españoles más.

Arado, esteva y aguijada de Isidro son inmortales como la tizona del Cid, el báculo de S. Isidoro y la corona de S. Fernando. La pluma de Sta. Teresa, el genio organizador de Ignacio, el ardor misionero de Javier, subieron el mismo día a los altares.

El arte de Goya nos legó un delicioso grabado del santo "S. Isidro de rodillas". Se conserva en la Biblioteca Nacional, y el gremio de plateros de Madrid costeó la rica urna de plata que guarda sus restos en la catedral vieja de Madrid.


BIBLIOGRAFÍA

Apostolado de la Prensa, S. Isidro y Sta. Mar'a de la Cabeza, Madrid 1947.

N. J. de la Cruz, S. Isidro Labrador, Madrid 1885.

Z. García Villoslada, Razón y Fe, enero-mayo 1922

FIESTAS Y COSTUMBRES: Romería de San Isidro (15 de mayo).

San Isidro Labrador es el patrón de Villa del Río, y el día de su honomástica sale por la mañana de la Ermita de la Patrona, la Virgen de la Estrella, y se dirige en procesión a lo que actualmente se denomina como la Rivera, a orillas del Guadalquivir. Acompañan al Santo Patrón carrozas engalanadas y caballistas.
Peroles y una gran fiesta esperan a todos los visitantes y lugareños en la rivera, donde todos pasan una estupenda jornada festiva, encuentro y convivencia.

FIETAS Y COSTUMBRES: Día de la Cruz (Mayo)

Desde hace algunos años se celebra un concurso municipal de Cruces, instaladas en calles y plazas; en torno a ella se improvisa animadas veladas, en las que no faltan la bebida y la música. Suele instalarse o adornarse una decena de cruces, entre las que ocupa lugar destacado la de la Cruz de los Mocitos; monumento de forja que se alza permanentemente en esta plaza.

FIESTAS Y COSTUMBRES: Carnaval

Fiesta donde los villarrenses hacen un despliegue de su buen humor e ingenio. Comparsas y chirigotas ponen la nota crítica de un pueblo que sabe divertirse y abrir los brazos a todo aquel que nos visite por estas fechas.

FIETAS Y COSTUMBRES: Semana Santa

La semana mayor se abre en Villa del Rió el Domingo de Ramos con la procesión de la Borriquita, que sale de la Parroquia de la Inmaculada y es llevada por Costaleras de la popular Hermandad de la Paz y Esperanza, tras la bendición de las palmas.

El Jueves Santo, a la atardecer, salen las procesiones de la Oración del Huerto (Imagen moderna de Manuel Bonillo), la Santa Cruz, el Santísimo Cristo de la Humildad, San Juan Evangelista y nuestra Señora y Madre de la Paz y Esperanza (imagen moderna de M.A.González). Remontan su origen la Santa Cruz al siglo XIX, en que, según Carlos Chevalier, participaban en ella los Blanquillos, penitentes llamados así porque vestían de blanco y portaban una cruz a cuestas; y sobre el cubrerostro llevaban una peluca hecha con fibra de pita y ceñida por una corona de mimbre trenzado, que simbolizaba las espinas.

El Viernes a las cinco de la mañana sale de la iglesia de su nombre la procesión de Jesús Nazareno, paso que, a la alba, se le une los de María Magdalena, San Juan Evangelista y Nuestra Señora de la Soledad (magistral imagen de Martínez Cerrillo), que salen de la parroquia. El momento culminante de esta procesión es el Sermón del Paso, en la plaza de la constitución, pronunciado por el sacerdote desde el balcón del Ayuntamiento y escenificado simultáneamente por las imágenes, que representan los distintos episodios del Vía Crucis. Antes del Sermón se escucha La Sentencia, pregón a dos voces, de tradición oral, que fue grabado, antes de morir, a sus últimos intérpretes, Antonio Caro Cerezo y Juan García Serrano que es le sigue: " Yo, Poncio Pilatos, presidente del imperio de Galilea,/regente del emperador romano, dentro de mi palacio/juro, en sentencia de denuncia, condeno de muerte a Jesús/llamado por la plebe Nazareno...", comienza diciendo. En los últimos años, tras el Sermón del Paso tiene lugar un pequeño recital de saeta en el que suelen intervenir aficionados locales como Pepi Mantas, Antonio Montiel, Francisco Tabares, Antonio Córdoba y su hija María y Juan Calero.

Por la tarde desfila la Procesión del Santo Entierro, cofradía antaño vinculada al gremio de los boteros, que tras cantar el miserere en los oficios acompañaban a Cristo Muerto. Participa también de la procesión el Cristo de Estudiantes, María Santísima de las Angustias, María Magdalena, San Juan evangelista y nuestra Señora de la Soledad.

Cierra la Semana Santa villarense la Procesión del Resucitado que hace su encuentro con Nuestra Señora de la Soledad, instante en que se le despoja de su manto negro, bajo el que aparece otro blanco. El momento es subrayado por toque de cornetas, tremolar de banderas, balanceó de pasos y lluvia de pétalos. Esta última tradición es muy antigua y ha llegado a catalogarse de interés turístico nacional.

CRONOLOGIA Y ARQUITECTURA DEL HUMILLADELRO

Fuente: Revista Hdad. de la Estrella, 2001
Autor: Francisco Pérez Daza.

Al ponerme hoy a escribir como cada año el artículo para la revista de Ntra. Sra. la Virgen de la Estrella, lo primero que me ha venido al pensamiento ha sido «El Humilladero». Siempre me ha llamado la aten-ción, el cómo, alando y porqué, se construyó en este lugar a partir del instante en que se descubre o «apare-ce», según expresión popular, la imagen de Ntra. Sra. de la Estrella.
La historia de este pueblo está unida desde tiempos ínmemoríables a un hecho cuya historicidad fue muy tardíamente recogida por José María de la Vega en 1873, el cual no señala la fuente de su información y mas que un relato histórico parece una leyenda transcrita de la tradición popular que circulaba por el pueblo en la segunda mitad del siglo XIX. Pero también se puede encontrar historicidad en muchas narraciones que dan cuerpo al devenir histórico de los pueblos. Relatos, donde los eruditos han encontrado muchas veces, hechos reales deformados por la imaginación y la pátina del tiempo.
En el año 1998 escribí un artículo que se titulaba; Asi conocí por Primera vez El Humilladero . En este artículo manifiesto la gran impresión que esta pequeña ermita casi destruida causó hace años cuando aún era un niño en mí imaginación infantil y, siempre me siguió llamando la atención. El año pasado el artículo hablaba de Pasado y Presente, Leyenda e Historia y ahora que mis investigaciones cuenta con cierta visión de conjunto en el campo de la arqueología medieval, quisiera desde esta orilla del divino Guadalquivir poder explicar cuándo, cómo y por qué se hizo El Humilladero.

¿Cómo llegó hasta aquíla imagen de la Virgen?
Primero, debemos conocer cómo era el entor-no del Humilladero antes de la aparición y, tener en cuenta que posiblemente aquí desde muy antiguo ya había una fuente al pie de una zarza, de la que quizá ya bebieron su agua las primeras frecuentaciones humanas de la Edad del Cobre. Pero es en el período califal cuando se asientan en la proximidad de la fuente (150, m.) una primera aldea o arquería musulmana que cultivaban las tierras que le iban rescatando al monte, se-gún se desprende de los vestigios arqueológicos.
Este primer poblado árabe queda despoblado probablemente en el siglo Xll con los bereberes para ocupar otro emplazamiento más defendible dotándolo de recinto fortificado y construyendo seguidamente la famosa «Fuente del Granadíllo» para el abastecimiento de agua de este asentamiento, cuyos habitantes posiblemente llegaron a ver los ejércitos cristianos de La Reconquista y tomar la fortaleza del Guadalquivir. Estos momentos de toma, pacto o capitulación, nos dan píe para pensar que la persona que guardaba su querida imagen, ante el temor de posibles razzias, la escondiera no lejos, pero en un sitio de ruinas abandonadas y quizá poco frecuentado.

¿Cuándo y por qué se hace El Humilladero?

A finales del siglo XV unos segadores encuentran una imagen de la Virgen escondida en medio del monte. El pueblo en sus creencias de la época consideran como una «aparición el hallazgo y, se apresuró a edificarle una pobre y pequeña ermita en el mismo sitio de la aparición, que hoy ocupa el Humilladero» (J.M. de la Vega, 1873,8). De este Humilladero que se levantó a finales del siglo XV nada se sabe, ni siquiera una breve descripción de cómo fue esta simple construcción.
La otra ermita es de Ntra. Sra. de la Estrella, la cual está situada a la falda del cerro Morrión (L.M.R. de las Casas-Deza, «Corografía... tomo 11, Pág. 422). Igualmente nos indica que hasta 1520 no acordó el Ayuntamiento constituirse patrono de su santuario que al principio no fue más que un simple Humilladero situado en una haza que donó a Ntra. Sra. en 1583, Francisco Jiménez Morente. Se hizo nueva la ermita en el sitio del Calvario demoliendo la antigua en 1738. No queda claro por quién, ni cuándo se construyó la pequeña ermita o humilladero en el lugar de la aparición.

Una de mis formas de investigación, y que a mí me ha dado muy buenos resultados, ha sido la de preguntar a los más ancianos y escuchar sus relatos que igualmente fueron escuchados de sus mayores. Según la tradición popular y que siempre oyeron desde niños a los que pregunté, coinciden en señalar, que en el pueblo se decía: Cuando la Virgen de la Estrella se apareció, el pueblo le edificó una ermita en el sitio que hoy se encuentra , y a ella llevaron la imagen de la Virgen, pero la Virgen no quería estar allí y por las noches sola se iba al Humilladero.

Este mismo relato he podido comprobar, como más tarde aún se conserva en la memoria de algunos viejos villarrenses: Juanillo el de los Aviones, me confirma que, este relato era también en su niñez de dominio general. Esto nos confirma que el pueblo hizo una pequeña ermita en el lugar de la aparición y en la misma fuente. Siguiendo el mismo testimonio de los ancianos, y teniendo en cuenta que las devociones se fueron olvidando en el transcurso de os tiempos; recuerdan estos que el Humilladero siempre lo conocieron totalmente abandonado, caído e invadido por una gran zarza, y que nadie se preocupó nunca de su estado, ni el pueblo ni la Iglesia, (Juanillo el de los Aviones, 2001). Este estado de ruina abandonada llegó hasta 1979, año en el que se llevó a cabo la restauración.

Estudio arquitectónico del Humilladero.
Para saber exactamente en qué estado de ruina se encontraba el Humilladero antes de su restauración y como se llevó a cabo esta, le pregunté a D, Sebastián Centella Pérez, que llevó a cabo este trabajo en el año 1979. Su informe fue detallado, asegurando que, las piedras son todas las mismas y puestas en el mismo orden ya que sólo estaban desprendidas. Los arcos de ladrillo que sujetaban la techumbre, como esta estaban destruidos hasta los hombros. Fueron limpiados y repuesto todo lo roto con ladrillos de la misma clase procedentes de la reforma del Convento de la Divina Pastora de la Villa del Río. Toda la ruina la invada una gran zarza. (La ruina del Humilladero y la existencia de la zarza la hemos conocido todos los de mi generación hasta no hace muchos años).

El conjunto arquitectónico del Humilladero, esta formado por un podium de piedra molinaza de planta cuadrangular, cuyas dimensiones son de 2,60 x 2,60 m. La esterreotomía de los sillares es bastante homogénea. Son especialmente regulares en cuanto a medida de altura, 23 cm. pero están descuadrados de forma ruda y colocados a soga, (sin tizones), trabados en las esquinas. El módulo de los sillares utilizados es de entre 50 y 80 cm., formando un podium o basa-mento de 6,76 m2 por 1,10 de altura. De los ángulos de este basamento, arrancan cuatro pilares de ladrillo macizo de 55 x 55 cm. y a 1,34 m. de altura se encuentran las impostas de cuatro arcos de medio punto, igualmente de ladrillo de 1,17 m. de luz, que sujetan el entablamento de la cubierta plana del mismo material, formando el camarín con cúpula nervada.

Los ladrillos del Humilladero.
Sabemos que el uso del ladrillo para la realización de arcos, se generaliza en estas tierras a partir del siglo XIV existiendo también la alternancia de este material con la piedra.
Las ordenanzas de alarifes de 1495 establecían en dos palmos la dimensión que debía alcanzar un ladrillo y medio; el palmo es una medida de longitud con una equivalencia aproximada de 21 cm. lo que quiere decir que cada ladrillo debía medir en torno a los 30 cm.
La investigaciones realizadas para este trabajo son por ejemplo: los ladrillos utilizados en tiempos ( posteriores en nuestro castillo, reparaciones tardías en el Castillo de la Aragonesa, así como en las torres de: «Villaverde» (Cortijo de la Torre), «La Nava» y «La Loma», incluso, las últimas reparaciones de nuestro ( Puente Romano, constatan que las medidas de los ladrillos usados en edificios bajomedíevales y hasta el siglo XVlll guardan siempre unas proporciones de entre 28 y 30 cm. de longitud, 14-15 de anchura y 4-5 de grosor, medidas «estandarizadas» para los tiempos indicados. Estas dimensiones se corresponden con todos los ladrillos utilizados en los «dos pilares de poniente» hasta los hombros, desde donde fueron restaurados, y que aún se conservan al igual que la textura y el color del mortero.

Igualmente, podemos observar en varias partes de los ladrillos saledizos que forman las impostas y el contomo de los arcos, restos de pintura antigua a la almagra. Una antigua fotografía nos muestra cómo estos ladrillos estuvieron pintados, resaltando sobre el color más claro del ladrillo, el rojo intenso de la almagra, dándole un alegre aspecto decorativo a tan singular monumento.
Sí observamos el centro del podíum, veremos que las piedras solamente están trabadas hasta el grosor de los pilares, dejando una parte central que podemos pensar destinada a un posible brocal de pozo, en nuestro caso un manantial que sería la fuente de la aparición, y quizás por secarse este manantial con el tiempo, se colmató hasta formar el basamento que hoy conocemos.
En el centro se halla una columna igualmente de piedra molínaza de 21,50 cm., de base y 97 cm., de altura, que no corresponde a la misma labra de los sillares utilizados, ya que está trabajada y pulimentada en sus cuatro caras. En la parte superior, sujeta con una abrazadera, está la Imagen de Ntra. Sra. de la Estrella en hierro forjado. La altura total del Humilladero hoy es de 3'64 m. hasta la cubierta que presenta como terminación y símbolo de nuestra fe, una cruz igualmente de hierro forjado.
Conociendo ya con bastante detalle; el lugar en el tiempo, la construcción posible desde el mismo momento en que «aparece la imagen en el contexto social y religioso en el que se enmarca el acontecimiento y la posterior restauración ya conocida de este pequeño monumento, levantado por un pueblo de arraigada y secular devoción hacía la Imagen de Ntra. Sra. la Virgen de la Estrella. Sólo nos queda fijar cronológicamente, este modelo de arquitectura que ha llegado hasta nosotros con numerosos paralelos en pozos y fuentes desde muy antiguo.
Atendiendo a todo lo expuesto anteriormente y teniendo en cuenta el momento en que, los cofrades llevados de su fervor mariano, decidieron reedificar el antiguo santuario, la construcción del modelo que conocemos nos podría situar en tomo al siglo XVlll. Desconocemos cualquier dato sobre la construcción del nuevo conjunto de la ermita, solo contamos con la opinión de Ramírez de las Casas Deza, que afirma se hizo la nueva ermita en el sitio del calvario demoliendo la antigua en 1738 a costa de los vecinos y la Imagen estuvo depositada en la parroquia hasta 1749 (Ibidem, de las Casas Deza).

No quisiera terminar este articulo sin hablar de la orientación y creo que es muy importante esta si pensamos que esta ermita fuera la que el pueblo enfervorecído se apresuró a edificar en el mismo sino , de la aparición. Es de suponer que los aldeanos de aquella época le habrían dado la orientación del fervor popular, o dicho de otra manera, la orientación de la aldea. Sin embargo, si observamos, veremos que la orientación puede indicarmos el saliente y el poniente, tradición heredada de la vieja costumbre árabe y seguida . por los cristianos, o quizá pensaron en los cuatro puntos cardinales, como abierta a las cuatro direcciones ,, que podía calmar la sed de los aldeanos, que afanosamente desmontaban los matorrales para hacer sembraderas estas fértiles tierras.